Meses atrás, Jeff Williams, un alto ejecutivo global de Apple, dio una pista concreta sobre los próximos pasos del coloso del Silicon Valley: “El coche es el equipo móvil más novedoso”, sentenció al ser consultado sobre su opinión acerca de los mercados más promisorios para la industria de la alta tecnología. Señales al respecto abundan, tal como se observó en el CES 2016 (Consumer Electronic Show), una de las mayores ferias mundiales de tecnología, con las automotrices ocupando el centro de la escena.
Este año, analistas y medios especializados prestaron más atención a los anuncios de Ford, Volkswagen y General Motors, que a los lanzamientos de Samsung, Intel, Microsoft o Google.
Todo es parte de la revolución automotriz y la carrera por transformar a los coches en una criatura “inteligente”, producto de las tecnologías: autónomo, hiperconectado, eléctrico y sensible a las características de sus choferes. En esa construcción surgen negociaciones y alianzas cruzadas entre fabricantes de autos y el universo high tech.
“Éste será un año revolucionario para el automóvil y el transporte, el año en el que vamos a ver avances radicales que cambiarán la manera de desplazarnos”, señaló el presidente global de Ford, Mark Fields, en el escenario mayor del CES, inaugurando oficialmente la feria.
Se especulaba que Fields anunciaría algún tipo acuerdo con Google para diseñar un auto sin conductor, algo que finalmente no ocurrió. Al respecto, sólo dijo que “trabajan con muchas compañías”, sin más precisiones. Para mostrar avances concretos, Ford anunció un acuerdo con Amazon para usar Alexa, un asistente virtual para manejo de casas inteligentes.
El dispositivo, aún en desarrollo, permitirá, entre otras cosas, arrancar el coche, verificar si el tanque tiene nafta, el nivel del agua y el aceite y monitorear si el garaje está cerrado, todo a la distancia y por la voz. Amazon trata de posicionar su Alexa como un serio competidor del Siri, de Apple, y el Google Now.
Por otro lado, Ford reveló las últimas mejoras para su Sync, el sistema que permite “enganchar” un smartphone a la pantalla del coche para no dejar incomunicado al conductor mientras maneja. Entre otras, el nuevo Sync vendrá cargado con Apple CarPlay (compatible con el iPhone) y el Android Auto, una aplicación de Google.
Todo es parte de la reconversión de la poderosa industria automotriz, que atrajo el interés de los colosos tecnológicos. Es una evolución en la cual los coches se basan cada vez más en elementos de la computación. Parece una exageración, pero la consultora IC Insights estimó que en 2015 el sector automotor representa el 7,3% del total de las ventas de procesadores para computadoras, un mercado que facturó este año alrededor de U$S 290.000 millones.
Eso explica el interés cada vez mayor de los gigantes de la alta tecnología. Si bien aún no hubo acuerdo formal con Ford, Google tiene previsto armar una unidad enfocada en los coches autoconducidos este año, como parte de su proyecto Alphabet. La surcoreana Samsung tiene algo parecido en carpeta, con el objetivo de desarrollar tecnologías para coches inteligentes. El listado es más amplio y abarca, con focos dispersos pero siempre para el mercado automotor, a Apple, Sony e Intel.
Microsoft también pretende su tajada en el pujante mercado de los autos inteligentes. Peggy Johnson, una alta ejecutiva de la compañía, reveló la semana pasada una larga lista de acuerdos con fabricantes para sus autos hiperconectados. Entre otros, mencionó a Volvo, Nissan, Harman e IAV, que se suman a otros ya pactados anteriormente con Toyota, Ford y Delphi.
La demanda ascendente de tecnología por parte de las automotrices es uno de los rasgos distintivos del CES 2016. En rigor, es récord la cantidad de empresas del sector que participaron en la feria de Las Vegas: 115, entre las cuales sobresalen Ford, Audi, BMW, Toyota, Volkswagen, Mercedes-Benz, General Motors y Chrysler. La cifra, comparada con los 3.700 expositores mayoritariamente tecnológicos, parece chica, pero en las marcas de autos ocuparon casi 20.000 metros cuadrados del gigantesco centro de convenciones, lo que representa el 10% de la superficie total.
Entre stands de pantallas OLED de televisores de máxima definición, smartphones veloces y potentes, cascos de realidad virtual, drones, aplicaciones y chiches -algunos divertidos, otros extravagantes-, el CES se parece cada vez más a los salones de los automóviles, las grandes exposiciones que se realizan en diversas partes del mundo, donde las automotrices presentan sus nuevos modelos.
Así las cosas, el CES, que llegó a ser la plataforma principal de lanzamientos de hardware, software y productos electrónicos, recobró gran parte de su vigor perdido frente a otras ferias, como el IFA Berlín y el Mobile World Congress, (Barcelona), precisamente por las automotrices.
Esa mayor preponderancia de las marcas de autos en los pabellones del CES tuvo su correlato entre los conferencistas. Además de Mark Fields, aparecieron en distintos momentos Herbert Diess, presidente de la alemana Volkswagen, que lanzó un prototipo de vehículo totalmente eléctrico, y Mary T. Barra, consejera delegada de General Motors. Dentro del universo de la alta tecnología, las presentaciones más destacadas estuvieron a cargo de Brian Krzanich, el mayor ejecutivo de Intel, y sus colegas de IBM, Ginni Rometti, y Reed Hastings, consejero delegado de Netflix.
No sólo Ford hizo anuncios concretos en esta edición del CES. General Motors presentó el Bolt 2017, un compacto totalmente eléctrico que comenzará a ser producido este año, cuyo precio subsidiado en los Estados Unidos (cerca de U$S 30.000) le permite posicionarse como un duro rival de los célebres modelos Tesla, que apuntan al segmento de alta gama. El Bolt 2017 es un coche eléctrico pequeño, pero con una autonomía estimada en 360 kilómetros, es decir, por encima de la media conocida hasta ahora por vehículos impulsados únicamente con baterías.
Quedaron plasmadas, así, tres tendencias clave: la expansión de los coches eléctricos, los sistemas de conectividad, y la promesa de la conducción autónoma.
Inversiones y apuestas cruzadas entre Detroit y el Silicon Valley
La carrera por el desarrollo de los autos inteligentes desató una ola de inversiones cruzadas entre automotrices como de los gigantes de la alta tecnología. En este sentido, uno de los casos más llamativo es el de Toyota, que montará un centro de investigación y desarrollo en pleno Silicon Valley para competir en el incipiente pero promisorio mercado del coche sin conductor. En total, la marca japonesa destinará U$S 1.000 millones durante los próximos cinco años para acelerar sus investigaciones en inteligencia artificial, con el foco puesto en el auto del futuro.
Así lo anunció la semana pasada el presidente de Toyota, Akio Toyoda, acompañado por el director designado para la nueva unidad de investigación, Gill Pratt, un ex jefe de la división robótica de Google y ex profesor del MIT. Durante al anuncio, Pratt señaló que estaba muy impresionado por la calidad de los expertos reclutados hasta el momento “para desarrollar tecnologías de vanguardia”.
Como contrapartida, los principales colosos de la industria tecnológica mundial traban alianzas con fabricantes de coches para abastecerlos de productos, aplicaciones, sistemas y dispositivos para automatizar el manejo y maniobra de los vehículos, y dotarlos también de la máxima conectividad entre personas, casas y rutas a través de internet o de las redes de telefonía.
El coche es el mejor producto móvil, proclaman desde Apple. Un año atrás The Wall Street Journal informó que Apple tiene cientos de personas trabajando en el desarrollo de un coche eléctrico, como parte de un programa secreto llamado “Project Titan”. También se sabe que la compañía de la manzanita mordida tiene una pelea particular con Tesla por el reclutamiento de ingenieros y personal técnico. Dicen que se ofrecen enormes sueldos y bonos para captar talento.
Frente al declive mundial en las ventas de electrónicos, computadoras y smartphones, las tecnológicas exploran nuevos mercados para recuperar protagonismo. Y tal como pasó primero con las PC, los celulares y las TV, los coches se perfilan como el producto innovador estrella, con gran potencial de consumo tanto de equipos como de software y servicios en la “nube”.
Sony, por caso, compró recientemente una pequeña participación (2%) de ZMP, una empresa japonesa enfocada en robótica, para completar sus esfuerzos y avances en el campo de sensores de imágenes. “Tenemos que ser los primeros en sensores para los coches automatizados”, proclamó Shigeo Ohba, su director de la división sensores.
Por su parte, Samsung manifestó también que tiene previsto crear un equipo específico para desarrollar tecnología para autos inteligentes. Según difundió la agencia Reuters, por el momento no se conoce la cantidad de personas que integrarán la unidad de Samsung, pero sí que funcionará en forma independiente del resto de las empresas del grupo coreano.
Parece que ninguno de los grandes colosos del Silicon Valley quiere quedar rezagado en esta carrera que recién arranca, pero que promete acelerar rápidamente. Intel, el mayor fabricante de procesadores para PC, acaba de crear un consejo de expertos enfocado exclusivamente en reforzar la seguridad de los coches conectados. Con respecto al futuro de este segmento, se estima que en 2020 circularán alrededor de 150 millones de estas unidades, según reveló recientemente un estudio de la consultora Gartner.
La lista es más larga, pero casi todos los grandes jugadores (automotrices y tecnológicas) tomaron cartas en el asunto.
Electrónica para consumir ahora
No todo es futuro para la industria de la electrónica y el entretenimiento. Al menos por lo que se ha podido ver este año en el CES (Consumer Electronic Show), ha llegado el momento de poner los pies sobre la tierra y pensar en el hoy. Esta feria se caracterizó por algo que no tuvo: grandes anuncios revolucionarios.
Lo que se vio, sí, es que las grandes marcas están pensando en qué es lo que pueden poner ya en producción. O, en otras palabras, qué es lo que pueden vender al público en las próximas semanas. El desafío, de acuerdo con lo exhibido en el centro de convenciones de Las Vegas, no es cuán lejos pueden llegar los desarrollos sino cuán cerca se los puede ofrecer.
Así, las estrellas principales del CES fueron los productos para el hogar, sobre todo los que tienen que ver con las casas inteligentes. LG presentó en sociedad su líneas Signature, cuyo catálogo incluye una TV Oled de 2,57 centímetros de espesor; una heladera con una puerta capaz de transformarse en transparente con sólo darle un golpecito, y que se abre al acercarle un pie; un lavarropas que incluye dos tambores en el mismo espacio en el que habitualmente hay uno; y una aspiradora que puede recibir órdenes desde un teléfono celular: se le envía una foto de la superficie que se quiere limpiar, y allí va el aparatito raudo y obediente.
En la misma línea, Samsung exhibió el Family Hub Refrigerator, que tiene una pantalla táctil de 21,5 pulgadas -como la de una computadora hogareña promedio- capaz de reproducir música, informar el clima o mostrar imágenes de la familia. Pero además tiene un asistente virtual, que saca una foto del contenido cada vez que se cierra la puerta para que desde cualquier celular se pueda chequear a la distancia qué hay dentro y qué falta.
Whirlpool fue por el mismo lado.
Mostró un lavaplatos y un lavarropas que se conectan a Internet para, vía sistema de compra automática de Amazon, enviar pedidos de jabón cuando se acaba el que tiene cargado. Sony, más alejado de la cocina, también pensó en el hogar. Entre otras cosas, sorprendió con una lamparita de Led que integra un parlante Bluetooth, de manera tal que se le puede enviar música desde un Smartphone para escucharla, por ejemplo, en la mesa de luz.
Quizá la primera señal de cómo serían las cosas la dio la propia organización del CES. Todavía recuerdan cuando la apertura de 2008 estuvo a cargo de Bill Gates, quien entonces anticipó conceptos como “la nube” y la muerte del CD. La de este año fue protagonizada por alguien mucho más cercano a los hogares: Reed Hastings, el CEO de Netflix, quien se limitó a anunciar que su servicio de streaming llegará ese año a un total de 190 países. Aquí y ahora, ya. Ésa es la consigna.