Los nuevos desarrollos tecnológicos tienden a mejorar la productividad y la competitividad de las empresas y las regiones donde se aplica. En este aspecto, es muy importante sumarse a todas las etapas de los mismos.
El desarrollo tiene una etapa previa que requiere la formación de ingenieros especializados en la utilización de tecnologías, pero también de operarios que tengan calificación digital. Otra etapa simultánea está en la formación de personas especializadas en diseño digital con formación técnica para trabajar en los que surjan de la planificación previa.
Todas estas áreas van en paralelo con la producción de software, donde se vuelca un componente inteligente a los dispositivos. Pero lo importante es lo previo: la inteligencia humana puesta al servicio de la planificación y del diseño.
En el medio, están miles de empresas de servicios que pertenecen al área denominada “software factory” que son los proveedores totales o parciales de emprendimientos o productos superiores. También están los proveedores de insumos y materiales que utilizan la tecnología para ganar eficiencia y poder calificar como proveedores. Como se ve, una amplia trama de empresas muchas veces desconocidas que se suman a la cadena productiva generada por la utilización de tecnologías de última generación.
El problema complejo es comenzar, sobre todo en la actual coyuntura, porque, en sus inicios, los costos de la tecnología son elevados, pero a medida que se van generalizando los mismos, bajan. Pero otro factor que está jugando es que el avance tecnológico es tan feroz que una tecnología novedosa queda anticuada a los dos años, por lo que las empresas no tienen tiempo para amortizar dichas inversiones lo que complica la toma de decisiones. En tanto, la formación de los recursos humanos debe hacerse con criterio amplio para que puedan adaptarse al proceso de cambio, más que operar una tecnología específica que puede quedar fuera de camino a mediano plazo.
En estos aspectos será muy importante la generación de políticas públicas que aseguren la formación de los recursos humanos. Todo el sistema de educación formal debe asegurar el manejo de criterios y mentalidad amplia y flexible para adaptarse a un proceso de cambio que nadie puede aventurar su destino. Pero también deben comprometerse sindicatos y empresarios en la recalificación de los actuales trabajadores bajo los mismos axiomas. Hay que pensar que en esta cuarta revolución industrial el crecimiento del empleo estará de la mano de los servicios y para eso hay que trabajar en la calificación de los trabajadores.
Dentro de las novedades están las nuevas formas de trabajo y esto requiere adecuar los conceptos empresarios pero también los convenios colectivos de trabajo, para que se adapten a los nuevos tiempos, en los cuales habrá que establecer criterios de productividad. También deben adaptarse los trabajadores. Uno de los más claros ejemplos es el teletrabajo o trabajadores a distancia, que lo hacen desde su casa y proveen sus servicios mediante el uso de internet u otras redes internas. También es muy popular el concepto de “coworking” que consiste en compartir espacios de trabajo, útil sobre todo para las pymes, que no pueden pagar una instalación específica y, aunque pudieran hacerlo, muchas veces no se justifica y esto ayuda a una mejor administración de recursos.
La tecnología, gracias a la velocidad de la innovación, se ha tornado impredecible y puede asegurarse que lo único constante será un proceso de cambio continuo.
El mayor riesgo es la falta de adecuación de la clase dirigente a este proceso porque para acompañar el cambio tecnológico harán falta políticas públicas que acompañen el proceso, además de instrumentar medidas para mejorar de forma sustancial la productividad de los servicios básicos que el Estado debe prestar.
El cambio tecnológico acelera las transformaciones y una falta de acompañamiento puede generar situaciones muy críticas.