La tarde se pintó Azulgrana

La primera de Los Tordos pasó desde el infierno al cielo en minutos y eso se tuvo que festejar con toda la alegría

La tarde se pintó Azulgrana
La tarde se pintó Azulgrana

La zambullida nuevamente fue para los chicos de la calle Urquiza. Claro que ésta tiene un sabor especial para Los Tordos porque fue en la pileta de su clásico rival, aunque pudieron llenar la ‘pile’ con agua limpia porque cualquiera de los dos quince que ganara se iba a tirar al agua muy sucia.

El partido fue interesante y de alto vuelo. Los Pájaros y los Curas protagonizaron una final que será recordada durante mucho tiempo, porque nadie tiene en posición de K.O a un rival y no le da la estocada final. Marista no la supo dar y los “Pajarillos” cantaron de alegría.

Me refiero a los pequeñines de la décima, novena, octava y séptima que anduvieron por ahí, confraternizando con sus primos “Maristones” y de otros clubes del país como es el caso de los cordobesitos de El Tala.

Las hinchadas cada vez sacan más aplausos. Ayer la de Marista estuvo mejor preparada que la de los visitantes. Hasta el León maristón llegó para apoyar a los suyos. Al muchacho que da vida a la mascota tricolor le tendrán que pagar un asado porque, con el calor que había a esa hora, sudó la gota gorda.

Claro que las mascotas no sólo fueron locales. Los chicos de Los Tordos llevaron a La Carrodilla  un ave que parecía un cuervo, que un par de veces ‘invitó’ a jugar a los guardias privados que custodiaban que nadie ingresara a la cancha. El noble pajarillo se metió dos veces e hizo correr al personal de seguridad y las risas brotaron por todos lados.

Si de animalitos hablamos, el perro que se metió en varias ocasiones a la cancha también provocó sonrisas, cada vez que algún jugador lo llamó y salió a un costado.

Sin dudas, los últimos diez minutos del choque clásico eran recordados por ambas parcialidades, pero cuando Pedro Lértora anotó su drop y cuando el juez pitó el final, la marea azulgrana estalló. Es que los nervios acumulados durante el juego fueron muchos y no es para menos: pasaron del infierno al cielo en cinco minutos.

Éste fue el último partido del capitán de los Pájaros, Patricio Bruno, que tendrá que mejorar la forma de abrir champagne. Ayer dibujó risas y cargadas, porque le costó abrir una botella gigante de  líquido burbujeante de Estancia Mendoza.

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