lgunos pasaron, lo vieron y siguieron de largo. Dicen que fueron cuatro los días que permaneció en ese lugar, que se le fue acabando el agua, la comida y que ya se le veía la muerte en los ojos (se habla que los caballos no relinchan de dolor, solo lloran). Algunos dicen que lo abandonaron por viejo y otros que su dueño lo dejó allí para que se fuera en paz. Dicen… pero pocos hicieron algo al respecto.
Yucón, como fue bautizado el caballo encontrado moribundo en la subida del Cerro Arco hace unos días, ya no está entre los seres vivos. Sus últimas horas fueron dolorosas y quienes lo cuidaban decidieron dejarlo ir para evitarle mayores sufrimientos. Pero se fue con lágrimas de cariño; tuvo una despedida de amor y dignidad.
Códigos sagrados
El miércoles, Natalia García (26) comenzó a subir el Cerro Arco como parte de su rutina de ejercicio cotidiano. Una vez que hizo cumbre inició el descenso y en la zona del helipuerto observó una botella de agua vacía. Quienes son montañistas, como ella, comprenderán que esta situación es imperdonable y por ello se encaminó a levantarla para luego tirarla en algún basurero de la base.
Al llegar al lugar donde estaba la botella lo que encontró fue la pena encarnada en un pobre animal que respiraba con dificultad. “Ahí estaba el caballo. Movía las patas... lo vi destruido”, contó la deportista con voz que recuerda la desesperación de aquel momento. “Le di toda el agua que tenía, aproximadamente un litro y medio. Se notaba que tenía sed”, agregó.
Natalia, antes de bajar a toda velocidad para poder avisar a la policía de su hallazgo, y junto a un hombre que también vio lo que estaba sucediendo, intentó poner de pie al animal, acción que fue imposible de realizar. Por ello, tomó fotos y filmó un video para que quien lo viera supiera el lugar exacto para encontrarlo.
“Cuando subí las fotos a Facebook para pedir ayuda uno de los comentarios fue que ya lo habían visto así desde el sábado. Imaginate, casi cinco días tirado ahí”, relata la andinista. “Bajé rapidísimo, llorando, pero la gente no me daba bola. Es más, pedí un teléfono para ver si tenía señal, porque yo no tenía, y nadie me lo quiso prestar”, dice describiendo el dramatismo y la falta de solidaridad de quienes la vieron.
Una vez en la base del cerro le avisó a uno de los puesteros de la zona, a un móvil policial con doble tracción y también al personal de Puerta de la Quebrada, el restaurante de montaña.
“Llamé tres veces al 911 de lo desesperada que estaba para que me dijeran si estaban haciendo algo. Igual, fui a la policía montada en calle Boulogne Sur Mer y el Zanjón de los Ciruelos, para ver si ellos también podían hacer algo”, recordó Natalia.
Mientras tanto, y por suerte, su publicación en Facebook había tenido éxito, ya que la noticia había alcanzado los muros de la gente de la Asociación Protectora de Caballos de Mendoza (APCM), quienes tomaron el relevo y se hicieron cargo de la situación junto a la Policía Rural.
“Si yo soy así es porque tengo gente a mi alrededor que me sostiene. Soy montañista y una de los códigos sagrados es no dejar a nadie en la montaña. Sea un ser humano o un animal”, deslizó la joven que próximamente se recibirá de abogada.
Silvio Pérez, subcomisario a cargo del operativo del cual participaron otros seis agentes (cuatro de la Policía Rural y tres de la Patrulla de Rescate), comentó que “no es común que se extravíen caballos en el pedemonte y tengamos que ir a buscarlos. Pero a las 3 de la mañana ya lo teníamos en la camioneta y a las 4 estaba con la gente de la protectora”.
Un adiós entre amigos
Yucón se fue rodeado de sus últimos amigos -quizás los únicos-, quienes lo cuidaron hasta que dijo basta el viernes, pese a que en las últimas horas había mostrado signos de recuperación. Sin embargo, la veterinaria que lo asistió dijo que era un caballo viejo y que simplemente se moría “de viejito”.
“Llegó a la madrugada al refugio. Dos voluntarios, Gabriela y Juan Cruz, se mantuvieron a su lado, lo hidrataron, acomodaron, le masajearon las patas, le dieron fardo y lo mantuvieron templado con las capas y una colchita que han donado las personas”, contó Natalia Camisay, presidenta de la Asociación Protectora Caballos Mendocinos (APCM), ONG que se sostiene con el aporte de sus 10 voluntarios.
A las 9 de la mañana del viernes comenzó a dar muestras de recuperación y así lo hizo durante el resto del día, ya que hasta llegó a ponerse en pie. Era un caballo que no daba muestras de maltrato pero que contaba con sus buenos 20 años.
“Creemos que había trabajado pero no tirando una carretela, como suele pasar con los caballos que recibimos acá”, dijo Natalia, quien explicó que le pusieron Yucón en homenaje a una veterinaria que tiene un programa en el canal Nat Geo.
El lugar a donde fue a parar este caballo tiene además otros 30 que han llegado en situaciones límite. Algunos de ellos han sido utilizados en robos y otros para transportar materiales que sobrepasan sus fuerzas.
“A algunos los abandonaron por viejos, o porque ya no sirven para tirar carros. Acá cada animal tiene una historia distinta”, comentó la presidenta de APCM, agregando que todos los que entran son bautizados con un nombre. Por ejemplo, China Duquesa, la primera yegua que encontró albergue allí, está ciega y fue utilizada para transportar elementos muy pesados.
Momentos antes de que Yucón se fuera de este mundo, una de las voluntarias le acariciaba la cabeza. Otra lo tapaba del sol, mientras que otra de las chicas del lugar lo cobijaba para protegerlo del frío. El panorama era triste pero, sin dudas, el caballo se fue acompañado por gente que lo quiso. Conoció el cariño -si es que nunca se lo dieron- y estas acciones bien valen una historia que resalta la buena voluntad y la solidaridad.
Cómo colaborar
Quienes deseen colaborar con la Asociación Protectora Caballos Mendocinos (APCM) pueden hacerlo a través del Facebook de su presidenta, Natalia Camisay. Ellos necesitan, sobre todo, fardo para los caballos o dinero para poder comprarlo.
También reciben medicación para los animales y esperan que en el futuro puedan conseguir un terreno donde poder seguir realizando esta tarea, ya que actualmente alojan a los caballos en un terreno prestado.
Además, en el futuro también trabajarán como asilo para perros viejos, por lo que toda ayuda es recibida con los brazos abiertos.