Siempre se dijo que el ser humano es un ser social por naturaleza, necesitamos estar conectados con los demás y las relaciones que entablamos son una prueba de ello.
Pero, en el otro extremo, están aquellos que no encajan en esa "regla humana". Son los que viven en soledad incluso estando conectados con el mundo a través de la tecnología.
Según algunos profesionales de la salud mental, las redes sociales se han transformado poco a poco en un refugio para quienes no logran encajar en la idea de "ser social". ¿Esto se relaciona con sufrir "soledad"? Por soledad se entiende la ausencia de compañía.
Acá hacemos referencia a la percepción que cada individuo tiene de las relaciones que mantiene. Para ser más claros: la tecnología llegó para conectarnos con el mundo, ha modificado las formas de relacionarnos, “una persona puede estar en contacto con cientos de otros en el mismo momento, tener miles de ‘amigos’ en diferentes plataformas; pero, sentirse solo”, expone el psicólogo Guillermo Morales. Y esta es la paradoja actual.
Continuando con su aporte, Morales afirma que la soledad es un sentimiento que toda persona experimenta en algún momento de su vida, "el problema radica cuando esto se mantiene en el tiempo, considerando que esta insatisfacción puede afectar severamente la salud psíquica y también física".
Sostiene que las redes sociales están pobladas por aquellos que “son sumamente extrovertidos, que les gusta conocer gente y alargar su lista de contactos sin salir de casa”, ya que todo lo tienen a un click de distancia. Estos van un paso más allá y tarde o temprano, se vinculan en la vida real con algunos de sus “amigos virtuales”.
Lo paradójico es aquellos que por timidez, poca confianza, baja autoestima -entre otros factores- se refugian en las redes y simulan una vida que no tienen como escapatoria a la tan temida soledad.
Para Juan Manuel Martínez, psicólogo y psicoanalista, "la tecnología viene como anillo al dedo ante este problema, ya que cada generación ha tenido su propia queja hacia el desarrollo tecnológico".
Refiere a que la tecnología operó de una forma decisiva en cada momento de la historia de la humanidad y “en nuestra época no va a ser diferente: la desintegración de la familia en los ‘60 no se dio por la televisión, sino que la televisión llegó como anillo al dedo a esa desintegración que ya había.
Esa es la forma correcta para pensarlo y, en ese sentido, WhatsApp y Facebook -entre otras redes- calzan perfecto para estos problemas de soledad que vivimos", dice Martínez. El profesional destaca con firmeza que sostener que la tecnología es la que produce soledad, "es ser muy ingenuo".
Está demostrado que el uso de las redes sociales ha crecido considerablemente en estos últimos años y esto se vincula con que pasamos por la vida moviéndonos con dispositivos que nos hacen sentir que estamos conectados con el mundo. En la actualidad es muy común encontrar a una misma persona en cuatro plataformas sociales diferentes, por lo menos, y si bien cada una tiene su propio objetivo (relaciones casuales, búsqueda de empleo, darse a conocer, etc.), día a día las personas administran su tiempo para estar presentes y activos en cada una de ellas. ¿Esto está mal? Algunos profesionales dirán que sí, ya que “el abuso de la tecnología puede ocasionar problemas de salud como malos hábitos de alimentación y de descanso, sedentarismo, ansiedad, estrés y hasta depresión”, dice Morales. Otros dirán que mientras más conectados queramos estar, más en soledad nos sentiremos.
Hoy hay generaciones que hacen todo a través de internet porque de alguna manera "las tecnologías nos definen -y mucho-. Se vuelven una forma de interacción que en esta época es central. Por las redes pasa el reconocimiento social que no es nuevo -ni de esta época- sino de siempre". Y es más masivo debido al alcance que tiene la gran red, pero la esencia del problema es el mismo.
En las redes encontramos quienes buscan pareja o una relación pasajera, amigos o vínculos sociales esporádicos, trabajo, engaños, etc.; pero “están aquellos que a pesar de estar en las redes -y de manera permanente-, se sienten en soledad y permanecen en soledad. Creo que, a ese nivel, las redes como Instagram potencian ese problema, ya que presentan una falsa idea de intimidad y muestran lo que el otro quiere ver, un mundo no real.
Las redes muestran una realidad cuidadosamente montada”, agrega Martínez.
Esto nos lleva a reflexionar: ¿en estos tiempos estamos más conectados pero más solos? Como dice Martínez, los cuerpos están cada vez más lejos, pero las mentes se conectan. Para Morales, percibir como sufrimiento -o como algo malo- la idea de los cuerpos aislados tiene que ver con una incapacidad de estar en soledad; o sea: “de no gozar de la propia compañía, de saberse solo y estar consigo mismo o misma”.
Entonces, cuando esto se presenta como un conflicto, se suele acudir a otras personas para sentirse de alguna manera contenidos. El error está en caer en la trampa de “la relación por interés -por miedo a estar o quedar solos- utilizando al otro -de alguna manera- como un objeto para satisfacer necesidades individuales de estar en contacto con alguien y no dilucidar que, en la era digital, gran porcentaje de las relaciones se dan a través de las redes y que eso no está mal”, dice Morales. El meollo de la situación está en la percepción que cada quien tenga de las relaciones que establece -ya sea en el mundo virtual o real-, porque se puede estar en soledad usemos o no las plataformas sociales.
Ahora, ¿por qué muchas personas se sienten solas estando conectados en la red? Las respuestas pueden ser tantas como personas existen, ya que tiene mucho que ver la personalidad, crianza, estilo de vida; entre otros factores. Pero hay algo que es fundamental en toda relación humana: "el contacto cara a cara". El mirarnos al hablar "genera una sensación de seguridad y confianza o, por lo menos de cercanía, porque nos estamos viendo. Pero si este contacto no existe, algunas personas pueden desarrollar sentimientos de soledad o aislamiento".
Muchas veces estamos en reuniones con amigos, familiares, compañeros de trabajo con los que estamos frente a frente, mirándonos a los ojos pero la tecnología ahí presente desvía la atención -y la mirada- a los dispositivos que nos acompañan todo el tiempo.
En este mundo de hiperconexión, se nos dice que "no estamos solos y, ahí radica el problema. No se nos ha enseñado a estar en soledad", dice Morales. Muchas veces esta idea de "estar con uno mismo es mal vista y terminamos ignorándonos a tal punto que creemos que estar solo está mal y es cuando empezamos a sentirnos así".
Por otro lado, Juan Manuel, sostiene que la tecnología tiene un efecto en sentido doble: “Por un lado, aleja cuerpos y, por otro, acerca mentes. Entonces tenés una sociedad que, corporalmente, está cada vez más aislada pero se da una conjunción de pensamientos que se encuentran virtualmente y que terminan siendo fructíferos”.