La sinrazón de la violencia juvenil

La sinrazón de la violencia juvenil
La sinrazón de la violencia juvenil

La reciente tragedia ocurrida en las afueras de un boliche bailable de la localidad balnearia de Villa Gesell, en el Este de la provincia de Buenos Aires, donde un grupo de 10 jóvenes golpeó hasta matar a un muchacho de 18 años, nos retrotrae a un mundo sin razón, a una violencia despiadada.

El jovencito tenía sueños y ambiciones afines a su edad y una vida que casi podríamos decir no había comenzado o estaba por iniciarse: estudios universitarios, tal vez casarse, formar una familia.

Ocurrió lejos de nuestra Mendoza pero igual nos involucra y comprende porque también en el suelo que habitamos suelen darse estas peleas extremas en los alrededores de locales de diversión y, además, entre jóvenes deportistas.

No pocas veces las crónicas dieron cuenta de enfrentamientos entre grupos..., aunque deberíamos decir bandas, que no tienen inhibiciones al agredir al semejante.

¿Qué lleva a una persona o a varias de entre 18 y 20 años a atacar a un par de la misma edad, sólo porque sean de equipos distintos (en este caso de rugby), de barrios y clases sociales diferentes?

Todos estamos involucrados cuando ocurren estos tristes episodios, que se montan unos sobre otros como un dominó trágico.

A éste que ahora lamentamos, no sabemos si le sucederá otro igual o peor en cualquier ciudad o región argentina.

Fernando Báez, el jovencito que fue a pasar sus vacaciones en Villa Gesell y encontró la muerte de esta manera, pasará a ser un nombre más en una larga lista de irracionalidades dentro del marco de la violencia juvenil que estamos intentando describir porque, entenderla, no la vamos a entender nunca.

Todos de una y otra manera estamos involucrados y debemos hacer lo que humanamente esté a nuestro alcance para frenar o poner límites a semejantes actos de barbarie.

La familia será el primer ámbito para reflexionar y meterse de lleno en el análisis de las conductas de los hijos, y luego seguirán otros entramados de la vida en comunidad, como los ámbitos escolares y sociales.

Habrá jóvenes a los que no les harán falta determinadas condiciones de contención porque asumen que un futuro en paz de ellos y los demás, es lo que conviene y lo que debe hacerse.

Habrá otros, en cambio, sobre los que habría que enfocar determinados factores para evitar comportamientos violentos que pueden lastimar al prójimo e inclusive se puede volver contra ellos.

Lamentablemente hay casos irreversibles como el que ha sido comentado al inicio de esta entrega. Ninguna reparación o arrepentimiento devolverá la vida a Fernando Báez.

Queda identificar y prevenir los factores de riesgo de la violencia juvenil sin control y según el entorno.

En el hogar deben desterrarse comportamientos violentos entre los padres, la ausencia frecuente de los progenitores y falta de atención hacia los hijos.

Igualmente pesa construir vínculos entre adultos e hijos y mantener en el hogar un ambiente de respeto y comunicación.

En los niveles escolares, los niños y adolescentes tendrán que ser conducidos a no burlarse o intimidar a otros estudiantes ni ser agresivos.

En el plano social, la comunidad observa, con cierto estupor, que los jóvenes consumen cada vez más alcohol y drogas y es en ese plano donde habrá que plantear batalla y despejar la amenaza que se cierne sobre vidas útiles, pérdidas en manos de comportamientos irracionales de seres que se creen amos y señores de otros congéneres.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA