Alguien dijo una vez: “El banco de suplentes para los técnicos, en el fútbol argentino es la silla eléctrica”. Una frase que pinta de cuerpo entero la vida útil de los entrenadores cuando se ponen el buzo y saltan a la cancha.
Y en el Tomba esto no es la excepción. Es más, en la Bodega se ha profundizado la crisis al momento de la elección y el trabajo de los hombres que arribaron para conducir al equipo.
Sí. Los números son evidentes y contundentes: 5 DT en menos de tres años marca el desconcierto que existe en la dirigencia mendocina.
Hoy Godoy Cruz está muy lejos de desarrollar un proyecto a largo plazo que marque una línea firme y definida para el club. Hoy es imposible pensar en un proceso con continuidad pese a los vaivenes futbolísticos.
Aunque el discurso público se basa en respetar los caminos y se alza la bandera de la seriedad , en la práctica es todo lo contrario y está claro que terminan mandando los resultados y las miserias entre los protagonistas.
No es sorpresa que varios de los conductores se hayan ido de la institución en medio de fuertes declaraciones cruzadas y enojos con el presidente José Mansur. ¿Ejemplos? Martín Palermo y Jorge Almirón. Con Daniel Oldrá también se dieron cortocircuitos, pero el Gato decidió quedarse en la entidad de sus amores para ser el “bombero” en los incendios que aparecen cada vez con mayor frecuencia.
La última llamita del fuego la puso Gabriel Heinze con una campaña corta y muy mala, por eso el Tomba vuelve a empezar con una novela que parece no tener fin: buscar una nueva cara que lo saque de la mediocridad.
Parece que Mansur y Almirón limaron las asperezas y el ex Independiente de Avellaneda es el elegido por el directivo para subirse al barco.
La historia no es fácil. El Negro quiere sobre la mesa compromiso y un proyecto ambicioso para firmar su regreso.
¿Aceptarán el pedido?
