Una extensa avenida del mar que invita a ser recorrida de punta a punta donde hoy solamente se pueden ver a algunos corredores solitarios, pero que en pocos meses más se verá repleta de niños, jóvenes y adultos.
Decenas de restaurantes que ofrecen exquisiteces marinas, un completo shopping y un pintoresco casco céntrico que aún conserva su arquitectura colonial, que contrasta con los modernos edificios apostados en las cercanías de la costa. Así es La Serena en Chile, un destino que, si bien no es la primera opción de los mendocinos, atrae anualmente a aquellos que no disponen de grandes montos para viajar a sitios más exóticos, pero buscan un tranquilo descanso familiar.
Sin embargo, este año en particular los que suelen elegirla, la miran con resquemor y temen que las consecuencias del tsunami que le siguió al terremoto de 8,4 grados en la escala de Richter, del 16 de setiembre, les complique disfrutar del esperado rélax veraniego.
A más de un mes y medio del suceso que fue noticia internacional, diario Los Andes viajó hasta allí y pudo comprobar el estado actual de la ciudad. A simple vista uno de los principales efectos que dejó el tren de olas fue el avance del agua sobre la arena, lo que genera que -en ciertos sectores- las playas sean más chicas que lo habitual.
Pero aún así conservan suficiente espacio como para albergar a miles de visitantes con sus reposeras, heladeritas y sombrillas. En cuanto a estructuras, allí fueron afectados principalmente los paradores costeros que funcionaban como pubs, heladerías y restaurantes que en su mayoría están siendo reacondicionados para el verano.
Conociendo este panorama, desde la Cámara de Turismo de Coquimbo trabajan fuertemente para que no decaiga la llegada de turistas, tanto de Mendoza y San Juan como del país trasandino con miras a la temporada que se avecina. “Los sectores que se afectaron fueron fundamentalmente de carácter social, pero turísticamente hablando tenemos perfectamente en condiciones tanto el mar como la avenida del mar”, resaltó Laura Cerda, presidente de la cámara.
“Sí, ha habido un cambio en términos de fisonomía de la avenida del mar porque hay lugares que el agua tomó y quedó a un nivel un poco más alto que antes, pero hay suficiente playa como para que se acueste mucha gente”, añadió la mujer.
En relación a la limpieza de la playa, que aún conserva algunos indicios del revuelo que pasó por allí, aseguró que la municipalidad de la ciudad se comprometió a que quede perfecta para noviembre. “De aquí al 20 de noviembre todo va a estar limpio y operativo”, aseveró. La titular de la cámara explicó que las consecuencias del tren de olas fueron diversas en la costa porque en el mar hay sectores más profundos donde el agua tomó fuerte impulso y avanzó más sobre el continente.
“De nuestros asociados solamente se vieron afectados tres, uno de los cuales está prácticamente parado de nuevo, otro en proceso y hay un tercero que decidió no volver a invertir allí”, explicó.
Precios para el verano
Si bien generalmente en ese sector costero comienzan a recibir las reservas más avanzado noviembre, ya han empezado a tener consultas de visitantes para conocer los precios de la temporada de verano. A diferencia de la costa argentina donde se contrata por semana o quincena, allí los valores a pagar se estipulan por día.
Por un departamento frente al mar para cuatro personas se puede pagar entre 55.000 y 75.000 pesos chilenos por día, lo que en pesos argentinos está entre los 1.200 y 1.650, teniendo en cuenta 22 pesos argentinos cada mil chilenos, que es un promedio entre lo que se cobra con tarjeta y en blue. Estos valores disminuyen notablemente a medida que el alojamiento se aleja de la costa. Además pueden encontrarse hoteles y apart hoteles por valores más elevados.
Por ejemplo en el Hotel Club La Serena, ofrecen una promoción de 85.000 pesos chilenos diarios por persona con all inclusive y tenedor libre, lo que equivaldría $ 1.870 argentinos. “El huésped va a tener todas las alimentaciones acá: desayuno, entremés, almuerzo, merienda y cena”, detalló Jorge Morales, subgerente comercial del emprendimiento hotelero. Allí además se comprometieron a recibir pesos argentinos. “Acá no se acostumbra, pero vamos a ser uno de los pocos hoteles que tome esta iniciativa”, resaltó el hombre. En su caso, hasta la fecha ya cuenta con 30% de reservas.
En el complejo Serena Suites cobran 88.000 pesos chilenos por día una cabaña para 4 personas totalmente equipada y pileta, es decir $ 1.930 argentinos. “Hemos recibido muchos correos de argentinos solicitando cotizaciones para diciembre y enero, pero todavía tenemos pocas reservas”, comentó James Restrepo desde la recepción.
Además, para atraer más cantidad de gente, desde la Cámara de Turismo prometen ofrecer promociones especiales. “Si los socios están de acuerdo, próximamente vamos a estar presentando una campaña con descuentos de entre 15 y 20% para aquellos que hagan su reserva antes del 15 de noviembre”, adelantó Cerda.
En cuanto a los precios en los restaurantes frente a la costa, un plato de comida promedio con bebida ronda entre los 10.000 y 15.000 pesos chilenos, es decir, entre $ 220 y $ 330 por persona, a lo que hay que sumarle 10% de propina sugerida que es la costumbre en ese país.
Paradores en construcción
Recorriendo la zona desde la calle Cuatro Esquinas hacia el sur comienzan a verse lentamente los locales más afectados por el tsunami en esa comuna: los populares paradores costeros. Allí pueden contarse por lo menos cinco establecimientos dañados por el tren de olas. Sin embargo no todos muestran el mismo estado. Algunos fueron totalmente limpiados y dan cuenta de un trabajo arduo para volver a levantarlos y otros parecen haber quedado intactos desde que el agua salió de allí.
Donde antiguamente se ubicaba Kardamomo Bar Restaurante hoy se puede ver un espacio vacío junto a un cartel indicador, lo que llamó la atención de Sara e Ignacio Ramírez, dos hermanos chilenos que recordaban haber cenado en ese lugar. “Era muy bueno, se comía muy bien, pero como era de estructura de madera muy liviana el tsunami se lo llevó”, comentaron en conjunto los adultos que pasan sus días entre La Serena y Santiago.
“Justo para el terremoto estábamos en Santiago y cuando volvimos nos sorprendimos bastante por cómo afectó a estos locales cercanos al mar”, relataron.
Otro parador que atrae la mirada de los paseantes más curiosos es el bar Playa Paraíso que se encuentra totalmente devastado, con el techo caído, vidrios rotos y casi completamente rodeado por cintas de peligro que sugieren alejarse. “Allí pasaban muy buena música. Una pena por los dueños que todavía no han podido empezar a levantarlo”, manifestó Mariana Alvarado, vecina del lugar.
Protocolos efectivos
Si algo quedó claro luego del terremoto de 8,4 en la escala de Richter al que luego se le sumó un tsunami en territorio chileno, fue el efectivo funcionamiento de los protocolos de emergencia que se implementaron con mayor fuerza luego del importante sismo de 2010. Así fue que sólo se contabilizaron 12 muertos en todo el país, a diferencia del pasado suceso cuando que dejó como saldo más de 500 fallecidos.
En este aspecto hacen hincapié desde las distintas agrupaciones de turismo de Coquimbo, sobre todo para que los visitantes no tengan miedo de llegar hasta sus playas. “El pasado 16 de setiembre, los protocolos funcionaron muy bien y por eso se evitaron muchas muertes”, destacó Laura Cerda, presidente de la Cámara de Turismo de Coquimbo. Coincidió con él Luis Pastén, de la Corporación Municipal de Turismo de Coquimbo. “Los protocolos están bien trabajados, normados y practicados, eso es un hecho”, remarcó.
La recomendación de ambos es que los visitantes que lleguen hasta allí se informen sobre las rutas de evacuación que tendrían que tomar en caso de que algún evento similar vuelva a suceder, así como obedecer las órdenes de guardavidas, personal de armada y carabineros que durante el verano vigilan el borde costero.
“Igual es poco probable que se repita porque la última vez que ocurrió un sismo seguido de tsunami fue en 1922 y afectó a los mismos lugares, por lo que concluimos que es parte de un ciclo que tiene la Tierra, que no vamos a volver a vivir en 80 años o más”, explicaron.