Fabián Galdi - editor de MÁS Deportes digital-
Fue dos meses antes de la Copa América 2015 cuando los primeros indicios de un Diego Simeone a punto de quedar disponible provocaron una escalada de trascendidos dentro de la AFA. Allá, por marzo del año pasado, Gerardo Martino estaba firme al frente de La Selección y a punto de iniciar su primera prueba de fuego en una alta competencia. Por entonces, el Tata lanzaba señales hacia varios frentes a la vez y en mensaje entrelíneas hacía referencias continuas a tener control sobre los juveniles Sub20 y Sub17 con vistas a fortalecer el proyecto con vistas a Rusia 2018. Nada ni nadie discutía la permanencia del entrenador, pero también es cierto que no pocos dirigentes del fútbol argentino imaginaron al Cholo en un lugar que para más de uno le pertenecía por derecho propio. No en vano había sido el estandarte como jugador de un seleccionado nacional que se había quedado con las Copa América en Chile 1991 y Ecuador 1993. Y luego, su participación en tres mundiales consecutivos: Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Corea-Japón 2002. Un símbolo de la albiceleste y un futbolista clave para Alfio Basile, Daniel Passarella y Marcelo Bielsa.
Por ese entonces, un viaje repentino de Miguel Ángel Gil, consejero delegado del Atlético de Madrid, acompañado por otro directivo de alto cargo, Andrea Berta, tuvo la misión de volverse a España con la ratificación de Simeone al frente del plantel profesional colchonero. Y fue sellado a partir de un gesto de reciprocidad de ambas partes: el vínculo se prorrogaba hasta 2018 en vez de 2017 - tal como estaba acordado antes - y el argentino ganaba en tranquilidad al saber que sus jugadores base iban a permanecer en el club. Sin embargo, la extensión volvió a prolongarse con un nuevo acuerdo para estirarlo hasta 2020, un hecho infrecuente en el mundo futbolístico, a excepción de los casos de Alex Ferguson en Manchester United y de Ársene Wenger en el Arsenal. Así, el director técnico iba a mantenerse nueve años y medio, entonces, ya que había asumido como conductor grupal a fines de 2011. El camino se le había abierto en el Calcio con la notable remontada del Catania en la temporada 2010/2011, cuando la formación del sur italiano consiguió la mejor performance de su historia al ubicarse undécima con 48 puntos (la máxima cosecha de su trayectoria
El imprevisto volvió a situarse en el centro de la escena cuando no se lo esperaba. La prensa madrileña - sobre todo - maquina todo tipo de especulaciones con respecto a la patada al tablero que el argentino dio a mitad de la semana pasada: imponer su criterio para que la junta directiva del ATM redujera su vínculo contractual hasta mediados de 2018. Un golpe de efecto que se diseminó a ambos lados del Atlántico: la fecha de extinción del contrato coincidirá con los pocos días que le resten en disputa a la próxima Copa del Mundo. Según el DT, 'le hará bien al Atlético'. De acuerdo con otra lectura de este lado del mundo, el Cholo quedará en el primer plano de la consideración general a la hora de ser el gran candidato a comandar el seleccionado nacional si es que se considera que el ciclo de Edgardo Bauza tenga fecha de extinción en ese momento.
No es menor el hecho, ya que Simeone de ninguna manera es un improvisado. Sabe que acaba de dar una señal: ningún entrenador de nivel premium le quita dos años a un contrato de rédito máximo, salvo que su proyecto esté puesto en otro lado. Más cuando la percepción marca que el Patón acompaña este ciclo post trauma de la final perdida en la Copa América Centenario pero que ambién puede hallar su punto final en Rusia si es que - al menos - no logra convertirse en finalista. Encima, 2018 será el año anterior a las elecciones nacionales y no son pocos los signos de acercamiento entre el DT y el presidente Mauricio Macri. Una foto juntos, en Olivos, tres días antes de la definición en Nueva Jersey, movilizó una interpretación múltiple ofrecida por el lenguaje simbólico.
Dos de los principales técnicos del mundo a quienes dirigir la Selección no les cae nada mal. (Archivo)
La visión del juego que identifica a Simeone parece antagónica a la que abona Pep Guardiola, un admirador del fútbol argentino y sobre todo de entrenadores como César Menotti y Marcelo Bielsa. A los dos vino a consultar antes de dedicarse a la dirección técnica en su club de origen: Barcelona. Con el Flaco se reunió en Buenos Aires y con el Loco, en Rosario. Solía hacerlo también en España con Jorge Valdano y Ángel Cappa, aún cuando éstos se hallaban identificados con Real Madrid. En sus duelos de club con el Cholo hubo etapas en las cuales prevalecía el equipo de Messi y otras en la que se invirtió la relación más cerca en el tiempo, cuando por ejemplo Atlético de Madrid eliminó al Bayern Munich de Pep en abril pasado de la Champions League 2015/2016.
Ya en Manchester City, con un arranque exitoso en la Premier League - cinco triunfos en igual cantidad de fechas - fue el propio DT catalán quien tomó a un ídolo de los citizens como Kun Agüero y le pidió más compromiso a la hora de apoyar a sus compañeros en defensa. Inclusive, la crítica fue pública. La reacción del delantero fue positiva y los cinco goles marcados en el arranque de la temporada indican que quizá hasta su juego pueda haberse enriquecido a la hora de aplicarlo en el seleccionado argentino. Más ahora, cuando Bauza lo citó a él y también a Gonzalo Higuain para la serie eliminatoria frente a Perú y Paraguay.
Guardiola es un entrenador que por lo incesante de sus búsquedas encaja perfectamente con el sueño de buena parte del ámbito futbolístico nacional. Si se hiciera una compulsa masiva es muy probable que se lo aceptara a mediano o largo plazo como el primer director técnico extranjero que haya dirigido a la Selección. Es más: si bien está más cercano a la filosofía de juego menottista no es menos cierto que su tacticismo - cuya bandera es el juego posicional - lo pone en un nivel de obsesión cercano al de Carlos Bilardo, aunque con visiones distintas sobre el metro patrón futbolístico.
Bauza, mientras, sigue su trabajo con más tranquilidad que la que tienen los propios dirigentes de una AFA que en las formas pareciera alejarse de las tensiones y de los conflictos, pero que en el fondo sigue en estado de anarquía. La reinserción de Leo como referente y líder le sirvió al DT para posicionarse en la gestión y además para fortalecerse a pie firme en un terreno que se le presentaba fangoso de entrada. El Patón siente que está fortalecido y que cualquier indicio de cambio recién podrá producirse a partir de agosto 2018. Aunque los posibles candidatos sean de peso, sólo una hecatombe podría adelantar el final de su mandato.
El Patón empezó con 4 de 6 puntos y encamina al seleccionado rumbo a la Copa del Mundo. (Archivo)