La Salada en Santa Rosa parece tener los días contados y por decisión de su dueño, Jorge Castillo, la feria cerrará sus puertas a fin de año. Así lo confirmó a Los Andes, Roberto Fernando Solorsa, abogado y amigo del empresario: "Las instrucciones que tengo son las de preparar todo para la retirada. Nos vamos de Santa Rosa en 60 días", aseguró.
La feria La Salada abrió en setiembre de 2013, luego de un acuerdo entre el ex intendente Sergio Salgado (FpV) y Jorge Castillo, quienes prometieron un “polo de desarrollo textil para el oeste argentino”, aunque la realidad es que la comuna hizo pocas inspecciones y permitió la precariedad: un lugar que parece estar siempre en obra, con problemas de luz y agua en los locales, y que suma cerca de 900 puestos, aunque sólo poco más de la mitad son de ladrillo.
A la Salada la visitan unas 15.000 personas por fin de semana, aunque en el último tiempo, la afluencia menguó y eso también habría influido en la decisión de Castillo. La feria nunca pagó tasas municipales y hasta marzo, el arreglo entre Castillo y Salgado era que el intendente administraba el dinero generado en la playa de estacionamiento, una plata importante de la que no hay registro en las cuentas municipales y por la que Salgado, entre otros temas, debe responder ante la Justicia. “A Rentas de la comuna nunca ingresó dinero por La Salada”, confirmó el secretario de Gobierno, Walter Fredes.
Recién a partir de este año, luego de la renuncia de Salgado, detenido por delitos contra la administración pública, la nueva gestión interina, de la concejal Norma Trigo (UCR), buscó un acuerdo con Castillo para habilitar la feria.
“Queremos cobrarle tasas, pero primero hay que habilitarla y para eso, la feria tiene que estar en regla”, explicó Trigo: “Hay problemas con los planos, con el agua, con la luz, con la edificación; les paramos la obra hasta que presenten los nuevos planos pero la realidad es que no muestran voluntad para hacerlo”.
Aunque una mayoría viene de afuera, en La Salada trabajan muchos santarrosinos, algunos de manera directa, con sus puestos de venta; otros en la obra o en la vigilancia, pero también hay remiseros que trasladan a compradores o vecinos que alquilan habitaciones a feriantes que vienen de Buenos Aires.
No está claro de cuánta gente se trata, pero en cualquier caso no serían menos de 200 familias locales que están ligadas a la feria: hay preocupación entre los vecinos y a la comuna le cuesta la decisión de clausurar: “Queremos que la feria se quede pero en regla, porque tampoco es justo para los negocios de Santa Rosa que pagan impuestos. Si Castillo se va no es mi culpa”, se atajó Trigo.
Solorsa dijo que la decisión de Castillo no es intempestiva: “Recién ahora sale a los medios, pero él hace meses que se desilusionó, que se cansó del manoseo. Castillo generó muchos puestos de trabajo, con un emprendimiento millonario y en un territorio donde nadie apuesta por un negocio. La inversión de Castillo es importante, pero le resulta más conveniente irse que quedarse”.
Para Trigo, la decisión de Castillo es política: “No sé si se va a ir. A la comuna no ha llegado nada y de todos modos no es mi culpa. Sí creo que esto es político. Él pidió en una radio santarrosina que en las elecciones municipales no votaran por mí”.
En su cuenta de Facebook, Castillo explicó los motivos: “No me dejan trabajar. No me dan garantías de ninguna naturaleza. No me dan ninguna certidumbre para que siga invirtiendo”, dice en un tramo. También parece influir el monto anual de tasas que debería pagar La Salada una vez habilitada, y que, según la comuna, ronda los $ 20 millones anuales.
Feriantes con proyecto propio
A la comuna de Santa Rosa ingresó el proyecto de un grupo de feriantes, la mayoría de ellos de Guaymallén y Godoy Cruz, para abrir una segunda feria, similar a La Salada y también al costado de la ruta 7, aunque en el distrito de la villa cabecera.
“Han comprado un terreno, que ya han cerrado y nivelado, y quieren abrir una feria textil similar a La Salada”, explicó Norma Trigo y siguió: “Vamos a reunirnos en estos días, pero les he dicho lo mismo que a Jorge Castillo: necesitamos que se ajusten a las normas legales para que pueda ser habilitado”.
El proyecto apenas está en su etapa inicial, pero esta semana un grupo de esos feriantes se reunirá con Trigo para avanzar en la idea.