Más allá de la detención de su dueño, Jorge Castillo, en medio de un allanamiento realizado en Buenos Aires, la feria mendocina de La Salada, ubicada en el kilómetro 920 de la ruta 7 en Santa Rosa, abrirá este fin de semana con normalidad, según informó la comuna: “Pese a la detención de Jorge Castillo, no existe razón legal para que la feria deje de funcionar”, resumió Marcos Nuarte, secretario de Gobierno del municipio.
La feria inauguró en setiembre de 2013, luego de un acuerdo entre el ex intendente Sergio Salgado (FpV) y Jorge Castillo, quienes prometieron un “polo de desarrollo textil para el oeste argentino”, aunque en realidad la comuna hizo pocas inspecciones al lugar y permitió la precariedad durante mucho tiempo.
Así, La Salada es una enorme feria que parece estar siempre en obra, con problemas de luz y agua, y unos 700 locales repartidos en una red de 15 pasillos. Por fin de semana concurren unas 10.000 personas y casi 200 de los comerciantes son vecinos de Santa Rosa, a quienes la administración no les cobra el puesto de venta, como parte del convenio con la comuna.
“Después de la mala experiencia que dejó Salgado, hoy tenemos un convenio con La Salada, que firmamos en enero y que se extiende hasta julio. Ese es el plazo que tiene la feria para poner toda su infraestructura en orden y ser habilitada”, explicó la intendente Norma Trigo y aseguró que los plazos “se vienen cumpliendo”.
La verdad que después de más de tres años de abrir todos los fines de semana, La Salada atiende al público sin habilitación municipal. En realidad, hasta comienzos de año, la feria ni siquiera pagaba impuestos municipales, ya que el arreglo entre su dueño, (detenido desde ayer, acusado de asociación ilícita), y Salgado era que el ex intendente administraba el dinero generado en la playa de estacionamiento, una plata importante, de la que no hay registro en las cuentas municipales. Por esa grave irregularidad, Salgado fue imputado junto a otros tres ex funcionarios y deberán responder ante la Justicia.
Hoy, mientras la comuna espera que La Salada cumpla con el convenio de obras para dar habilitación al predio, la feria paga $160.000 mensuales, a cuenta de tasas municipales: “No podemos cobrar impuestos hasta que no sea habilitada y no será habilitada mientras no cumpla con el plan de obras y las normas que rigen para todos los comercios”, explican desde la comuna.
La paciencia del municipio con la feria para normalizar su infraestructura tiene una razón: no solo se trata de uno de los emprendimientos que más dinero paga en concepto de tasa, sino que también es una importante fuente de trabajo para el pueblo, ya que no solo hay que tener en cuenta a los casi 200 feriantes locales, sino que hay movimiento de remises, alquiler de casas y locales para los comerciantes que vienen de afuera.
“La detención de Castillo no afecta a La Salada de Santa Rosa porque existe un apoderado local de la feria, que es quien responde por este convenio. Esa administración local ha presentado planos, avanzan con obras y está trabajando en el proyecto de impacto ambiental; creemos que van a llegar a tiempo con lo acordado”, dijo Trigo y subrayó: “La comuna no tiene ningún trato particular con La Salada, más allá de la inspección de bromatología en los puestos de comida. La comuna hoy no tiene nada que ver con la playa de estacionamiento, con la seguridad o la limpieza. Todo eso corre por cuenta de la administración”.
La Salada de Santa Rosa abre los fines de semana y el resto de los días permanece cerrada. Ayer, había en el lugar maquinaria pesada pero no se veía movimiento, más allá de los guardias que cuidan las instalaciones.
Emporio ilegal que CFK quiso exportar
La Salada es el complejo de ferias informales más grande del país. Y Jorge Castillo es su cara más visible, un hombre que públicamente siempre se declaró en contra de la falsificación de marcas, pero que se mueve al fleje de la ilegalidad en un mundo donde el dinero siempre circula en efectivo, sin facturas y en medio de presiones y negocios turbios.
Castillo tuvo buena llegada al polémico ex secretario de comercio K, Guillermo Moreno, quien incluso lo definió como su “amigo”, y de su mano acompañó a la ex presidenta Cristina Fernández en su gira de negocios por Angola en 2012.
El hombre es dueño reconocido de la feria Punta Mogote, uno de los tres predios legales que operan en La Salada -los otros son Urkupiña y Ocean-. Y la feria es el paraíso de las marcas truchas producidas en muchos de los 30 mil talleres clandestinos que abastecen a los puestos, con una facturación muy por encima de los $ 300 millones por cada uno de los dos días por semana que abre.
Castillo también reconoce la propiedad de la feria de Bogotá y Nazca (Flores), y algunas sucursales en otras provincias. Incluso intentó abrir una saladita en una galería de Palermo. Varias veces se jactó de vivir en Puerto Madero y hoy tiene una vida muy acomodada, con una lujosa mansión en Luján.
La Salada nació en 1991 con un pequeño grupo de bolivianos asentados en el predio de un antiguo complejo de piletas. Creció durante el menemismo y en los últimos años llegó a ocupar 20 hectáreas con más 7.000 puestos con ropa pero también CD “truchos”, juguetes y comida rápida. Hasta el gran desalojo de 2015.
El complejo tomó dimensión internacional cuando el diario El País, de España, lo mencionó como “el mercado negro más grande de América Latina”, según la justicia de Estados Unidos.
El diario contó que según el Departamento de Comercio de Estados Unidos, los precios de la Salada no ofrecen ningún misterio: se trata de "productos pirateados o de contrabando, porque el control legal ha sido escaso e intermitente, y eso en el mejor de los casos". CC