No le importó el protocolo al enorme toro negro, Gran Campeón Brangus, el hocico repleto de cucardas. Minutos antes del acto inaugural de Palermo escapó de su cuidador y corrió por la pista central, una tonelada de furia desafiante. No le importó tampoco el protocolo a Luis Miguel Etchevehere, titular de la Sociedad Rural Argentina, siglo y medio de historia sobre sus espaldas. Desde el palco oficial, criticó con una dureza sin retorno a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Los definió como corruptos, ignorantes e ineficaces. Los caracterizó como un “populismo demagógico”. Habló de la “década depredada”.
Hacía mucho frío cuando a las 11 comenzó la tradicional ceremonia por la 128 Exposición Rural. Cuatro bandas militares (ninguna de ellas dependiente del Gobierno nacional) se esforzaron sin éxito por animar las tribunas. Hasta que el toro escapó y Etchevehere bramó, todo había sido frío.
Se esperaba un discurso duro. Pero el de ayer tuvo un ingrediente particular: la próxima exposición, en julio de 2015, tendrá la sucesión presidencial a la vuelta de la esquina. Esta Palermo tuvo más olor a despedida, se parecía a un velorio. Etchevehere prometió que evitaría “hacer leña del árbol caído en el ocaso de un gobierno que termina dentro de 16 meses”. Pero fue, sin concesiones, lo que hizo.
“En concepto de retenciones, el Gobierno recaudó 76.000 millones de dólares en diez años. Se llenaron los bolsillos como nunca. Ningún gobierno tuvo tanto poder y tanto dinero. Y sin embargo, no solucionó ningún problema de fondo”. Fue el primer palazo.
“El populismo demagógico cree que todo se resuelve con algunos pesos y mucha publicidad. Este gobierno no quiere resolver los problemas de los más necesitados; se los quiere sacar de encima y valerse de ellos como capital electoral. Este proyecto no tiene alma, no tiene en cuenta las personas. Sólo le interesa la rentabilidad lograda mediante el fracaso de las mayorías”, prosiguió.
“El corrupto es un hombre que se aprovecha del poder para robar dineros públicos. Eso es intolerable para todos (los) que se levantan al alba para trabajar y no para fabricar billetes o apropiarse de empresas ajenas”, aludió al caso Ciccone. Y logró chiflidos de reprobación.
“Fue la década depredada. Depredaron los recursos del campo, las reservas energéticas y las del Banco Central. Depredaron la credibilidad de las estadísticas públicas. Y se extiende sobre todos la sombra de un nuevo default, mientras nos dicen que la cuenta la pague el que sigue”, remató.
Ya sin tanto frío, las tribunas aplaudieron varios tramos. Y hasta hubo un momento en el que corearon “Argentina, Argentina”. Reinaba entre los hombres del campo cierto orgullo por haber sobrevivido a los embates de un gobierno que lo convirtió en su enemigo.
El titular de la Rural estuvo flanqueado por sus pares de las otras entidades agropecuarias. “Resistimos el atropello autoritario”, dijo, y no solo destacó a la Mesa de Enlace sino la presencia del Foro de Convergencia Empresaria, que acompañó con su apoyo desde el palco.
“Es hora de probar con lo nuevo. Decidámonos a aplicar el sentido común y garantizar la seguridad jurídica. Entonces lloverán miles de inversiones”, provocó un ruralista convencido de que la mayoría de los argentinos piensa como él: “Por toda la República se extiende una convicción unánime: es urgente cambiar el rumbo”.
En ese sentido, Etchevehere saludó las promesas que los partidos opositores hacen al sector y les metió presión: “Esperamos que pronto se transformen en hechos concretos”.