La sorpresiva renuncia de Juan Carlos Schmid pareció ayer haber sido el inicio de un paulatino "vaciamiento" de la legitimidad política de la conducción de la CGT, que desde los sectores que responden al dúo de Héctor Daer y Carlos Acuña aseguran que no es tal.
"No habrá un reemplazante de Schmid. Tampoco un debilitamiento de la conducción", evaluó un dirigente con fuerte influencia en la conducción cegetista.
Según esa fuente, si se convocara a un Comité Central Confederal para elegir nuevas autoridades, la mayoría la conservarían los "gordos" y los "independientes", que tienen el grueso de los sindicatos con mayor cantidad de afiliados.
Curiosamente, desde el sector menos dispuesto a confrontar con las políticas del Gobierno, sostienen que la renuncia de Schmid es "funcional" a la Rosada, como también al sector opositor que le disputa el poder con Hugo Moyano a la cabeza.
Respecto del camionero, porque la noticia de la salida de Schmid apareció capitalizada por Pablo Moyano, el primero en confirmarla la noche del domingo; a lo que ayer su padre le dio una explicación política: "No es cómodo estar en la CGT sin poder ejercer plenamente las decisiones que se reclaman desde abajo".
En el Gobierno se cree que la renuncia llega justo cuando el triunvirato se fortalecía, cuando aparecía agonizante desde la crisis producto del frustrado paro de diciembre pasado, cuando las protestas callejeras contra la reforma jubilatoria coparon la escena.
El respaldo de los sindicatos de las 62 Organizaciones del barrionuevismo, la ratificación del paro del martes pasado y con ello del triunvirato. El razonamiento gubernamental es que el sindicalismo quedó aún más dividido, en una suerte de espejo con lo que sucede con el peronismo político, interpretó aquella fuente.
Schmid pugnaba por un plan de lucha después del paro del martes pasado, segundo en un trimestre contra la política del Gobierno: "Si no hay plan B, habrá resistencia sindical", dijo ese día. Daer y Acuña, en cambio, considerarían riesgoso un plan de lucha porque, dijo la fuente, entienden que la debilidad del Gobierno es tal que "temen ser factor desestabilizante"; más aún, prevén que los tiempos de la protesta decembrina podrían adelantarse.
Desde el sector opositor, en cambio, sostienen que la salida de Schmid obliga al dúo cegetista a profundizar su enfrentamiento con el Gobierno, o a tener que habilitar el mecanismo para una renovación dirigencial. La estrategia parece ser producir una sangría en la representatividad de la conducción de la CGT.
Ayer se fueron del consejo directivo los sindicatos moyanistas de peajes y los aeronavegantes. Dicen que a ellos les seguirán los próximos días los de canillitas, ceramistas y guincheros. ¿Alcanzará para provocar un cambio significativo en la orientación de la CGT?