La Reina - Por Jorge Sosa

Hay quienes quieren eliminar la figura de Reina. No sé si la quieren reemplazar por otra figura o no quieren a ninguna.

La Reina - Por Jorge Sosa
La Reina - Por Jorge Sosa

Nos vamos acercando vertiginosamente a la fiesta grande de los mendocinos y cada vez sentimos la sensación de esa fiesta más pegada a nuestra piel. Ya están realizados todos los ceremoniales previos de la magna celebración.

Hubo fiestas distritales y fiestas departamentales para tirar para arriba y las elegidas para la gran elección ya tienen nombre y apellido y un rostro que las identifica, porque en definitiva lo que se desarrolla es un concurso de belleza. Se trata de elegir la cara más bonita.

La gente toma parte, mira, observa y se va inclinando por una u otra candidata, que es su modo de participar. Como siempre ocurrieron los lugares comunes de todas estas fiestas: la Virgen de la Carrodilla que no se perdió ningún festejo y la disconformidad de algunas cortes con la Reina que fue elegida. Entonces se habla de “tongo” o arreglo y promocionan la bronca en cuanto medio de comunicación encuentran cerca, que siempre hay algunos.

La Reina de la Vendimia es una institución antiquísima que viene de aquellas primeras fiestas rurales que se hacían en la Mendoza de otros siglos, aunque la forma de elección era bien distinta.

Desde entonces se ha transformado en una institución provincial, a tal punto que tanto Reina como virreina nos representan en distintos lugares del mundo y para eso son preparadas.

Se les cambia la vida a las elegidas. De aquel inicio en que un vecino vino a proponerle a la familia que presenten a la nena en la fiesta de la vendimia del barrio hasta la coronación en el Teatro Griego Frank Romero Day pasa mucha agua bajo el puente y la nena se transforma, adquiere personalidad propia y pasa a ser la famosa de la familia. Entonces es cuidada, atendida, reverenciada por qué no.

Es que las vivencias que suman son muy fuertes: participar de Vía Blanca y Carrusel arriba de un carro que no está a la altura de su belleza, pero la lleva al fin, es una experiencia única que muy pocas han tenido la suerte de disfrutar y más cuando se le suma la gran celebración de los cerros, cuando es presentada frente a miles y miles de personas que la aplauden (a algunas las aclaman).

Hay que soportar el chubasco emocional que esto implica. De ser una simple piba bien vista en el barrio a representar un departamento hay un trozo muy grande de sentimiento en juego, muy grande.

En estos tiempos se ha desatado otra mirada en torno a estas personitas que engalanan las manifestaciones vendimiales. Hay quienes pretenden eliminar la figura de Reina. No sé si la quieren reemplazar por otra figura o no quieren a ninguna. Dicen que es cosificar a la mujer, transformarla en un objeto de disputas y de intereses que nada tienen que ver con la pureza de una fiesta.

Yo, a primera vista, no encuentro ninguna falta de respeto hacia las consagradas, es más, creo que tienen el respeto de toda la población y son admiradas por sectores tan importantes como los niños, pero puede que los que se oponen tengan razones que yo no veo y terminen por hacer triunfar su postura con los años.

Ahora, ¿qué sería la Fiesta de la Vendimia sin Reina? Creo que perdería parte del encanto y la fantasía que la reviste. El tema está planteado y seguramente se volverá a él en el futuro.

Mientras tanto hay una niña que va a vivir un momento muy especial, tal vez el más especial de su vida. Hagamos que sea para ella un momento de felicidad plena. De nosotros depende, de sus súbditos.

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