La reina Isabel II y miembros de la familia real británica pidieron a sus consejeros "una solución factible" y rápida para el futuro del príncipe Enrique y su esposa Meghan, luego de que renunciaran a sus funciones reales, en una sorpresiva decisión que sacudió al Reino Unido.
La agencia Press Association y la cadena televisiva Sky News citaron a una fuente anónima del palacio de Buckingham que aseguró que la monarca, así como el príncipe Carlos y el príncipe Guillermo quieren respuestas "en días, no semanas".
La conmoción es tal que relegó a segundo plano el voto histórico del Parlamento británico que, tras años de caos y división, ha dado luz verde a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. En su lugar, todo el país hablaba del "Megxit".
Enrique, hijo menor del príncipe Carlos -heredero al trono-, y Meghan, una actriz californiana que renunció a su profesión al entrar en la familia real, anunciaron que se retiraban "como miembros de primer rango de la familia real" para "adquirir independencia financiera".
"Es extraordinario que hayan dado este paso sin consultar a la reina, o incluso sin consultar al padre de Enrique", dijo a la AFP Richard Fitzwilliams, experto en la monarquía británica, considerando que "se fueron como rebeldes".
Pese a que llevaban tiempo mostrando incomodidad con la presión mediática y las imposiciones de sus cargos, la forma de actuar de Enrique, de 35 años, y Meghan, de 38, "causó una gran decepción en la familia real británica", afirma otra especialista, Victoria Murphy.
Porque además de ser "un negocio", la monarquía "es también una familia", dice, y "esto es tan personal como profesional".
Por si tenía poco con que lidiar, después de que su hijo Andrés abandonase todas sus funciones públicas debido a su amistad con el difunto pederasta estadounidense Jeffrey Epstein, Isabel II ve a sus 93 años como la familia real pierde a dos de sus miembros más populares, aunque controvertidos.
Fieles a su sentido del humor y su pasión por las apuestas, los británicos comenzaron a especular sobre qué hará la pareja tras sacudir la centenaria institución.
Encabezan las opciones de los corredores de apuestas que anuncien un nuevo embarazo este año, se instalen definitivamente en Estados Unidos y Meghan vuelva a actuar.
Algunos soñaban incluso con que se interprete a sí misma en una próxima temporada de "The Crown", serie histórica de Netflix, aunque su productora ejecutiva, Suzanne Mackie, dijo a la agencia de noticias británica PA que la saga no iría tan lejos: "dudo que lleguemos hasta el presente".
El que no perdió un instante fue el célebre museo de cera de Londres, Madame Tussauds, que inmediatamente separó las figuras de los duque de Sussex de las de Isabel II y otros miembros de la familia real.
Mientras tanto, británicos y extranjeros parecían discrepar sobre la decisión de Enrique y Meghan.
"Creo que va a hacer que mucha gente se distancie de ellos", dijo a la AFP el inglés Paul Brown frente al Palacio de Buckingham.
"Meghan Markle será presentada como la mala. La gente dice que está dividiendo a la familia, pero qué saben ellos, nadie sabe lo que realmente está pasando", se indignaba Tina Juilliert, una turista estadounidense ante el castillo de Windsor, al oeste de Londres.
Algunos medios compararon esta decisión con la estrepitosa abdicación en 1936 del rey Eduardo VIII -tío de Isabel- para casarse con Wallis Simpson, una estadounidense divorciada como Meghan.
Y criticaron una voluntad de independencia financiera percibida como hipócrita. La dotación real a la que pretenden renunciar los duques de Sussex solo representa un 5% de sus gastos oficiales, ya que el resto está financiado por los ingresos privados de Carlos.
La pareja, que dijo querer dividir su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica, afirmó asimismo que pretende seguir viviendo en Frogmore Cottage, una casa en los terrenos del castillo de Windsor cuya renovación se pagó con 2,4 millones de libras de dinero público.
Seguirían además beneficiándose de un servicio de seguridad estatal.
Pero en ningún momento dijeron querer renunciar a sus títulos nobiliarios, aunque su nuevo estatuto debería permitirles, a partir de ahora, ganar dinero con sus actividades, aprovechando su relevancia mediática y social.
Enrique, que antes de sentar cabeza era conocido como el miembro más disipado y problemático de la familia real británica, está desde muy pequeño dolido por la muerte de su madre, la princesa Diana, en 1997 en París en un accidente de tráfico cuando era perseguida por los paparazzi.
Siempre tuvo una difícil relación con la prensa y recientemente se querelló contra varios diarios asegurando que están acosando a su mujer como lo hicieron con su madre y asegurando tener que protegerla a ella y a su hijo Archie, de ocho meses.