La reconversión de viñedos

El Gobierno de la provincia anunció que destinará una parte importante del dinero destinado a la compra de vinos, para la reconversión de viñedos. Una decisión importante porque se apunta a la calidad y beneficiará a los productores.

La reconversión de viñedos

El Gobierno destinó una suma de dinero para la compra de excedentes y la naturaleza aportó problemas climáticos que afectaron la producción. Así entonces, ante la “salida” de parte del vino sobrante y la posibilidad de una cosecha mucho más chica que la prevista, el precio de la uva y del vino subió y con ello llegó el alivio -no todo, por supuesto- para aquellos productores que lograron salvarse del granizo, la peronospora, la botritis y la polilla de la vid. No lograrán ganancias importantes pero al menos podrán modificar la tendencia de que muchos finqueros quedaran fuera del sistema.

Frente a ese panorama, no es del hecho quedarse de brazos cruzados y esperar a que el año que viene un nuevo fenómeno de El Niño vuelva a regular la producción. Tampoco puede pensarse en la aplicación de medidas coyunturales, en razón de que terminan siempre en lo mismo: el Gobierno destinando fuertes sumas de dinero para salvar un año, en la seguridad de que la situación se repetirá a lo largo del tiempo.

De allí que resulta mucho más efectivo establecer medidas estructurales que permanezcan en el tiempo y que generen nuevas expectativas y, en ese esquema, la iniciativa de reconversión de viñedos, anunciada por el ministro de la Producción, se presenta como una medida interesante.

Por si hicieran falta ejemplos, podríamos remitirnos a lo que sucedió en oportunidad de la implementación del Mercosur. Uruguay, que tenía la casi totalidad de sus hectáreas implantadas con uvas no vitiviníferas, pidió siete años de plazo para la aplicación de la libre circulación del vino por los países intrabloque.

En ese lapso impulsó una fuerte reconversión hacia su variedad emblemática, la tannat y hoy ese país tiene una vitivinicultura exitosa. Distinto fue Brasil que, en su afán de defender a los productores de Río Grande do Sul, no internalizó el protocolo vitivinícola. Siguió aceptando las uvas “chinche” y hoy su vitivinicultura es bastante pobre, sólo salvada por una pequeña parte de vinos finos y especialmente champán.

El caso de la Argentina es bien conocido por todos y el gran salto se produjo cuando los bodegueros entendieron que la base del éxito se centraba en elaborar vinos de calidad, acordes con los gustos del consumidor y que permitieran ganar los mercados externos. Si bien la incorporación de tecnología en bodegas y el trabajo de enólogos fueron importantes, lo fue también la calidad de las uvas, partiendo de la base de que “los grandes vinos nacen en los viñedos”.

Hubo una fuerte reconversión hacia variedades nobles, mientras paralelamente se ganaron nuevos espacios para uvas de calidad, como sucedió en el Valle de Uco, todo ello acompañado por un plan estratégico que fue tomado como ejemplo por las autoridades nacionales para ser aplicado en otras actividades.

Si el anticipo del ministro Vaquié se cumple en los hechos, se puede dar un salto importante con vistas al futuro porque se erradicarán viñedos de menor calidad enológica para ser suplantados por otros de uvas de gama media y alta, con lo que no será necesario establecer un porcentaje determinado en el acuerdo con San Juan -que este año no se alcanzó- porque naturalmente las uvas menos ricas irán destinadas a mosto.

Siempre en el plano de la reconversión, será importante la tarea que desarrolle el INTA, aconsejando a los productores sobre determinados varietales de acuerdo con la zona. Es el cambio estructural que la vitivinicultura necesita para seguir avanzando.

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