La reconciliación entre el Paco y la Cristina

Como en los buenos viejos tiempos de Néstor, cuando quería seducir a Cobos, ahora vino ella a intentar seducir a Mendoza con una bolsa de regalos algo más módica. Y a perdonar a Pérez después de la pelea.

La reconciliación entre el Paco y la Cristina
La reconciliación entre el Paco y la Cristina

Ayer ocurrió otra de las ya incontables cadenas nacionales de Cristina, esta vez desde Mendoza, donde ya va quedando en claro que en contraposición con lo que dice el artículo que rige su emisión, lo importante de dichas cadenas no es lo que se dice sino quién lo dice. Por lo tanto, cada vez que hable Cristina, de lo que a ella le venga en real gana, habrá una. Por divina voluntad. Ya discutir legalismos no vale la pena, la única verdad es Cristina.

El acto fue bien a lo mendocino, festivo pero tranquilo, con una presidenta medida tanto en su estilo como en sus dichos, a diferencia del Gobernador, que parecía más sacado, gritando exultante como si se hubiera extirpado una espina de la garganta luego de la reconciliación entre el caballero y la dama.

Que de eso se trató la visita, de una reconciliación, de un reencuentro entre la Nación y Mendoza, porque es bien sabido que cuando Cristina se enoja contra alguna persona o personas de un determinado lugar, también se enoja con ese lugar. Por eso, cuando enfureció contra los peronistas mendocinos también odió a Mendoza, tanto que entre otras picardías retaceó lo más que pudo el descubierto del Banco Nación para los sueldos de los estatales provinciales, haciéndoles pagar a los trabajadores sus cuitas con la élite peronista local.

Pero ayer todo eso quedó en el olvido. La Presidenta vino tranquila y en paz luego de saber que en la repartija electoral la mayoría de los cargos provinciales serán para los peronistas provinciales, pero la mayoría de los cargos nacionales por Mendoza serán para Ella, sólo para Ella. O sea que a partir de diciembre tendremos que rogar para que los intereses de la Provincia y los de Cristina (cuando ya no sea presidenta) coincidan, porque si no inevitablemente nuestros representantes nacionales por Ella, ya sabemos de qué modo votarán.

Más allá de haber ganado esa partida electoral, Cristina no vino con espíritu vengativo. Sólo advirtió con ánimo casi matriarcal que lo importante no son los nombres ni los cargos sino pertenecer al proyecto de Ella, que empezó Él. Y como excepción que justifica la regla, sólo nombró un nombre: el de Anabel, la jovencita camporista preocupada por Malargüe que la inspiró para ofrecer un gasoducto al municipio sureño. Es que Anabel Fernández Sagasti venía de un momento feliz como miembro de la orga: se había peleado con Lilita Carrió en tanto presidenta de la comisión especial encargada de arremeter contra el juez Fayt. Y esa pelea la ponía en las ligas mayores. 
La piba para la revolución aparece como la nueva promesa mendocina de reina Cristina, quien no se privó de remarcar que ahora en Mendoza Ella ya tiene representante. Una futura senadora nacional formalmente por Mendoza que en el Senado representará realmente a Cristina. Como en toda monarquía hecha y derecha. O hecha y de "izquierda" como les gustaría a los chicos de La Cámpora y a su princesa Anabel.

Por cinco puntos perdieron en las PASO los peronchos con los radichetas. Por eso esta vez Cristina vino en son de enamorar a Mendoza, a ver si puede levantar esa diferencia no tan enorme, aunque ella ya esté conforme con la ganancia que obtuvo en los cargos legislativos nacionales. Y a cambio, a los cumpas de la provincia les regala una esperanza y una lección como diciéndoles: “Peronistas de poca fe, ¿por qué me abandonasteis y jugasteis en soledad separados de mí cuando ahora desearíais todo lo contrario?”.

Fue el propio Adolfo Bermejo, candidato a gobernador, quien reconoció el domingo a este diario  que no debieron desdoblar las elecciones por infundados temores.

En fin, que luego de unos meses de enojos profundos, la reconciliación llegó. El peronismo mendocino, que intentó una pequeña rebeldía soñando con rememorar viejas tradiciones libertarias locales, sabe que hoy eso es pecado mortal en el rígido mundo del cristinismo, pero que si uno es capaz de arrepentirse, en el edén kirchnerista las puertas siempre están abiertas.

Ahora, Paco y Cristina marcharán juntos contra las huestes radicales en busca de la utópica hazaña. Y hasta es posible que el bueno de Daniel Scioli, que en las PASO ni se animó a poner su nada valiente piececito en Mendoza por miedo al reto de la Cristi, ahora venga a visitar a los indultados.

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