Perteneció a la primera promoción de actores de la Escuela Superior de Arte Escénico de la Universidad Nacional de Cuyo. Fue discípula de la gran maestra de intérpretes teatrales, Galina Tolmacheva.
Antes y después de su egreso, en 1951, Eva Cabral brillaba como actriz interpretando obras de Molière, Chejov, Shaw. De hecho, durante la puesta de "Médico a palos" compartió escenario con el escritor Fernando Lorenzo, en su piel de actor.
En marzo de 1955, sobre las tablas del Independencia, junto al elenco universitario presentó el drama quechua "Ollantay", dirigido por Tolmacheva.
Pero Eva Cabral se alejó por un tiempo ("por razones personales", declaró) de esa carrera ascendente.
En los 60s, pasó fugazmente por la televisión pero regreso al arte dramático vino de la mano del grupo independiente Nuestro Teatro, que dirigía Carlos Owens.
Con él interpretó "Nuestro fin de semana", de Roberto Cossa, puesta que fue aplaudida en el Primer Festival Nacional de Teatro (1967), en Córdoba. Luego vendrían otros elencos (como Teatro de la Montaña), otros directores y otros éxitos.
En todos ellos, son memorables los protagónicos de Eva: "Comedia de una Madre", de Stanislaw Witkiewiez, "Canillita" y "La Tigra", de Florencio Sánchez y "La Malquerida", de Jacinto Benavente.
También fue una intensa recitadora de poemas. "Hay un niño en la calle" de Armando Tejada Gómez, fluía de un modo particular en su repertorio. Nadie que haya visto actuar a Eva Cabral puede olvidar el intenso sentimiento que irradiaba. Su pasión, ahora, ilumina las marquesinas de la historia de nuestro teatro.
Falleció el 30 de noviembre de 2014 a los 81 años. Sus compañeros de salas, ensayos y actuaciones la recuerdan como se recuerda a los inspiradores, celebrando su inolvidable talento.
