En esta columna nos hemos venido ocupando, desde distintas perspectivas, de lo que consideramos los problemas importantes que impiden el crecimiento económico, o lo que explica el enorme retroceso económico de nuestro país ocurrido en las dos últimas décadas. Basta pensar en un hecho que sorprende a muchos, no por cierto a quienes siguen con atención el funcionamiento de los países. Chile nos ha superado largamente en ingreso por habitante. Es un país que hace décadas, no muchas, se nos aparecía como el “vecino pobre”, comparado con nosotros. Hoy a ojos vista nos abochorna con una realidad económica envidiable. Entonces debemos preguntarnos qué hicieron ellos bien y qué hicimos nosotros mal. Esta comparación puede extenderse a otros países como Perú, Ecuador y Colombia, en los que el desempeño económico ha sido superior al nuestro.
Una de esas cuestiones claves en el comportamiento de la economía se refiere a lo que ocurre con la productividad de los factores productivos, concepto fundamental para entender el fenómeno de crecimiento o del estancamiento de un país. Los empresarios en general, aunque no todos, conocen bien el problema, pero la sociedad, o al menos parte importante de la población adulta, lejos está de entenderlo o conocerlo.
Lamentablemente los gobiernos nada hacen por educar sobre este tema. Cualquier manual de Economía enseña que la producción de bienes y servicios depende de la dotación y rendimiento de los factores productivos. Simplificando, los factores productivos, en la clasificación tradicional, son los recursos naturales, el trabajo y el capital. En el primer caso se trata de todo lo que aporta la naturaleza al proceso productivo. La tierra cultivable, el agua, los minerales, los recursos energéticos, hoy las energías renovables, por caso el viento y el sol. También en economía estos recursos se distinguen en renovables, que son aquellos que pueden utilizarse en forma reiterada (agua, viento, sol, tierra cultivables), y los no renovables, que se agotan una vez utilizados en el proceso productivo. Un caso clásico son los combustibles fósiles.
El trabajo es el tiempo y las capacidades intelectuales que las personas dedican a las actividades productivas. En economía, al referirnos al factor trabajo es frecuente hacerlo como capital humano, entendiendo la cantidad de personas y la educación y formación profesional que incrementan el rendimiento del trabajo. Muchos trabajadores con escasa capacidad y educación producen menos que unos pocos con alta capacidad y formación. Es justamente esta diferencia de capacidad y productividad una de las variables de la diferencia de ingresos entre trabajadores.
Cuando en economía se habla del capital como factor productivo, significa capital físico, es decir, máquinas, edificios, carreteras, aeropuertos, puertos, diques, red de riego, plantas de producción de energía. No es el capital financiero; las acciones de una empresa no son capital productivo, al igual que los plazos fijos en el banco. Lo mismo ocurre con la inversión. Inversión productiva son máquinas, equipos, instalaciones, tractores, cosechadoras, no la compra de activos financieros. Comprar bonos de deuda emitidos por el Estado no es inversión real, productiva.
En este punto es donde aparece el concepto de la productividad, cuál es el rendimiento, el producto que obtenemos de la dotación de factores productivos con que cuenta la sociedad. Ahí se observa un fenómeno esencial del funcionamiento económico de un país. Sociedades con similar dotación de factores obtienen productos diferentes; incluso algunas con menor dotación que otras obtienen mayor producto. Esto obedece a la productividad de cada uno de los factores y al conjunto de ellos.
Nuevamente el caso de Chile y Argentina es un buen ejemplo; con menos dotación de recursos nuestros vecinos, en no muchos años, nos han superado en producto o ingreso por habitante y la productividad de ellos es mayor que la nuestra. Ello obedece esencialmente a la organización institucional de la economía que tiene cada país.
Aquellos que estimulan el ahorro, la inversión productiva y están abiertos al mundo, crecen. Aquellos que incentivan el consumo presente no crecen, retroceden.
En Argentina tanto la productividad del trabajo como parte del capital son muy bajos y ello obedece a una mala organización institucional de la economía.