La producción primaria y sus problemas

Los productores tienen serios problemas para la comercialización de sus productos y se llega a la situación de que las dos puntas de la cadena de comercialización resultan afectadas: el productor primario y el consumidor final.

La producción primaria y sus problemas

Por tratarse de la principal actividad agrícola y quizás también por ser la más organizada, la trascendencia pública que alcanza a los problemas que sufren los productores de uva es superior a la del resto de la agricultura provincial.

Pero la realidad marca que los productores primarios, aquellos que trabajan la tierra, que deben realizar las tareas culturales, que deben invertir en agroquímicos y abonos para poder alcanzar una cosecha con productos de excelente calidad, se ven defraudados por el valor final de la cosecha.

En muchos de los casos, el producido no les alcanza siquiera para la compra de nuevas semillas que, por ser importadas, se compran al valor del dólar paralelo y la producción se vende en moneda nacional.

Se produce entonces una verdadera y preocupante contradicción, porque mientras en el caso del vino el dólar para exportar se encuentra desfasado respecto del aumento de los costos internos por inflación, en el resto de las actividades el valor del dólar, por tratarse del paralelo, supera a la inflación. Y pareciera ser que en el juego de la perinola que suele comprender la actividad agropecuaria, la ficha siempre cae en “pierden todos”.

Los números suelen hablar por sí solos. En la actividad vitivinícola, en el costo final de una botella el vino suele ser el insumo más barato porque es el único que se “cotiza” en moneda nacional. En la horticultura, un fardo de acelga (10 atados) es pagado al productor a $ 2, mientras en las verdulerías suele venderse a $ 5 y en los supermercados hasta en $ 7; resultante: el productor recibió $ 2 por lo que termina vendiéndose a 70 pesos o más.

Situaciones similares se observan en el resto de la actividad y se traslada también a la olivicultura en razón de que, en muchos de los casos los productores de aceitunas suelen verse obligados a vender al precio que fije a su criterio el comprador, pero con cheques que recién comenzarán a cobrar en seis meses, lo que les complica la tarea de poda que deben realizar indefectiblemente en esta época del año.

En su oportunidad, como gran parte de la feria de Guaymallén había sido ocupado por puestos “fijos”, las autoridades decidieron destinar un predio importante para que los productores pudieran vender sus cosechas directamente al público. Sin embargo no funcionó porque los productores perdían horas para el trabajo en la finca.

Por otro lado, la integración se ha dado con cierta fuerza en el caso de Fecovita, una cooperativa que nuclea a aproximadamente ocho mil productores de uvas.

Pero no se ha alcanzado en el resto de las actividades, con algunas excepciones que son válidas y dignas de destacar, como la tarea desarrollada por el INTA, que además de su labor específica decidió ampliar sus actividades y centró la mira en trabajar sobre la especialización productiva de comunidades específicas, a los efectos de unir a los productores para evitar su atomización.

Los profesionales no solo estudiaron el comportamiento de los plantines sino que los ampliaron hacia las condiciones de clima y de suelo de cada región, a los efectos de alcanzar productos diferenciados. Organizaron los procesos participativos en comunidades que habían quedado relegadas, trabajando también en criterios que incluían accesos a los mercados, a la tecnología y a las redes de cooperación.

Si bien se está desarrollando una veintena de proyectos, tres de ellos han demostrado sus resultados positivos. Uno de ellos, el de Colonia Molina, en Guaymallén, donde 40 productores comenzaron a centrarse en el cultivo del camote. Por iniciativa del INTA adquirieron la variedad que mejor se adapta a la zona, maquinarias para la producción y empaque y con esas variables duplicaron el rendimiento por hectárea y mejoraron la presentación comercial.

Otro tanto se alcanzó con productores de uva malbec en la zona de Medrano, mientras en Tunuyán se impulsó el funcionamiento de una feria franca, de la que participan pequeños productores del Valle de Uco.

La situación que atraviesan los productores primarios obliga a que las autoridades centralicen su preocupación en procura de alcanzar integraciones genuinas que les permitan defender su producción. No será una  tarea fácil ni de rápida aplicación, pero es necesario comenzar a trabajar en un proceso de cambio cultural que llevará tiempo, pero que el único que puede encabezarlo es el Estado.

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