La primera reina de la Vendimia

Ante una concurrencia realmente extraordinaria, que superó a todo cálculo posible, se llevó a cabo ayer, en forma dificultosa, la fiesta popular en la que debía coronarse la Reina de la Vendimia, elegida entre las reinas departamentales.

Es de lamentar que la falta de previsión por parte de las autoridades encargadas de la organización de la fiesta haya sido uno de los factores principales para que el programa no pudiera ser desarrollado en la amplitud con que había sido confeccionado. Los pocos números que se cumplieron fueron a costa de grandes sacrificios por parte de quienes los ejecutaron y de las personas que debían colaborar.

Se destacó la falta de policía para mantener el orden, cabiendo mencionar, como hecho elocuente, que la tarima en donde se desarrollaban los números del programa estaba guardada por un reducidísimo número de agentes, siendo necesaria la colaboración de los conscriptos que allí se encontraban presentes para mantener un relativo orden.

Otra falla sensible de organización fué el no haber hecho un tablado más amplio y ubicado a mayor altura a fin de que los números pudieran ser presenciados por lo menos por una buena parte del público y no por una mínima parte, como en realidad ocurrió.

La total invasión del field, en el espacio comprendido dentro del alambrado olímpico, fué producto también de la falta de previsión por parte de los organizadores.

También debe hacerse presente que una parte del público, lejos de colaborar al éxito de la fiesta, la dificultó en extremo al no acatar las órdenes que le daba la policía.

Los cálculos sobre la cantidad de público resultan en extremo difícil de efectuarlos, aun cuando es fácil presumir que fué un número superior a veinte y cinco mil personas.

En cambio, la ornamentación e iluminación resultaron un verdadero éxito pues el campo de deportes del Club Gimnasia y Esgrima ofrecía un aspecto realmente magnífico.

El programa se inició con una relativa normalidad en base a varios números de música y canto, continuando con bailes regionales nacionales y extranjeros, pero desde el momento en que éstos se iniciaron, empezó la verdadera lucha con el público, que poco a poco fué invadiendo la reducida tarima en que se llevaban a cabo.

Varias veces fué necesario suspender los números de baile para desalojar el público y en muchos casos los mismos debieron retrasarse por idéntica circunstancia. Este hecho hizo que el desarrollo del programa se demorara en extremo.

Sin embargo, el momento más difícil y en el que se perdió más tiempo fué cuando se iba a proceder a la proclamación de la Reina de la Vendimia.

Por espacio de más de cuarenta minutos la policía debió mantener un permanente esfuerzo con el público a fin de despejar la tarima y sus alrededores y conseguir que las reinas departamentales, acompañadas de sus respectivas cortes, pudieran llegar hasta ese lugar.

El desfile y presentación de las reinas también se realizó en forma en extremo dificultosa y sin que pudiera ser presenciado por la totalidad del público.

Finalmente, el jurado anunció que había sido proclamada Reina de la Vendimia la Srta. Delia Larrive Escudero, representante de Godoy Cruz.

La señorita Delia Larrive Escudero, acompañada por el miembro del jurado, intendente municipal de la Capital Sr. Peltier, se encaminó luego al palco presidencial, donde se le discernió el galardón instituido y recibió las felicitaciones del ministro de Agricultura y altas autoridades de Mendoza y San Juan. Igualmente fueron felicitadas las demás señoritas que habían sido proclamadas Reinas Departamentales.

Desde el momento en que se procedió a la proclamación de la Reina de la Vendimia, el público se empezó a retirar de la cancha, sumándose al que en gran cantidad ya se había retirado desde el comienzo de la fiesta.

Momentos después se prendieron fuegos artificiales, que llamaron justamente la atención del público.

Después de nuevos números de canto y baile y cuando el público ya se había retirado, se iniciaron los bailes populares que se prolongaron hasta avanzadas horas.