Si uno se para en la plaza del pueblo de Santa Rosa, esa que está al lado del edificio de la municipalidad, el barrio La Primavera queda mirando hacia el sur, a unas pocas cuadras y luego de bajar las vías del ferrocarril, en un terreno que hasta hace 20 años era finca de Agüero y que después se loteó y compró la cooperativa 6 de Setiembre.
Allí nacen dos caminos que pasan frente al barrio y que llevan hasta el río Tunuyán, que de río solo parece conservar el nombre porque hace años que por el lugar no pasa una sola gota de agua: "Está seco y los muchachos han armado en el cauce un circuito para andar en moto", dice Pedro, uno de los vecinos del barrio, algo resignado por la sequía del lugar.
Y allí, salvo por alguno que otro rancho previo, las 61 viviendas del barrio La Primavera fueron el primer caserío que hubo en la zona, "al otro lado de las vías", como dicen en el pueblo cuando se refieren a La Primavera. "Nosotros somos los del otro lado de las vías y ellos son los del centro", resume una vecina: "Cuando vamos al pueblo acá decimos que vamos para el centro", se ríe.
Al nombre de La Primavera lo consensuaron entre los vecinos, cuando el terreno ya había sido comprado por la cooperativa y todavía estaba en marcha todo el proyecto de urbanizar el lugar. "Hubo otras propuestas pero el nombre de Primavera fue el que más gustó, creo que tuvo que ver con la época del año en la que arrancamos", cuenta María Lourdes Camargo y recuerda que como ya había otro barrio Primavera, al de ellos hubo que agregarle el artículo para que permitieran anotarlo y así quedó: La Primavera.
El barrio se hizo por etapas: a las primeras 33 viviendas las entregó el IPV en 1996 y un año después se completaron 61 casas; luego, más acá en el tiempo se inauguraron otras 19 y ya hay 22 más en plena construcción.
Así, el barrio ronda el centenar de viviendas, un número más que importante para un barrio santarrosino. La mayoría de las casas son de dos dormitorios, aunque uno de ellos más amplio y con posibilidad de dividirlo a la mitad; los terrenos son generosos, asunto que permite proyectar ampliaciones en los fondos. "Me anoté para la primera etapa, recién casada y sin hijos; tuvimos esa oportunidad porque en ese entonces, para inscribirse en un barrio siempre daban prioridad a los matrimonios que tenían niños y acá no hizo falta, el único requisito era pagar la cuota del terreno y la urbanización", cuenta Noemí Goncalves, que se mudó a su casa a mediados de los 90.
El barrio La Primavera está contenido por las calles Catalán y El Altillo, que desde las vías del ferrocarril, el límite norte del barrio, viajan hacia el río Tunuyán a unos tres kilómetros al sur. "Hace unos cuantos años, la bajada al río era una cosa normal e iba mucha gente, pero como ya no pasa agua, solo van las motos a correr entre las piedras; la sequía es grande y mientras más lejos del dique El Carrizal, más se siente", dice uno de los vecinos.
Las calles internas hacen juego con el nombre del barrio y todas se refieren al asunto: Las Dalias, Los Paraísos, Los Ceibos y también está la calle 21 de Setiembre, a la que los vecinos llaman 'la avenida' porque tiene un bulevar al medio, aunque es de tierra como el resto; la avenida es la que está en el ingreso al barrio, entre las casas y la cancha de fútbol.
"Este siempre ha sido un barrio con muchos niños; hubo más de 120 el algún momento y entonces la escuelita de fútbol y la cancha son una diversión, pero también una contención social", dice María Camargo, la Marita en el barrio.
Y ahí entonces aparece en la charla con la gente, el proyecto de una plaza para el barrio, que hasta ahora no se ha construido porque al lote lo ocupa la cancha de fútbol: "El proyecto de una plaza está, pero también es cierto que la cancha es importante para el barrio, que hasta tiene su propio equipo de fútbol", cuentan los vecinos.
Detrás de la cancha corre entonces el ferrocarril y sus vías son parte del paisaje del barrio, como también lo es la bocina del tren cada vez que pasa, que suena antes del cruce de las calles para avisar que está llegando: uno de los pedidos de los vecinos de La Primavera es que pongan guardabarreras. "En plena madrugada el tren carguero pasa con su bocina; un bocinazo que se escucha en todo el barrio pero al que ya estamos acostumbrados después de tantos años", dice María Catalina.
Otro de los pedidos es construir un salón de usos múltiples para la reunión de vecinos y el dictado de talleres, que se han realizado esporádicamente en una vieja casa de adobes que existe desde antes del barrio; el asfalto par las calles también está entre los reclamos de la gente y finalmente, el tema de las cloacas, asunto que en Santa Rosa es reclamo generalizado porque todo el departamento carece del servicio, aunque los trabajos ya han comenzado en la villa cabecera, muy cerca de La Primavera.
Festejos y reuniones para recaudar fondos
La gente de La Primavera suelen coincidir en que la mayor virtud del barrio es la buena vecindad que mantiene, apuntalada en muchos aspectos, entre ellos, los festejos que el barrio mantiene y celebra cada año: el aniversario, el Día del Niño, la fiesta de fin de año suelen ser grandes convocatorias a las que incluso viene gente de otros barrios.
En La Primavera hay entonces un grupo de mujeres que se encarga de organizar esas fiestas y que sale a buscar donaciones y recursos. "Un bingo nos sirve para juntar fondos y organizar el chocolate del Día del Niño, donde siempre repartimos algún regalito", cuenta Noemí.
También la noche de Reyes es un festejo clásico en el barrio La Primavera y entonces cada 5 de enero los Reyes pasan en caballos, camioneta o caminando, depende de la organización, pero nunca dejan de llevar regalos a cada uno de los niños. "Sabemos cuántos hay en cada casa y más o menos sus edades, entonces el regalito que reciben tiene que ver con eso", agrega María Catalina: "juntar el dinero de eso lleva tiempo y la colaboración de mucha gente y también de algunos comercios".