Una de las consecuencias más serias de los incidentes de tránsito en nuestra provincia, es la gran cantidad de personas que deben ser atendidas en el sistema público de salud, ocasionando gastos entre 40.000 y 60.000 pesos a la Provincia por cada paciente.
De los 10.800 lesionados por accidentes que se registraron durante 2017 (29 por jornada), solo 19% de las víctimas fueron internadas en el sector privado, mientras que 81% quedó bajo la cobertura de la salud pública.
No es que estemos negando que así deba ocurrir, ya que para eso están los hospitales y otros efectores públicos, entre los que se cuenta el importante y calificado Sistema de Emergencias Coordinado (SEC). Este servicio es el que debe actuar por ley ante los incidentes viales.
Lo que queremos señalar es que lamentablemente una gran cantidad de heridos en colisiones y vuelcos se debe a hechos perfectamente previsibles y que se hubieran podido evitar, si los conductores guiaran sus rodados bajo la sana lógica del manejo defensivo y el acatamiento irrestricto a las normas viales.
Entonces es evidente que hay que seguir trabajando arduamente para que disminuyan los siniestros carreteros, que en determinados días y circunstancias sobrecargan los efectores sanitarios estatales. Hemos dicho que están para eso y afortunadamente su respuesta es a tiempo y óptima por el grado de prestación del personal médico, los enfermeros y otros integrantes de la cadena de atención, y en muchos casos por la premura del SEC en llegar al punto del percance (en ocasiones en 15 minutos o menos).
Por esa derivación de los heridos a los nosocomios públicos se han podido salvar muchas vidas.
Pero, reiteramos para no ser mal interpretados. Nadie que sale en automotor a trabajar, de viaje o por cualquier menester quiere tener un siniestro y terminar en un hospital.
Por eso la premisa es continuar con la cruzada de bajar la accidentología vial, situación que se debatió y de manera amplia en el reciente Congreso Internacional de Seguridad, organizado por la SAES (Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud) y el Gobierno provincial. Uno de los participantes de este encuentro que se viene repitiendo anualmente en el medio, el doctor Carlos Trad Fager, reiteró su preocupación por el alto nivel de siniestralidad que sigue agobiando a Mendoza.
Según estadísticas de esa institución, en lo que va del año (datos al 20 de octubre pasado), ya han fallecido 288 personas y una cantidad elevada resultó con lesiones de distinta consideración. Esa cantidad de decesos motivó un sombrío comentario de Trad Fager: "Es casi un muerto por día… ".
Entonces la pelea hay que seguir dándola para disminuir los accidentes con prevención, no solo por los altos costos de atención sanitaria sino por el luto y el dolor que causan y a ello apuntan las campañas referidas al manejo bajo los efectos del alcohol y el uso del celular durante la conducción.
Para reducir la siniestralidad vial es imprescindible insistir en la educación, aplicada de modo sistemático en todo el ciclo de enseñanza primaria y secundaria. Un gran número de percances con víctimas o con daños en las unidades se producen por las colisiones por alcance (cuando un conductor impacta con su vehículo en la parte trasera de otro automóvil, camión o motocicleta), una desafortunada realidad que simplemente se podría evitar guardando la distancia con el o los vehículos que nos preceden y marchando a la velocidad permitida para la calzada que usamos.
Otros aspectos son revertir el mal estado de calles y caminos de alto tránsito, situación complicada por la disminución en la inversión en obras públicas, e intensificar los controles en las vías de comunicación, hoy prácticamente inexistentes. Hoy se ven muy pocos policías en los accesos, fuera del personal que opera en jurisdicción del departamento de San Martín. Además, no se sabe bien qué sucede con los radares para medir las velocidades de los vehículos. La realidad es que no se usan, y es lo que pueden observar quienes transitan por los accesos Este, Sur y Norte.