Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar
Alfredo Cornejo guarda bajo siete llaves el secreto de su futuro gabinete. Pero hubo un nombre que inexplicablemente se filtró y llegó a oídos de quienes justamente no debía llegar. La consecuencia fue mucho más grave que un innecesario desgaste público.
Ese nombre es el del futuro jefe de policía, un comisario de la confianza del gobernador electo que no ocupa un lugar en la primera línea ahora y cuyo ascenso a jefe máximo va a provocar el descabezamiento de la cúpula actual.
La consecuencia fue que el elegido ya recibió amenazas telefónicas. Sin revelar quién es, ante la consulta de este diario, en el entorno del radical admiten que existieron tales llamados. Para desdramatizar, dicen que ni Cornejo ni el policía le dieron mayor trascendencia. Igual, están en alerta. Por algo, fue el nombre que más se buscó proteger desde que lo decidió.
La designación de un nuevo jefe implica que, automáticamente, todos los que hoy están por encima de él en la estructura policial deben pasar a retiro. Y algunos comisarios se resisten a dejar los cómodos y beneficiosos sillones que han ocupado durante casi ocho años, más allá de algunos enroques.
Desde que Carlos Ciurca asumió como ministro de Seguridad en abril de 2008, la 'fuerza' estuvo manejada por el mismo sector político y policial. Ambos, de una manera u otra, parecen resistirse al final de un ciclo. Los funcionarios, con decisiones sobre la hora para cubrir la retirada. El sector más duro de los uniformados, con esos llamados intimidantes al que viene a suplantarlos.
Por eso, hace tres semanas, Cornejo salió a pedir al gobierno peronista que no diera los ascensos habituales de fin de año y se los dejaran a él, así como hizo Julio Cobos con Celso Jaque cuando le tocó entregar el mando al PJ en 2007.
“¿Para que ascender a alguien que en un mes va a tener que pasar a retiro”, es el argumento no explicitado en aquella carta que el gobernador electo le envió al ministro de Seguridad, Leonardo Comperatore. Antes, hubo un llamado del radical al funcionario peronista para intentar persuadirlo, pero éste le solicitó que hiciera un planteo formal. Así surgió la nota.
Cuentan en el radicalismo que en esta retirada desordenada, hasta ha desaparecido la base de datos de Inteligencia Criminal. Hay un acta notarial que lo certifica.
En Seguridad, en tanto, se esperanzan por estos días en una definición de la Suprema Corte que le permita adjudicar el meganegocio de la verificación técnica vehicular antes de irse. Han recibido señales de que finalmente se levantará la medida cautelar que tiene frenada la licitación desde abril.
Cuenta regresiva
Cornejo ya transita el período “normal” de transición, esos 40 días que siempre hubo entre la elección y asunción del nuevo gobernador. Para llegar sin golpes a este momento, debió regular sus apariciones y opiniones durante más de cuatro meses. Así, evitó un desgaste anticipado.
El viaje a EEUU fue el punto de inflexión en la estrategia comunicacional cornejista. Con ese periplo de principios de mes, levantó definitivamente el perfil.
De ahí, la reunión de hace unos días con los gremios, que le permitió acercarse a un sector alejado del radicalismo y que puede ser un dolor de cabeza en unos meses, cuando comiencen las paritarias.
Ese encuentro modificó la opinión que se habían hecho de Cornejo algunos gremialistas, que se mostraron más abiertos y hasta satisfechos. Y a la vez le demostró al radical que el frente sindical estatal tiene muchas caras y no es un bloque compacto.
ATE, es cierto, mantuvo a rajatabla su inflexibilidad discursiva, aunque el pedido de 35% de aumento para el año que viene que ya hizo está 15 puntos por debajo de su reclamo inicial para 2015. Algo cambió.
La ausencia del SUTE es entendible en función del posicionamiento político del gremio, alineado con el kirchnerismo y que en su último plenario se manifestó a favor de la candidatura presidencial de Daniel Scioli. Después de hoy, esa postura puede cambiar sea cual fuere el resultado.
La extensa transición sí le permitirá a Cornejo llegar al Gobierno con una certeza mayor de la situación financiera, así como también le posibilitó controlar y hasta evitar algunas decisiones de su antecesor.
En este tiempo, estuvo diseñando su gabinete, ese que comparte parcialmente con sus más allegados y que muchos de los que lo integrarán aún no saben que lo harán. Él ha mantenido reuniones con todos, pero sólo les confirmó el “trabajo” a quienes serán sus ministros. Las segundas líneas se enterarán en los próximos días.
La revelación pública del equipo será el último día de noviembre o el primero de diciembre. Ha decidido esperar a que pase la elección municipal de Godoy Cruz, su territorio, para no opacar lo que cree será un triunfo aplastante.
La demora también buscó evitar un desgaste innecesario de los elegidos. “Si ya supieran quién va a ser el ministro de Salud, todos los días el periodismo le estaría preguntando por la crisis de los hospitales”, explica a los más impacientes.
El único nombre que nadie niega es el de Martín Kerchner como ministro de Hacienda, que por la necesidad de optimizar el gasto será una suerte de jefe de gabinete en las sombras, al menos en los primeros tiempos.
El resto de los ministerios pueden desaparecer tal como se los conoce ahora por las fusiones que hará. El objetivo es eliminar 200 cargos políticos y así ahorrar hasta 3 millones de pesos por mes. La suma suena ínfima para el presupuesto provincial, pero busca ser un gesto a la sociedad.
Ese equipo con el que saldrá a la cancha el 9 de diciembre tendrá algunos “reciclados” de los últimos gobiernos radicales. Pero aseguran que serán los menos y no estarán en la primera línea. “No se puede empezar de cero en todas las áreas”, argumenta Cornejo a los suyos.
Lo que parece seguro es que muchos de los nombres “cantados” que algunos anticipan, no estarán. El gabinete, dicen, distará de ser una expresión fiel y acabada del radicalismo.
Viento a favor
El balotaje que definirá hoy quién será el próximo presidente de los argentinos y tiene a Mauricio Macri como favorito, según marcan las encuestas conocidas, modificó y mucho la perspectiva de Cornejo.
Hace un mes, antes de la primera vuelta, la posibilidad de un triunfo de Macri era impensada o al menos muy lejana, y la obligada negociación con un gobierno nacional peronista no invitaba al optimismo radical.
Pero esta nueva realidad le abre un panorama insospechado al futuro gobierno provincial. Las charlas entre el gobernador electo y su candidato presidencial se han hecho más asiduas últimamente. Más de una vez han terminado con los teléfonos caldeados tras más de media hora de diálogo.
En esos largos intercambios han hablado de la estrategia electoral y también de un futuro gobierno nacional de Cambiemos. Pero Cornejo también logró el compromiso de un auxilio nacional, si finalmente triunfa Macri, para sortear la crisis que heredará.
Esa ayuda incluiría la renegociación de lo que ya se le adeuda al Banco Nación (2.400 millones) y un crédito extra para completar los 5.800 millones autorizados.
Cornejo intuye que cuando asuma deberá hacerse cargo de al menos la mitad de la nómina salarial de noviembre y más compromisos de los admitidos por el peronismo.
Una auditoría encarada por el Tribunal de Cuentas y que abarca por ahora sólo a un cuarto de los proveedores confirma que la deuda “pinche” con ellos es de 2.400 millones de pesos, mucho más que los 1.000 millones reconocidos.
El resistido acuerdo con el macrismo, que Cornejo impulsó e impuso a fines del año pasado, puede transformarse sorpresivamente en el gran sostén de su gobierno en el inicio. Pero pasado el sofocón, será el tiempo de demostrar logros propios. Está demostrado que no podemos vivir atados a la esperanza de una bendición nacional.