No contesta su teléfono, porque trabaja dentro del Complejo Penitenciario y -explica- es difícil contactarlo allí. De modo que Facundo López se manifiesta, directamente, a través de su poesía.
“La solución es disolverse/ perderse por completo/ y salir en busca de nuestras partes/ en otros/ como fragmentos de un naufragio./ La voz intenta un gesto/ y queda/ desfigurada en una mueca absurda/ y sin razón de ser/ como un poema.”
Este texto, “Disolución”, fue uno de los que compartió en el festival internacional “Va Poesía” que se realizó en julio de 2015 en la Dirección de Responsabilidad Penal Juvenil (ex Cose).
Nada casual que López fuera el representante mendocino de esa experiencia: ha trabajado en el penal de Boulogne Sur Mer y actualmente lo hace en Almafuerte. Como docente, intenta llevar literatura a lugares de alta vulnerabilidad social.
En 2014, ganó el Premio Vendimia de Poesía, con un libro que tituló “El perro verde”. “Un personaje extraño dentro de lo poético, que es el que mantiene el hilo y la coherencia del texto”, detalló entonces.
Ahora, este profesor de Lengua y Literatura egresado de la UNCuyo que se desempeña como jefe de educación en el Complejo Penitenciario Nº III Almafuerte resultó ganador del Concurso Nacional de Poesía “Oliverio Girondo 2016”, organizado por la editorial mendocina independiente Bruma Ediciones, gracias a sus poemas “Voy frente a este ojo ciego”, “Mutante” y “Doce niños juegan”. El segundo lugar fue para la bonaerense Florencia De Felippe por “Nunca supe cómo cruzar el terreno baldío”.
Brumosos escritores
"La poética de Facundo López es la persistente voluntad de ocultamiento de lo real dado hacia el plano de la desolación y la fractura del mundo", definió el jurado del Oliverio Girondo. Y destacó: "López instala una densidad conceptual en un estilo despojado, latente. Su poesía es el descanso de la retina absoluta. Las sobras del dolor que iluminan".
El concurso que invoca la figura del autor de “Espantapájaros” y “La Masmédula”, reunió a tres jurados: Agustina Cometto, ganadora del Certamen Nacional de Poesía Juan L. Ortiz y los directores de Bruma Ediciones, Carolina Suárez y Jorge Córdoba.
En esta edición participaron 412 poetas de todo el país, quienes se inscribieron y mandaron sus trabajos durante los meses de junio, julio y agosto del año pasado.
Las obras fueron analizadas por Carolina Suárez (escritora y profesora de lengua y literatura inglesa), por Jorge Córdoba (profesor de lengua y literatura, poeta, escritor), ambos directores de Bruma Ediciones, y por la poeta Agustina Cometto.
Tras seleccionarse a los once finalistas, el jurado resolvió por unanimidad otorgar el primer premio al poeta mendocino Facundo López por una serie poética.
Su recompensa consiste en la publicación de su obra.
Tres poemas para sacarse el vacío de adentro
Voy frente a este ojo ciego
Voy frente a este ojo ciego de vestir disfraces, a jugar un personaje que no duela tanto. Me escondo mejor a la vista de todos, con esta máscara de ser yo y tan distinto a lo que pusieron a andar cuando se abrió aquella grieta entre los barrotes de mi cuna. Cada uno trae una verdad que ignora y escucho correr la lengua como si no tuviera un cauce hacia su fin. Camino para palpar la piel del piso y llegar a sentir que he recorrido una parte del trecho que me acerca a lo que planeaba y al llegar, nunca era yo, lo que encontraba en mí y otra vez volvía a quedar lejos el lugar al que partía. Coleccionaba ruinas para decir por aquí ya estuve y así casi sin quererlo volví al baldío, ese lugar en el que caen las sobras de vivir y donde las fogatas muerden sin ladrar y uno no alcanza a ver lo que se viene. Esto es todo lo que hay de lo que era y ya no pude tenerle miedo a lo que no existe. De la armonía no nació el mundo, le digo a mi hijo, y rompemos a patadas la casita que años antes construimos para ocultarnos y le llenamos las tripas al fuego.
Mutante
El pequeño escritor se pensaba poderoso. Juntaba su esperma en la heladera, solo porque especulaba que podía ser el padre de una criatura inmensa. Nadie sabe en quién pensaba cuando decía: "madre". Nadie sabe cómo planeaba fecundarla. Nadie duda que no exista ser más retorcido que un escritor que pretende la vida para sus engendros.
Doce niños juegan
Doce niños juegan a la escondida en el baldío. Dos buscan al resto que se mueve oculto entre la ruina. Se corren del ojo que los marca con un nombre. Abrazan la victoria de ser nada entre las sombras.