La plaza España - Por Jorge Sosa

La plaza España - Por Jorge Sosa
La plaza España - Por Jorge Sosa

La ciudad de Mendoza es una ciudad bella, no es nada nuevo lo que digo. Lo saben los que la eligen como destino turístico saben de sus lugares notorios. Por poner ejemplos: el Parque General San Martín, dentro de él Cerro de la Gloria, el Parque Central, La Peatonal y varios espacios más.

Una de sus características más destacadas (elogiadas) son las plazas de la ciudad. Algunas enormemente plácidas como la Plaza Independencia, que tiene su historia, alguna vez la contaremos. La Plaza Italia es una de las que a mí más me gusta por la distribución de sus arboledas.

Después del terremoto de 1861 que devastó la ciudad, la nueva ciudad comenzó a tener forma algún kilómetro al sur de donde se había producido el siniestro. Entonces el ingeniero Ballofet, entre otros dispuso medidas novedosas: calles anchas (todas), cuatro avenidas muy anchas (Belgrano, Las Heras, San Martín y Colón) y una distribución simétrica de las plazas: cuatro en los bordes y una central enorme (como cuatro manzanas juntas) a los efectos de que, de haber otra catástrofe, la gente tuviera dónde reunirse, donde encontrar una refugio aunque sea a cielo abierto.

Ahora algunas se están modificando. La Plaza San Martín, por ejemplo, que hace varios meses largos que está clausurada por reformas. Esperemos que sean reformas que nos lleguen de satisfacción. Le quedan pocos días para ser inaugurada.

Pero la Plaza más nombradas, más elogiada es la plaza España, una maravilla que subsiste a pesar de los malos tratos en los centros de la ciudad. Primero se llamó Plaza Montevideo y luego Plaza Pellegrini. El 12 de noviembre de 1949 fue inaugurada por el gobernador de entonces Blas Brisoli.
Posee un monumento que simboliza a España y la Argentina y varios motivos mostrando la unión de ambos pueblos y un sembradíos de mayólicas en los pisos y los lugares de descanso que le dan un aspecto especial, único.

Pues últimamente ha sido semi destruida por los chicos que realizan sus malabarismos en patinetas. No tengo nada en contra de esa actividad, es más, me maravillan con las volteretas que hacen sobre esas tablitas munidas con ruedas, saltan, se deslizan, hacen figuras imposibles. El problema es dónde realizan todo estos menesteres: la Plaza España, porque arruinan los espacios que fueron construidos para alegrar la ciudad.

Dentro de las reformas previstas está la de arreglar esa plaza, emprendimiento que ha de costar una fortuna porque hay que reemplazar mayólica tras mayólica de todas las que han sido dañadas. Paralelamente el municipio les ha prometido a los que practican el deporte de la patineta un lugar adecuado para sus prácticas. Tal vez sea una solución, ojalá lo sea, ojalá la Plaza España vuelva a brillar con todas las tonalidades que la hizo famosa entre los turistas y un orgullo de todos los mendocinos.

Tal vez sería bueno, para cuidar las plazas, volver a los antiguos cuidadores: los placeros. Esos señores que cuidaban que nada se depredara, que cuidaban, al fin lo que es un patrimonio de todos.

Enamorarse en cualquier plaza es un hecho realmente significativo en la vida de cualquiera que lo haya realizado, pero enamorarse en plaza España tiene otro significado de belleza. Cuidemos lo que nos pertenece y nos da identidad. Cuidemos las plazas, son las únicas salidas que  tenemos al universo.

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