En su libro “Las mil y una plagas (el karma mendocino)”, Gustavo Capone hace un repaso de la historia de la producción agrícola mendocina y las distintas plagas que han azotado a la provincia.
En lo que se refiere a las langostas, detalla que a fines del siglo XIX, cuando Mendoza cambió el modelo productivo abandonando la alfalfa, el trigo y el maíz para pasar a la viña, allí llegaron estos insectos.
En 1895, en sólo 8 días, se recolectaron 2.000 kilos de langostas y fueron quemadas. Para fines de 1899, los acrídidos habían invadido 553.000 kilómetros cuadrados de la superficie del país (19%) y 10.237 km2 de la provincia (7%), motivo por el cual se creó un organismo para la erradicación de los saltamontes.
En este mismo estudio, Capone detalla cómo una de las mangas captó la atención de Charles Darwin, quien lo registró en su diario de viaje.
“(...) tras dos días de molesto viajar, reconfortó el ánimo, la vista de lejanas hileras de álamos y sauces que crecían en torno del pueblo y el río Luján. A poco llegar aquí, observamos al sur una nube de bordes irregulares y color negro con matices pardorrojizos. Al principio creímos que era humo de una gran hoguera encendida en las llanuras; pero pronto nos cercioramos que era una inmensa manga de langostas. Volaban hacia el norte, y a favor de una ligera brisa. Pasaron por encima de nosotros con una velocidad de 10 a 15 millas por hora. El grueso de ellas llenaba el cielo desde la altura de ocho a veinte pies sobre el suelo hasta la de dos o tres mil. El ruido que hacían al volar era como el de los carros y caballos que corren al combate o más bien, diría yo, como el de un viento fuerte al pasar por las jarcias de un navío. El cielo, visto a través de las avanzadas de un formidable ejército, apareció sombreado por una media tinta oscura; pero en el centro quedaba del todo velado, aunque de cuando en cuando se descubrían unas visibles franjas. Cuando se posaron en tierra eran más numerosas que las hojas de hierba y la superficie cambió su color verde por uno rojizo. Posado el enjambre, los individuos huyeron de un lado a otro en todas direcciones (...)”, detalló el investigador.