La pista es de ellas: DJ's mendocinas que eligen lo que escuchamos

Cada vez son más las que se animan a pasar de las pistas a las consolas. Jóvenes amantes de la música toman el control de las playlists.

La pista es de ellas: DJ's mendocinas que eligen lo que escuchamos
La pista es de ellas: DJ's mendocinas que eligen lo que escuchamos

En los últimos años, los espacios de diversión nocturna han ido creciendo en su cantidad, a medida que las posibilidades económicas lo han permitido (sobretodo bares, pequeños locales de comida o puestos de cervecerías artesanales).

Si los locales de comidas y bebidas decide abrir sus puertas a la noche, probablemente tenga que pensar en qué va a hacer con la música que a sonar: que esté en sintonía con el ambiente, sus clientes y que genere un espacio entretenido y de dispersión. En los boliches, la onda es similar: noches temáticas o fiestas especiales necesitan de un oído único y profesional.

Todo este gran trabajo que implica la industria del entretenimiento, no ha quedado afuera de los cambios que la nueva ola del feminismo ha traído consigo: en Mendoza cada vez son más las mujeres que pasan de las pistas a las bandejas, para tomar la posta de lo que se escucha y se baila en cada rincón de los establecimientos. Estas son tres de tantas historias que esconde la noche mendocina.

En la mayoría de las familias, la música se lleva en la sangre. Pero en la de ella, se llevó en el espíritu y en su labor. Sheila Lorca (34) pasó toda su vida levantándose en su casa llena de consolas. Su padre empezó a los 16 como DJ y ahora, cuarenta años después, continúa con esa tarea. El hermano de Sheila comenzó con la misma tarea a los 14, con eventos sociales pequeños y privados. Por su parte, ella no quiso saber nada del tema hasta sus veinte años, cuando una noche de trabajo en el boliche "Óptimo" acompañando a su hermano, le pidió que lo cubriera unos minutos. Allí, se desató todo.


La música en la sangre. Sheila comparte la pasión de poner música con el resto de su familia. | Gentileza
La música en la sangre. Sheila comparte la pasión de poner música con el resto de su familia. | Gentileza

La disc-jockey lleva más de diez años trabajando en el ambiente. Actualmente, su tiempo laboral se reparte entre varios locales bailables, tanto entre la semana y sus últimos días. Sheila no vio su trabajo en la música hasta que comenzó y de ahí en más nunca se detuvo. Se especializa en el género del rock, en particular el alternativo. Sus bandas favoritas son The Smiths, Radiohead y Lenny Kravitz.

Si vas un miércoles al bar Taverna en Chacras de Coria, probablemente te encuentres con la música que selecciona Guadalupe García Valls (27). Guada no se siente muy cómoda con el título de DJ, ya que no tuvo una formación académica, sino un crecimiento más autodidacta, por eso se considera "musicalizadora". Un día, un amigo que le gustaba mucho el criterio que ella tenía para seleccionar la música que escuchaban, le consiguió una fecha en una fiesta para trabajar sin avisarle. Le gustó tanto y tuvo tanto éxito, que de a poco se fue desenvolviendo en el ambiente. Ha trabajado en eventos de bodegas, en festivales de música y bares. Sus playlists van desde rock hasta el hip hop y el trap. En el género electrónico, navega por entre el house y el folclore digital.


Momentos clave. Guada admira la habilidad de sus compañeras | Gentileza
Momentos clave. Guada admira la habilidad de sus compañeras | Gentileza

Candela Lara (23) (o por su seudónimo, BlackJagg) es la encargada de la diversión en el boliche ubicado en el estadio Arena Maipú. Su trabajo empezó como un hobby, comenzó a reunir los equipos necesarios que le prestaron hasta que pudo comprarse su primera mezcladora. Participa como invitada de varias fiestas locales y hasta la han invitado a tocar en San Juan. Bilnk 182, Drake, Black Eyed Peas, Britney Spears, son algunos artistas que aparecen en su amplio rango musical.


Dueña de la noche. Cande (BlackJagg), suena en el Arena Maipú | Gentileza
Dueña de la noche. Cande (BlackJagg), suena en el Arena Maipú | Gentileza

Las tres especialistas en música coinciden que las oportunidades laborales son bastante "limitadas": más allá de locales bailables, tener tu propio trabajo es una buena oportunidad de crecimiento.

Sheila conforma junto a otras personas, un sello de deejays en constante crecimiento. Cande, por su lado, también es productora musical: "El desafío de producción es un trabajo más largo y toma más tiempo que tocar. Mi idea es que, cuando se pueda, sacar mi álbum propio". Además, es una de las varias chicas que participan de la serie de eventos bailables "Fronteo", fiestas que se basan en el furor del trap y el rap para hacer bailar a la gente.

Respecto al crecimiento de las mujeres en el ambiente, Guadalupe analiza los vínculos de "sororidad" entre ellas: "Viendo que somos tan pocas, una se imagina que habrá mucha competencia. He hablado con chicas muy piolas que me invitan a tocar y se siente mucho el compañerismo. Lo bueno es que, entre todas, hacemos algo distinto: no nos pisamos, algunas se dedican al hip hop y al rap, otras a la electrónica y así ofrecemos algo diverso al público que nos ve".

Las chicas coinciden que la experiencia hace a las oportunidades: por decante, los primeros pasos son los más difíciles. Ahora, con el alcance de las plataformas digitales, es más fácil escuchar las producciones y conocer a las artistas.

-¿Cómo vivieron sus primeros pasos en sus ambientes laborales?

Sheila: “Fue un proceso evolutivo. Se necesita aprender y gracias a Dios tengo los recursos desde que nací. Siempre con mi hermano tratamos de ser un equipo que apoya el arte, y que no sólo se vea como una fuente de trabajo. Las oportunidades fueron creciendo a medida que hacía bien mi trabajo y abría mi abanico musical”.

Guadalupe: “Muchas veces me llamaron diciendo que me buscaban porque necesitaban ‘una mujer’. Por ahí sentía que no valoraban mi trabajo y lo que importaba era mi género. Siempre estuve muy vinculada a las bandas, me llamaban para momentos previos a un recital y a varios festivales”.

Cande: “Las primeras veces comencé en eventos privados y de a poco me llamaron de bares y boliches. Como era mujer, mucha gente decía que trabajaba de esto ‘para hacerme ver’. A medida que empezás a hacerte respetar, te respetan”.

-¿Qué significa, para vos, ser encargada de la diversión de otros y otras?

Sheila: “Estás jugando con el estado de ánimo de la gente. No es solamente poner música, intento leer al público para entender lo que les gusta y lo que los puede divertir. Es algo fuerte que podés transmitir”.

Guadalupe: “Admiro la técnica y la habilidad que tienen las deejays para manejar los sentimientos y el humor de las personas. La musicalización va por el lado de que cada tema sea un impacto, desde la alegría o a la melancolía, y que a veces, en mi caso, acompañe al estilo de la banda”.

-¿Cómo afrontan la actualidad del mercado laboral en la diversión nocturna?

-Cande: “Muchas veces he ofrecido un presupuesto y me lo han reducido a la mitad. En los bares no me gusta tocar porque te pagan poco en proporción a las horas que te demandan. Tuve que hacer mucha fuerza en las redes y en eso se fijan hoy en día: si tenes muchos seguidores. En el caso de un boliche, tocás entre seis y siete horas y pagan un promedio entre $2.500 y $3.000, depende la ocasión”.

Guadalupe: “Al principio me decían que nadie ‘me conocía’, que estaba empezando, entonces es difícil que respeten lo que pedís por trabajar. Hoy en día ya saben de mi experiencia y eso ya sirve un montón. Hay lugares que te cuidan como empleada y otros que no, pero sí están dispuestos a pagarte lo que pedís, si lo que quieren es una mujer”.

Sheila: “Es un trabajo viable si te dedicás mucho tiempo, te consume bastante. Depende el día, la cantidad del pago varía. No es lo mismo trabajar un jueves, que podés cobrar como mucho $1.000 por seis u hasta ocho horas, que un viernes o un sábado”.

-Han sufrido o vivenciado algún tipo de discriminación, en su lugar de trabajo?

Sheila: “Por mi caso, no he visto ningún tipo de situación. La noche suele ser un momento complicado, que te traten a los gritos siempre pasa, pero no por eso hay que normalizarlo. Si me enterara, sería una desgracia para el lugar y para la gente que trabaja ya que esos lugares depende un gran número de empleados. Mucho se piensa que esto es una moda: tenemos pequeños alumnos de alrededor de diez años de edad, que ya tienen su propia mezcla profesional. No creo que sea algo que vaya por el género: esto es un arte”.

Guadalupe: "Como te conté, muchas veces me llamaron por el hecho de ser mujer, y no por mi trabajo. Eso no está bueno. He tenido encuentros por parte de dueños de lugares que hacen abuso de poder y te tiran comentarios desagradables. El ambiente 'bolichero' puede ser un asco".
 
-¿Qué música te gusta poner?

Sheila: “Soy más del rock pero el pop no lo puedo dejar de lado. Sin embargo, depende el lugar es el género que hago”.

Guadalupe: “El rap y la psicodelia, me fascinan. También algunas canciones de músicos mendocinos”.

Cande: “Fusiono un poco lo viejo y lo nuevo, desde el pop latino hasta el hip hop”.

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