Su trabajo es una forma de vivir. Descalzo mientras esculpe, ceba un mate y continúa con las manos en la piedra. Todo, en su hogar del Bermejo, es una escultura: la silla, la alacena, la pérgola.
Parece que hubiera elegido habitar otra era, la de los alquimistas, si no fuera porque hay una pc y una cámara fotográfica. Pero nadie puede ignorar al dios pagano en su puerta. Ni a la cariátide que ruega silencio en su falso balcón.
Sobre la heladera cuelga el primer barco que talló con su padre, a quien recuerda como maestro. El timón no apunta a la solemnidad, siempre al juego.
Es, más bien, un niño gigante que ha fabricado su propia casa de muñecos. De sus estados, de sus emociones, brotan cuerpos humanos que comparten extremidades con animales imaginarios, insectos, árboles o llamaradas. Los reinos se confunden y abrazan lo simbólico.
También los materiales.
Hoy, en Mandrágora Galería, Fernando Rosas expone por primera vez sus esculturas en piedra. Además, trece dibujos en sanguina sobre papel. Sanguina: la técnica pictórica que usaban Miguel Ángel y Leonardo.
“El dibujo es una constante, es la columna vertebral en todo mi trabajo, de ahí surgen ideas o se planifican esculturas o cuadros, en este caso estoy trabajando con sanguina por nostalgia, tiene para mí esa impronta de los dibujos de Leonardo, de lo renacentista, es una pavada pero me satisface”, cuenta.
Con la escultura pasa otra cosa. “Una cosa extraña -reflexiona- tengo la sensación de que realmente hay algo ahí adentro”.
El primer impacto es su planteo antropomórfico. Esculpe en mármol pero también usa hierro y madera. Sus criaturas alternan el drama y la inocencia. Entre la tragedia y la tensión, ternura.
El vínculo con la piedra empezó en Italia. “El viaje a Pietrasanta surge de una invitación de Flavia Robalo (escultora) que me dijo ‘tenemos una taller para trabajar’. Palabras mágicas, armamos el viaje con Rebeca Sarelli y nos fuimos. Ahí descubrimos que Pietrasanta es el centro del universo para la escultura en piedra… de ahí mi entusiasmo…”
El escultor, cada día, fue profundizando más. “A pesar de esa especie de presencia ancestral que tiene la piedra, sigo imponiéndole (o intentando imponerle) mi impronta, por eso agrego, remiendo, mezclo con otros materiales… y si debo pintarla, lo haré”.
La escultura siempre constituye una reflexión en torno del volumen, la forma, el espacio y la relación de estos elementos con el cuerpo humano. Rosas maneja expresivamente un equilibrio entre la gravedad y el vuelo. Y también el tiempo.
“La piedra se distancia bastante de todo lo anterior. Es en principio la forma más dificultosa y lenta para lograr una obra. Eso me ha obligado a templar el espíritu y esperarla”.
La ficha
Fernando Rosas. Muestra de esculturas.
Inaugura: hoy, a las 20
Lugar: Mandrágora Galería (25 de mayo 780, Ciudad)