Transcurridos ya cinco meses desde que el presidente uruguayo José “Pepe” Mujica ofreciera a EEUU recibir en su país a presos de Guantánamo liberados, y un mes después de que Barack Obama aprobara la idea y enviara el pedido al Congreso de su país, en la pequeña localidad de Chuy, fronteriza entre Uruguay y Brasil, aguardan la llegada de cuatro sirios, un jordano y un palestino liberados de la prisión en territorio cubano, aunque nadie sabe a ciencia cierta cuándo llegarán porque no hay anuncios oficiales.
En Chuy, de sólo 20.000 habitantes, ha encontrado refugio una comunidad de inmigrantes palestinos, estimada en 500 personas. Los palestinos manejan comercios y cuentan con instalaciones propias como un club social y una mezquita.
La pequeña ciudad se encuentra a 340 kilómetros de Montevideo, en el departamento costero de Rocha. La localidad consiste básicamente en una ancha avenida polvorienta llena de comercios libres de impuestos.
Un lado de la avenida pertenece a Uruguay, el otro a Brasil. Así que para cruzar de un país a otro, basta con recorrer los escasos 12 metros que separan una vereda de la otra.
En el lado uruguayo viven unas 14.000 personas, y en la zona brasileña, unas 6.000. Es en este lado de la calle donde se encuentra la mayoría de los comercios palestinos, tiendas enormes atiborradas de las más variopintas mercaderías.
Sus propietarios se sientan en la calle para discutir el tema de actualidad. Conversan en árabe, aunque también hablan una mezcla de español y portugués mientras toman mate.
País nuevo, vida nueva
Fahed Ahmad es propietario de un enorme bazar de ropa y calzado. Nació en Cisjordania, pero lleva 25 años en Chuy. "No tengo pasaporte, no puedo regresar", es lo primero que dice cuando habla de sus orígenes. Tanto él como sus hijos tienen nacionalidad brasileña, y su vida ha quedado para siempre instalada en una frontera.
La situación de otros habitantes de la zona es similar, como la de Esmat Omar, quien se dice “nacido y criado en Jerusalén”, pero con pasaporte brasileño y jordano.
Su familia es dueña del Supermercado Londres y de la tienda de ropa interior Freetime. Muchos desconfían de la prensa y evitan hablar del conflicto en Gaza o de la llegada de los presos de Guantánamo a Uruguay.
Hace unos meses llegó una familia huyendo del conflicto en Libia, nadie sabe muy bien por qué medios. El Gobierno uruguayo les brindó apoyo hasta que el padre consiguió trabajo en uno de los comercios de Chuy.
La ONG Servicio Ecuménico para la Dignidad Humana, que trabaja con la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en Chuy, se ha ocupado de varios casos como éste.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo se fundó la comunidad palestina de Chuy, pero algunos evocan la llegada del primer inmigrante en 1955.
El boca a boca hizo el resto. Jamil Klait, estudiante universitario de 23 años, es hijo de un libanés y una uruguaya y forma parte de la tercera generación de inmigrantes en Chuy. Saluda en árabe a los vecinos con los que se va cruzando en la calle, aunque no domina totalmente el idioma. “La solidaridad es la marca de Chuy”, dice, donde hay “mucho intercambio cultural, una verdadera mezcla”.
Mustafá Salim tiene un puesto de venta de lentes de sol y lleva 30 años en Chuy. Nació en Haifa (Israel), tiene dos hijas abogadas en Uruguay y piensa que nunca volverá a su lugar de origen, aunque acepta sentir nostalgia. Aplaude la decisión del presidente Mujica de traer a los presos de Guantánamo, pero se interroga: “¿Por qué no vuelven a su propio país?”.
El Gobierno uruguayo ha dejado claro que, una vez en su territorio, los presos de Guantánamo tendrán estatuto de refugiados -es decir, podrán moverse libremente.
En Guantánamo quedan todavía 149 reclusos, de los cuales 78 son considerados como no peligrosos y siguen pendientes de ser trasladados a otros países.
Fuente: El País de España
"Habrá una fiesta, son refugiados de guerra"
La casi segura llegada a Uruguay de prisioneros liberados de la cárcel de Guantánamo ha generado infinidad de reacciones. Más, cuando se manejó que se trataba de cuatro ciudadanos sirios, un jordano y uno palestino.
La posibilidad es comentada en Chuy, donde se encuentra gran parte de la comunidad árabe en Uruguay.
“Esos van a venir para Chuy”, asegura el ciudadano de origen sirio Haffar Tufic. Tufic es de origen sirio y está radicado desde hace varios años en Chuy, a pesar de haber nacido en Canelones.
Al ser consultado, Tufic se dirige a todos los uruguayos para tranquilizarlos: “Ustedes no tengan problemas, esos van a venir para Chuy”. Según él, los seis ex prisioneros de Guantánamo preferirán radicarse en “un lugar de frontera, donde haya una mezquita”, como es Chuy.
En ese sentido, consideró que existen varios elementos que hacen a Chuy el lugar adecuado para que los seis se asienten en el país. “Hay una comunidad de la misma religión, el Islam, y los presos en Guantánamo son todos del Islam”.
Por eso, Tufic considera que “aquí van a encontrar, no sólo religión, también idioma, costumbres, comidas, olores y sabores”. Tufic asegura también que, en caso de que los ex prisioneros lleguen al pueblo, “será una una fiesta, porque son considerados refugiados de guerra”.
Además, descontó que recibirán “apoyo” por parte de toda la colectividad árabe en Uruguay.