Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar / Twitter: @maxisalgado
La grandeza no sabe de categorías y eso quedó evidenciado está semana en nuestro fútbol. Se tomó la derrota de Gimnasia -por penales- contra Mitre de Santiago como una situación de debacle, pero la realidad es que el Lobo solo solo sufrió un revés futbolístico. Un resultado adverso más, de los tantos que un equipo recibe y recibirá a lo largo de la historia.
Para quienes ven el vaso medio lleno, Gimnasia ganó y mucho durante esta temporada. Ganó porque ratificó su crecimiento como institución. Ganó porque se levantó de un pésimo torneo anterior y fue doble protagonista en este certamen. Peleando hasta el último partido el primer ascenso y hasta el último penal el segundo.
Ganó porque consolidó el fútbol femenino, las inferiores en AFA, el hockey sobre césped, porque integró el balonmano. Ganó porque tuvo un crecimiento en lo edilicio y en la masa societaria.
Ganó porque entusiasmó a su gente de tal manera que hubo 10.000 personas en la tribuna frente a los santiagueños para hacer frente al hiriente mote de 33. Y eso que fue un día de nieve en la provincia, Hablando de eso, presentó una cancha en excelentes condiciones, cuando horas antes era una alfombra blanca. Lo que demuestra el buen tratamiento que se le da al campo de juego durante el año.
Ganó porque desde la llegada de Fernando Porretta tiene una dirigencia seria, que puede tener errores como cualquiera en su hacer, pero que es fiel a una línea de trabajo y de conducta. Una situación que no era común en el parque.
Eso permite ver con optimismo el futuro y saber que se terminó un proceso, pero que hay bases sólidas para iniciar uno nuevo. Ya no es el Lobo de otras épocas en el que cada tropezón era un golpe a la mandíbula del que costaba años poder recuperarse. Hoy se ven más camisetas en la calle como un inequívoco símbolo de orgullo.
Sin prisa pero sin pausa
Mendoza debe estar feliz, porque ésta situación de Gimnasia es una tendencia. Godoy Cruz hace años transita por ese camino y más allá de que se critique a José Mansur por los cambios de técnicos reiterados, hasta ahora, nunca hubo fracaso estrepitoso en las elecciones. El Tomba está en el selecto grupo de Octavos de final de la Copa Libertadores de América y no son muchos los clubes de Primera División que pueden mostrar un balance en positivo.
Cuando se avanza sin prisa, pero sin pausa, los resultados llegan y la pelota ya no pega en el palo.
Lo mismo pasó con Huracán desde la llegada de Rafael Giardini. El Globo perdió dos finales, pero en la tercera consiguió el objetivo y estoy seguro que seguirá sustentando ese crecimiento en esta temporada.
No olvidemos el Club de Empleados de Comercio (CEC), que se quedó con un nuevo torneo de la Liga Mendocina, el que fue apasionante hasta el último minuto. La entidad "sindical" es otra de las instituciones ordenadas al punto que decidió no participar del Federal B para no hipotecar sus finanzas.
“No le vamos a cobrar plata a los chicos de inferiores para dársela a la AFA y la policía”, aseguró en algún momento su presidente Guillermo Pereyra, quien defiende a rajatabla el trabajo social que se hace en su club, donde los jóvenes no tienen que pagar una cuota para poder practicar el deporte.
Cuando ese trabajo viene adosado a los éxitos, se potencia y eso está pasando con los Mercantiles. En parte también porque se le ha dado continuidad al equipo de trabajo. No es casualidad, entonces, que Darío Gianformaggio tenga nueve títulos conseguidos como técnico de la misma institución. “Es el Ferguson del CEC”, dice Patricio Aguilera.
Un párrafo aparte merece Independiente Rivadavia que con la conducción de Agustín Vila volvió a ser una institución ordenada y eso se transmitió al terreno de juego.
Claro que allí habrá que frenar a algunos que -con más actitud de barrabrava que de dirigente- creen que son mejores por desmerecer el trabajo de los demás y crean un entorno hostil, El mismo que después cuestionan cuando hay violencia en las tribunas y se olvidan que son ellos quienes la crean.
“En el fútbol, cómo en la vida, para crecer no hace falta destruir. El trabajo y el esfuerzo dan sus frutos”, puso en su cuenta de Twitter el presidente y sería bueno que todos lo entendieran así. ¡Ojo! que desear el mal a los demás, tarde o temprano vuelve.
Lo preocupante es que son los mismos que toman decisiones en AFA y todos sabemos como le va al fútbol argentino.
Son los que nunca asistirán a un Diplomado de Gestión Deportiva por el que tanto se brega en la provincia para cambiar la realidad desde las bases y con fundamentos, aunque si son los que más lo necesitarían. Por eso no lo dude, la grandeza no sabe de categorías.