Si algo caracteriza al largo periodo kirchnerista es su capacidad para tergiversar la realidad, los hechos, llamar blanco a lo que es negro, bueno a lo que es malo, genuino a lo que es falso. Más aún sorprende la capacidad que ha tenido, y tiene, para que una parte importante de la sociedad acepte este modo de actuar.
Los casos que podrían citarse van desde la mentada reindustrialización del país, que no avala un solo dato cierto, a tasas de inflación y crecimiento manipuladas por el organismo estadístico, a la reiterada política de desendeudamiento.
Este último acto de manipulación y engaño se está transformando en muy preocupante, no sólo porque no hay reducción de la deuda pública, sino que mes a mes desde hace varios años, la deuda viene creciendo.
Un reciente exhaustivo informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) muestra la contundencia de los datos sobre la falsedad del denominado desendeudamiento. Este estudio es coincidente con varios otros sobre el mismo asunto.
A fines de diciembre de 2014 la deuda pública argentina ascendía a U$S 233.400 millones, incluyendo los denominados holdouts. Según ese estudio la deuda equivaldría al 45% del PBI, un porcentaje relativamente bajo en relación a otros momentos de nuestro pasado y a países en situaciones comparables.
Pero en esta comparación, debe aclararse que existen estimaciones del PBI que difieren considerablemente de la oficial, que se ha ido distorsionando a lo largo de los años por la manipulación de diversos índices realizados por el Indec.
Néstor Kirchner inicio su gobierno con un país que había anunciado que no pagaría la deuda pública y recién en 2004 hizo el primer arreglo, el primer canje de la deuda con sus acreedores y luego hubo un segundo canje en 2010. En ambos casos la deuda fue reducida considerablemente por una quita del orden de las dos terceras partes del monto.
De cualquier modo es necesario recordar que por incumplimiento de la sentencia de un Tribunal de Nueva York nuestro país sigue estando técnicamente en cesación de pagos.
Pues bien, luego de estos peregrinajes, la deuda actual excede en unos U$S 40.000 millones, en términos nominales, la que existía al momento del primer canje y en los últimos cuatro años la deuda pública se ha incrementado en U$S 58.000 millones.
Nada más falaz y falso que el mentado desendeudamiento; debemos bastante más que antes. Más lamentable aún es que el kirchnerismo pagó lo que no era necesario pagar, para luego endeudarse con los que no debió hacerlo. Le pago estúpidamente al FMI, U$S 10.000 millones al contado, como un castigo a la institución, se expropió o confiscó YPF a los españoles y luego le pagamos más de lo que ellos imaginaban.
Lo mismo ha ocurrido con el denominado Club de París, a quien el gobierno le reconoció deuda por intereses que ningún otros país aceptara nunca. Los recursos del bolsillo de los argentinos, saqueando todas las cajas posibles y en primer lugar el Banco Central, hoy patrimonialmente cercano a la quiebra si se aplicara a sí mismo las normas que aplica a las entidades del sistema financiero.
En términos muy sencillos el gobierno nacional debe mucho más que antes del default sólo que ahora se los debe a1 Banco Central, a la Anses (a los jubilados a los que no les paga ni sentencias firmes), al Banco de la Nación y otros organismos públicos.
Ni mencionar la deuda no reconocida que va desde los jubilados de ahora y del futuro o la infinidad de juicios contra el Estado en todas sus jurisdicciones. La patraña es grosera pero la hipoteca es real, aunque nadie piense en levantarla.