De acuerdo con la Real Academia Española, el término “intelectual” se aplica a las personas que se dedican a un trabajo o actividad que requiere especialmente el empleo de la inteligencia. Por su parte, el término inteligencia “es la capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información y emplear el uso de la lógica; la capacidad de entender o comprender y también la capacidad para resolver problemas.
También -dice- está ligada a otras funciones mentales como la percepción o capacidad de recibir información y la memoria o capacidad de almacenarla”.
Los aspectos mencionados vienen al caso cuando nos referimos al grupo conformado bajo el nombre de “Carta Abierta”, que según ellos mismos manifiestan está integrado por un número importante de “intelectuales” que se han unido para apoyar y defender el proyecto impulsado por el kirchnerismo. Pero si nos atenemos a los hechos se llega a la conclusión de que, o bien no se trata de un grupo de intelectuales y, de ser ello cierto, el que está equivocado es el diccionario de la Real Academia Española. Porque esa gente ha demostrado muy poca o nula capacidad de entender y elaborar información, de emplear el uso de la lógica y cuentan con muy pocas funciones mentales como la percepción o capacidad de recibir información, al menos por lo que demuestra la realidad.
Carta Abierta ha tenido a lo largo de los últimos años una serie tal de desaciertos que han generado aclaraciones posteriores no sólo de parte de sus integrantes sino del propio kircherismo. Cometen errores hasta en los hechos, como por ejemplo declamar su rechazo absoluto al capitalismo y a los Estados Unidos y -como lo dejó aclarado en su declaración jurada- su presidente, Ricardo Forster, atesoró sus ingresos en dólares para comprar un departamento luego de haber afirmado públicamente que el ahorro en dólares era una manía de la clase media argentina. Un “intelectual” que dicta cátedra de peronismo al afirmar que “se puede ser kirchnerista sin ser peronista, pero no se puede ser peronista sin ser kichnerista”.
También dejó mucho que desear la actitud asumida tanto por el precandidato Florencio Randazzo como por la forma en que el grupo festejó la chanza cuando “indirectamente” hizo referencia al defecto físico del actual gobernador bonaerense.
Pero quizá la gota de agua que rebasó el vaso fue la afirmación del rector de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Eduardo Jozami, quien expresó su preferencia en la interna del Frente para la Victoria por Florencio Randazzo como candidato a presidente, aunque dijo que: si Scioli es el postulante oficialista le gustaría que integrara la fórmula con Máximo Kirchner para que, una vez electo, renuncie y asuma Máximo la presidencia. Aclaró que no le gustaba “pensar así, porque no es bueno para la política”, pero es evidente que lo piensa y que fue un error flagrante decirlo públicamente.
La afirmación del “intelectual” motivó la inmediata salida de kirchneristas a aclarar la situación y el propio titular de La Cámpora, el diputado nacional Andrés Larroque, salió al cruce y calificó de “irresponsables y fuera de lugar” las declaraciones y puntualizó que “no representan el pensamiento de los hombres y mujeres del Frente para la Victoria”, agregando que “es una irresponsabilidad inmensa hablar en esos términos”.
Con sus actitudes y sus declaraciones, los integrantes de Carta Abierta han demostrado un contenido de soberbia, de intolerancia y de autoritarismo que podría -no puede- condecirse con la defensa del “modelo”, que algunos quieren defender, pero que se enfrentan con el sistema democrático con el que queremos vivir todos los argentinos.
