La candente mañana de junio en la que el escritor Pablo Katchadjian despertó procesado por la Justicia, se supo que iba a desatarse un nuevo debate en relación a la propiedad intelectual.
¿Qué diferencia hay, después de la lección de las vanguardias, entre robar e intervenir una obra? ¿Cuándo es plagio y cuándo homenaje? Y, de última, ¿qué hay detrás de la palabra “autor” en los tiempos del cruce, la libre circulación del conocimiento, el copyleft?
Recordemos el caso: en 2009, la editorial Imprenta Argentina de Poesía publicó el libro de Pablo Katchadjian (“El Aleph engordado”), cuyo procedimiento consistió en agregarle sustantivos, adjetivos o frases al original “El Aleph” de Jorge Luis Borges.
Literalmente, Katchadjian le agregó palabras, hasta que las 4 mil originales llegaron a 9.600. La tirada fue de 200 ejemplares. Al final, figuraba una aclaración del autor: “el texto de Borges está intacto pero totalmente cruzado por el mío”.
Indignada, María Kodama demandó al responsable del engordado por “infracción de los artículos 72 y 73 de la Ley 12,723”, -la de propiedad intelectual- que supone una pena de hasta seis años de cárcel.
Consultada en su momento, Kodama declaró: "Toma todo el cuento sin pedir autorización. Hemos perdido el respeto a nosotros mismos, por eso no respetamos a los otros. Si uno usa algo que no es propio, lo mínimo que puede hacer es pedir permiso". Ya lo había dejado claro en entrevista con Los Andes: "Soy una samurai, y a mucha honra".
El experimento
Pablo Katchadjian es un escritor argentino nacido en 1977, interesado en el análisis de diversos procedimientos literarios y el ejercicio de una poética del absurdo.
¿Qué hizo con “El Aleph”? Va un ejemplo: si el original dice “La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo ...”; en el engordado se lee “La candente y húmeda mañana de febrero en que Beatriz Viterbo finalmente murió, después de una imperiosa y extensa agonía que no se rebajó ni un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo ni tampoco al abandono y la indiferencia...” Y así.
Katchadjian, docente en la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires y editor de la Imprenta Argentina de Poesía (IAP), es reconocido en la escena literaria por sus experimentos textuales, desde “El Martín Fierro ordenado alfabéticamente” (IAP, 2007), hasta “La cadena del desánimo” (Blatt y Ríos, 2012), un ebook conformado por un montaje de fragmentos de discursos de políticos en medios nacionales.
Aparte, Pablo Katchadjian publicó las novelas “Qué hacer” (Bajo la luna, 2010), “Gracias” (Blatt & Ríos, 2011), y “La libertad total” (Bajo la luna, 2013). También escribió el texto de Inventarios Argentinos II. La ciudad (2012, obra musical de Martín Luit, estrenada en Centro de Experimentación del Teatro Colón) y tres libros de poesía: “El cam del alch” (IAP, 2005), “Dp canta el alma” (Vox, 2004) y, en colaboración con Marcelo Galindo y Santiago Pintabona, “Los albañiles” (IAP, 2005).
Según Augusto Munaro, este autor ha logrado "alterar significativamente el acto de lectura". Le interesa, sobre todo, modificar las formas de leer.
El rapto de las letras
"Es muy interesante que en México le digan 'plagio' al rapto -ilumina María Moreno-: me pasa que, una vez que le robo algo a alguien, no lo puedo encontrar en ese alguien, no puedo encontrar ese texto en el libro del que lo robé. Como si lo hubiera raptado. Igual, como plagiaria soy una ladrona de gallinas: lo que robo son fetiches, una frase. Por ejemplo, 'la criaron bien' de Colette. Claro que los plagios se valoran de diferentes maneras. Por ejemplo, todos los lacanianos hablan en lacaniano y ninguno lo considera un plagio, sino una transmisión".
¿Y Borges? ¿Qué pensaría del caso el mismísimo autor de “Pierre Menard”? Porque se sabe que el procedimiento de intervenir sin escrúpulos obras ajenas es un viejo conocido de las vanguardias. Pensemos en el ready made de Duchamp: agarrar la Gioconda y pintarle bigotes.
En “Pierre Menard, autor del Quijote”, Borges experimentó con la intertextualidad a otro nivel: el cuento narra que un escritor francés se propone escribir el Quijote en el siglo XX. Escribe tres capítulos de la obra de Cervantes. copiados línea por línea. Pero es otro libro. Es otra obra. Eso está claro hasta para el crítico que aparece en el cuento y que advierte: “el fragmentario Quijote de Menard es más sutil e infinitamente más rico que el de Cervantes”.
Las redes de escritores no han permanecido indiferentes, “Penar el experimento es una paradoja borgiana”, facebookeó la escritora Fernanda García Lao.
Puede que para muchos el libro de Katchadjian sea gratuito, snob, un juego vacuo. Más si pensamos en versiones del mismo cuento de Borges que expanden otros niveles de sentido, como lo hizo Fogwill en “Help a él” (anagrama de “El Aleph”).
Pero sí es un gesto: apropiarse de una obra que nos atraviesa a todos aún a riesgo de enojar a la guardiana. ¿O precisamente quiso hacer eso? En todo caso, el debate está instalado desde hace días. Y ya la cultura argentina se enfrenta, cara a cara, a debatir sobre los límites, los alcences, las fisuras del derecho de autor.
Para terminar: el texto de el Aleph Engordado se consigue en versión para descarga gratuita aquí.
El Juicio
El litigio se remonta a 2009, cuando la editorial Imprenta Argentina de Poesía publicó el libro de Katchadjian, cuyo procedimiento consistió en agregarle palabras o frases al original para “engordarlo”.
El abogado de Katchadjian, el también escritor Ricardo Straface, argumentó que se trataba de un “experimento literario”.
La denuncia contra Katchadjian fue presentada por la viuda de Borges, María Kodama, patrocinada por el abogado Fernando Soto.
Katchadjian “ha violado la protección de los derechos de autor reconocidos en la Ley 11.723, independientemente de aquellos agregados en los que existe creación propia por parte del encartado”.
En una primera instancia, el juez había sobreseído a Katchadjian y esa decisión había sido corroborada por la Cámara del Crimen.
La Cámara de Casación revocó ese fallo y dispuso profundizar la investigación, por lo que ahora el escritor resultó procesado por violación de la ley 11.723, la cual establece el régimen legal de propiedad intelectual.
Tras el procesamiento dictado por Carvajal, ahora el escritor tiene la posibilidad de apelar nuevamente ante la Cámara del Crimen.