La tigrense Erica "Pantera" Farías venció a la jujeña Alejandra "Locomotora" Oliveras por puntos, en fallo dividido, y se consagró bicampeona del mundo en un combate memorable que tuvo lugar en la Plaza de Toros de Cancún, México.
Farías se adueñó del cetro superligero del Consejo en un evento histórico para el pugilismo nacional, ya que fue la primera vez que dos boxeadoras argentinas se midieron por un título mundial en el exterior.
Dos jueces decretaron su victoria al computar 97-94 y 97-93, en tanto el tercer miembro del jurado sumó 99-92 en favor de "Locomotora".
Oliveras había pasado un año sin combatir por problemas con su antiguo manager tras su coronación ante la colombiana Lely Luz Florez en Santa Fe, pero así y todo hizo gala de un estado físico envidiable y tiró golpes durísimos hasta el final en pos de conservar el cetro.
Sin embargo, Farías llegó bien preparada a la prueba más exigente de su carrera y logró hacer valer su técnica depurada, su mayor precisión e inteligencia para caminar el cuadrilátero.
Con un gran trabajo de piernas, manteniendo la distancia con el jab de izquierda, recibiendo los embates de "Locomotora" con poderosas combinaciones y sufriendo cuando no quedaba más remedio, se recuperó al final de la temporada, luego de haber perdido el cinturón ecuménico ligero del Consejo en Bélgica ante Delfine Persoon.
Se trató de un triunfo mayúsculo, ya que Oliveras es la única boxeadora argentina que logró encumbrarse en tres categorías diferentes, pluma, supergallo y superligero, y fue adversaria de algunas de las más grandes pugilistas, Marcela La Tigresa Acuña y La Princesa Azteca Jackie Nava.
La "Pantera" Farías, de 30 años, acumuló así 21 imposiciones, 10 de ellas antes del límite, y un revés.
Locomotora, por su parte, totaliza, a los 36 años, 31 contiendas ganadas, 16 de ellas por nocaut, tres perdidas y dos empatadas.
Fue un duelo atractivo, de estilos opuestos, en el que hubo una entrega total de ambas partes, con pasajes de golpe por golpe y una decisión final dividida que permite esperar un desquite.
