Hace años que la industria del software viene ganando terreno en la economía de Mendoza y en el resto del mundo. Incluso en el marco de la pandemia, las proyecciones de crecimiento son buenas y la generación de puestos de trabajo parece asegurada.
Adrián Anacleto, CEO de Epidata (empresa de outsourcing de innovación multinacional) y vicepresidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), describió el escenario que se presenta hacia adelante para las empresas del rubro.
-¿Cómo ha trabajado el sector del software durante la pandemia?
-Epidata, como empresa, pudo seguir sin ningún problema. Las dificultades más grandes que tuvimos fueron menores en comparación a las que han tenido que enfrentar otros sectores, como alguna máquina que se rompió o proveedores que se quedaron sin equipos en la segunda semana de pandemia.
Tuvimos que estar muy cerca de los clientes para ayudarlos a adaptar su infraestructura para poder trabajar con nosotros y con sus respectivos clientes.
A nivel general los problemas más grandes en Argentina tienen que ver con la cadena de pagos, que sigue dañada. Hay muchas empresas que perdieron rentabilidad, pero otras que no y están aprovechando de alguna manera la situación para tratar de sacar el mayor provecho posible. Igualmente, comparado con el contexto del resto de las industrias, se podría decir que el software está bien.
De hecho, a nivel industria hay un 12% de empresas que creen que en 2020 les va a ir mejor que el año pasado, pese a la pandemia. Es poco, pero es mucho comparado con el resto de los rubros.
-¿El coronavirus puede traer cambios permanentes para la industria del software?
-No faltarán las ganas de que las cosas vuelvan a la normalidad, pero habrá una serie de conductas y prácticas de trabajo que se van a quedar. El trabajo remoto, por ejemplo, llegó para quedarse. De hecho, muchas empresas están analizando qué hacer con los espacios de oficina que les van a sobrar cuando termine la pandemia.
-¿Argentina está preparada para fomentar el trabajo a distancia?
-El trabajo remoto es menos costoso, pero hay otros posibles daños que hay que tener en cuenta, aunque todavía no se hayan materializado. Por dar un ejemplo, hay entes gubernamentales que están trabajando con conexión remota y sus computadoras no cuentan con los protocolos de seguridad que tenían hace un tiempo. Hoy la computadora no está en la oficina, no se sabe quién la usa y quién puede tener acceso. Pienso que en algún momento hackearán a alguna gran empresa a nivel mundial y quedarán expuestas a la necesidad de mejorar la seguridad informática.
-¿Qué cambios se pueden esperar en las empresas?
-Las fusiones y adquisiciones se están haciendo cada vez más comunes. Se unen empresas que de forma conjunta pueden lograr mayor fortaleza frente a posibles riegos en este marco de incertidumbre.
De todas formas, que se fusionen empresas grandes y tiendan a la consolidación, no quiere decir que no crezcan nuevas empresas más chicas.
-¿Puede ralentizarse la creciente demanda de mano de obra en el sector?
-La demanda de profesionales va a ser cada vez mayor, independientemente de lo que pase. Va a seguir creciendo a nivel mundial.
-Pero la escasez de talento sigue siendo una traba..
-El problema de la falta de talento es un tema importante. A pesar de todo lo que se está haciendo, no se logra que crezca la cantidad de chicos y chicas que ingresan a carreras relacionadas a la informática. La pandemia va a ser positiva desde el punto de vista de la alfabetización digital. Muchos chicos que no tenían smartphones ni acceso a ninguna pantalla, ahora sí lo tienen. Los mismos ecosistemas están buscando la vuelta para que logren acceso, aun en los barrios más humildes.
-¿Qué clase de profesionales necesitan?
- La base de la pirámide son los programadores. Los sistemas se desarrollan alrededor de ellos. Son muy importantes, porque por cada programador, se generan más puestos de trabajo, como testers y analistas. El programador es el corazón que hace que el resto del cuerpo funcione. Ese cuerpo que va creciendo y se va haciendo más grande con los trabajos laterales que requieren de más o menos calificación y diferentes tipos de “skins” blandos, que terminan haciendo que hasta un psicólogo trabaje en la industria del software. Todo eso ocurre si hay un programador.
-¿Argentina puede consolidarse como referente en la exportación de software?
Es posible, pero se imponen varias dificultades. El problema más grande que tenemos tiene que ver con las variables macroeconómicas del país a mediano y largo plazo. No importa si el dólar es barato o caro, lo que importa es saber cómo va a estar. La incertidumbre constante hace que no podamos cerrar un contrato a dos años o a cinco con un cliente. Es lo que se acostumbra a nivel mundial y acá es imposible.
No sólo tenemos el dólar y la inflación, también tenemos la ley de software que, si bien está brotando y parece que va a salir, al día de hoy no está.