Siempre, desde que el hombre comenzó a comunicarse, lo oscuro, lo nocivo, lo violento, despertó mucho más interés que las cosas buenas. Causa mucho más impacto una muerte que un nacimiento.
Dicen, los expertos en observaciones existenciales, que estamos viviendo un período de extrema violencia en el mundo. Bueno, el mundo siempre fue violento. Nuestras uñas dan muestras de las garras que tuvimos en otros tiempos y sus hábitos no han desaparecido.
Yo no sé si el mundo es más violento que antes. A veces miro documentales de los romanos, de los vikingos, de los persas, por citar algunas de las antiguas culturas y la violencia que ejercían, ejércitos mediantes, eran terribles a comparación de la que hoy soportamos.
Si nos fijamos solamente en lo ocurrido hace pocos años, en el siglo pasado, deberemos espantarnos de tanto horror y sangre. Hubo dos guerras mundiales en el siglo pasado. Hubo un Holocausto. Hasta ahora, en este siglo, no hemos superado tal despropósito.
Tal vez no sea que en la actualidad seamos más violentos, tal vez sea que ahora nos enteramos más rápidamente. Ocurre un crimen en Singapur y a las horas es tapa de todos los diarios del mundo . Hay como una industria de lo nocivo, de lo malo.
Miro los noticieros de la televisión y el ochenta por ciento son sobre hechos hirientes. Pero no se quedan solamente con dar la información y pasemos a otro tema, no, revuelven lo ocurrido, entrevistan a vecinos de los infortunados, buscan en archivos ya percudidos por el tiempo, y la noticia en sí, que no merecería más de cinco minutos se extiende a media hora. Se hace usufructo del mal y el mal vende.
Algunos noticieros parecen un festival de morbosidad.
Estamos preparados para recibir lo nocivo. Un amigo mío, periodista él, tiene intenciones de hacer un noticiero solo con buenas noticias.
Le dije: no lo va a ver nadie. Se van a ir todos adonde está la agresión, la violación, la explosión, el choque, los enfrentamientos. Nos gusta más eso. Nos tienta más el hecho sangriento que el pacífico que beneficia a todos. No hay impacto de lo bueno.
Sin embargo hay buenas noticias. Este mundo procura cosas que son realmente infames, crueles, sangrientas, pero también produce de las otras, de las que defienden la vida, de las que nos dan un motivo para seguir creyendo que vivir vale la pena. Todos los días en el planeta ocurren actos de arrojo que salvan vidas, gente que se agrupa para salvar a otra gente, investigadores que vencen males que nos asechan, gente dedicada a la belleza del arte y de la creación. En definitiva, personas que dignifican la vida y merecerían, al menos una fetita de noticiero.
Ya suficiente tenemos con los males que debemos soportar cotidianamente por este asunto de vivir, las cosas que nos laceran en el trabajo, en la convivencia, en la familia, para que nos agreguen grageas enormes de tremendidad que nos hacen más ingrato el momento.
La palabrita pasó de moda, como pasan de moda muchas palabras. Hasta hace poco tiempo se usaba la palabra "pálida" para describir estas situaciones. Entonces alguien podía decirte escuchando el mal que le estaba contando "No me vengás con pálidas". Pues es lo que hacen, venirnos con "pálidas" todos los días. Aflójenle, muchachos.
La pálida
Todos los días en el planeta ocurren actos de arrojo que salvan vidas, gente que se agrupa para salvar a otra gente, investigadores que vencen males...
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