Primer examen, aprobado. Lejos de lucirse, ni hablar de una cátedra. Pero, el Lobo del Parque sacó adelante un prueba muy dura. Pesada. “Un camión” diría cualquier estudiante secundario ante un cuatrimestral o global de fin de año.
Recién sobre el final, Gimnasia pudo sellar el resultado a su favor. Tuvo que trabajar y mucho para vulnerar a un equipo muy ordenado como Gutiérrez, el cual, no se salió nunca de su libreto y por muy poco no cosecha un punto en en el estadio Víctor Legrotaglie.
La mayor virtud del Lobo fue su paciencia ofensiva, ya que tuvo una gran vocación de ataque pero falló en las puntadas finales. Como se había insinuado en los partidos amistosos, el equipo de Omar Labruna buscó en forma constante las asociaciones por los laterales.
Por derecha, siempre combinaban Puch y Medaglia y por izquierda, Shaffer y Raponi hablaban el mismo idioma. ¿Con quienes se juntaban?, con César Carranza, quien por momentos pivoteó y fue una descarga permanente cada vez que el Lobo arrancaba una jugada vertical. Sin embargo, abrió el marcador desde un tiro libre cuando se moría el primer tiempo.
Esa suerte, la misma que el año pasado le fue muy esquiva, ayer le hizo un guiño. Carranza buscó de arrastrón, la pelota se desvió en la barrera, descolocó a Martínez Gullota, y entró despacito al arco Celeste. Alivio y delirio.
Sin embargo, en el inicio del complemento. Esa “suerte” que todos los plateístas festejaban, le jugó en contra. Pelotazo al área Mensana, cero diálogo entre Sainz y Alasia y el defensor peinó el balón sobre su valla. Gol en contra y empezó otra historia.
A partir del empate, se vio lo mejor de Gutiérrez. Con el ingreso de Lucas González, el equipo de Abaurre tuvo mayor protagonismo. Durante gran parte del partido estuvo muy contenido y cuando se animó, hizo temblar a la última línea del Lobo. Se convirtió en un partido de ida y vuelta. El Lobo había sentido el golpe y estaba desorientado.
Sin embargo, se fue bien expulsado Ramiro Vélez (doble amarilla) y ahí empezó otro partido. El equipo de Labruna recuperó de protagonismo. Rápido de reflejos, el ex ayudante de Ramón Díaz mandó a la cancha a Alejandro Toledo y Carlos Ross. La consigna era clara: había que ganar en el debut y más si se jugaba de local.
Lo superioridad numérica de Gimnasia se hizo sentir. Dominio territorial absoluto. Lo tuvo Ferreyra dos veces de cabeza El gol del triunfo se sentía. Se presentía. Y llegó nomás. Faltaban sólo cuatro minutos. Ross, recibió en el área y la clavó al rincón. Triunfo. Primer examen: aprobado.
El hincha cada vez más fiel
Para aplaudir fue la gran convocatoria que tuvo el Lobo en su primer partido en el Federal A, tras una temporada en la B Nacional. Al grito de “Viejo, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo...”, cerca de 3 mil simpatizantes Mensanas se acercaron hasta el mítico estadio Víctor Legrotaglie. Muy buena convocatoria.
El sueño del pibe
Corría el minuto 41 del primer tiempo y tras un tiro libre, César Carranza abrió el marcador. Obviamente, sus compañeros lo fueron a abrazar al sector noroeste de la cancha de cara a la popular local. De repente, saltó un hincha de la popular con una bandera y se abrazó con los jugadores. Luego, volvió a la tribuna sin problemas. ¡Un personaje!
Pero.. ¡Qué viva el fútbol!
A los 25’ del primer tiempo, César Carranza recibió casi en su área (era un córner para GSC), pisó el balón y cuando Julio Villarino (ex Lobo), intentó defenderlo, le mostró el balón y al mejor estilo “futsal” le tiró un caño. El defensor se tiró al piso y agarró el balón con la mano y se ganó la amarilla. Carranza ovacionado. Fantasía pura.