La otra agricultura de Mendoza

La vitivinicultura es la protagonista en estos días, pero se debe poner luz sobre la actividad agrícola mendocina en general, comprendida por variados y numerosos cultivos que también son de gran importancia para la provincia.

La otra agricultura de Mendoza

Mendoza es una provincia agrícola, o agropecuaria para abarcar mejor nuestra realidad rural. La agricultura nos impregna cultura y amor a la tierra en el noble sentido de ambas palabras.

Deberíamos decir también cultura del agua y de la tierra. En estos días de vendimia, la vitivinicultura ocupa el centro de la escena mendocina y esa otra agricultura queda como en sombras. Por ello, para conocimiento de nuestros visitantes y de nosotros mismos, queremos repasar algunos aspectos de esa otra agricultura que, bien mirada, no empalidece frente a la industria madre.

Esta otra agricultura comprende numerosos cultivos, productos e industrias derivadas, de gran importancia para la provincia. Así, por ejemplo, la fruticultura de los siguientes productos: durazno para industria y consumo; ciruela para industria y consumo; pera; manzana; cereza y damasco, según datos del IDR para el presente ciclo productivo, alcanza 40.500 ha cultivadas con una producción estimada para el conjunto de 608.000 toneladas. Este volumen de producción equivale a una tercera parte de la cosecha de uvas. El primero en frutas lo ocupa la ciruela, tanto en superficie como en producción, cultivo con fuerte presencia en Sur de la provincia seguido por el Este. Le sigue el durazno, con predominio del Valle de Uco.

Todas estas producciones dan origen a procesos industriales que van desde selección y empaque, industria conservera, desecado de ciruelas. Buena parte de esos productos están destinados a la exportación y las actividades culturales e industriales son intensivas en mano de obra.

En este capítulo debemos incluir la olivicultura que, por superficie cultivada, unas 20.500 hectáreas, se ubica detrás de la vid. La producción es muy variable y en los últimos años ha oscilado entre 36.000 y 80.000 toneladas, cuyo destino es la preparación en conserva y la elaboración de aceite. Ambos productos tiene destino de exportación, en gran parte.

En cuanto a la horticultura, la producción de cultivos de invierno, también según el IDR para la campaña 2014/15, la superficie cultivada asciende a 15.000 ha, en las que sobresale el cultivo de ajo con 9.700 ha, más de la mitad sembradas en el Valle de Uco. Le siguen en importancia los cultivos de zanahoria, cebolla y lechuga. Nuevamente hay que tener en cuenta la importancia del cultivo y empaque de ajos en cuanto demanda de mano de obra.

En los cultivos hortícolas de verano sobresale la producción de tomates, tanto para industria como para consumo en fresco. En ambos son muy importantes los avances tanto en rendimiento como en la calidad de productos, por aplicación de tecnología y conocimiento de los procesos culturales. Aquí debe mencionarse el excelente resultado logrado por el programa Tomate 2000, impulsado por la Cafin y el INTA.

Se cultivan 3.500 hectáreas de tomate para industria, con un volumen de producción aproximado a 300.000 toneladas. En cuanto a la producción de tomate para consumo en fresco, Mendoza se encuentra a la cabeza en el país en calidad y productividad, en producción bajo cobertura y riego por goteo.

Se cultivan, según los años, entre 350 y 600 ha; en algunos de estos establecimientos los rendimientos pueden sobrepasar los 200.000 kilogramos por ha. En materia de hortalizas y legumbres existen otros numerosos cultivos que abastecen la casi totalidad de la demanda de la provincia y de otras vecinas. Debemos mencionar que en Mendoza hay un importante desarrollo biotecnológico en la producción de semillas de maíz para choclo y otras hortalizas.

En resumen, estos cultivos ocupan algo más de 80.000 hectáreas y la producción supera el millón de toneladas.

Esta otra agricultura es también notablemente heterogénea en cuanto a tamaño de explotaciones, tecnologías empleadas, organización y capacidad de los productores, formas de comercialización. Pero todos ellos sufren los mismos problemas, resultados de la disparatada política económica del gobierno nacional.

Inflación, incremento de los insumos, atraso del tipo de cambio, pérdida de competitividad exportadora, legislación laboral que ignora las particularidades de esta agricultura tan intensiva en trabajo. Es de esperar que con el cambio de gobierno se pueda elaborar una política que contemple estas peculiaridades, porque esta otra agricultura tiene un amplio potencial de mejora y crecimiento.

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