Diego Maradona llegó a México feliz, como hacía rato no se lo veía. Su repentina contratación para entrenar a los Dorados de Sinaloa le alegró el 2018. Y desde entonces no hace más que contar su satisfacción por volver al trabajo y a la tierra en la que levantó la Copa en 1986. Apenas se difundió la noticia, Dorados se convirtió en furor. Todo el mundo quiso saber cuál era ese humilde club, con apenas 15 años de vida (fue fundado en el 2003), que iba a tener al Diez.
Durante los últimos días, se contó hasta el más mínimo detalle futbolístico de Dorados, de los argentinos que integran su plantel y se señaló que el mismísimo Pep Guardiola se puso su camiseta en el tramo final de su extensa carrera como futbolista.
De lo que poco se habló fue de los Hanks, la poderosísima familia que es dueña del club. Y que tiene, mal que les pese, una historia oscura, en la que se mezclan acusaciones, detalles escalofriantes, lujos insólitos, vinculaciones políticas al más alto nivel y hasta sospechosas relaciones con el crimen organizado.
Jorgealberto Hank es el primer personaje que aparece en el radar de Maradona. Simpático y entrador, es el propietario de Dorados y de los Xolos de Tijuana, que juega en la Primera de México y dirigieron, entre otros, Antonio Mohamed y Eduardo Coudet. Sin embargo, el hombre fuerte del clan es Jorge Hank Rhon, su padre y la cabeza del Grupo Caliente, propietario de una red de casinos presente en 19 estados de México, hoteles (con casinos, claro), una agencia especializada en viajes ejecutivos y corporativos para grandes firmas, un club hípico, un galgódromo, un zoológico y hasta un colegio, y quien fuera alcalde de Tijuana por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Cuentan en México que Jorge Hank Rhon, de 62 años, es un personaje al que se lo respeta y se le teme por igual. Es un personaje que ha sido señalado de operar sus negocios rayando la ilegalidad y de posibles nexos con el narcotráfico, pero al mismo tiempo goza de enorme simpatía entre los tijuanenses, especialmente los de bajos recursos. En el 2011, por ejemplo, fue detenido diez días tras encontrarle en su casa más de 80 armas. Pero tras salir en libertad declaró que todo se trató de una operación política en su contra.
"Es un hombre polémico sin duda, pero tiene mucha gente que lo apoya, es una especie de mecenas", le contó Víctor Clark, director del Frente Binacional de Derechos Humanos y catedrático de centro de estudios latinoamericanos de la universidad de San Diego, California, a AFP. Y agregó: "Hank Rhon tiene una faceta filantrópica de apoyo a necesitados, a diario hay gente en su oficina solicitando algún apoyo y se los da. Financia anónimamente operaciones, tratamientos médicos".
Su relación con la prensa es un capítulo aparte. Hank, apodado El Ingeniero, suele cuidar las formas... siempre y cuando no le hagan referencia a los narcos, a si es cierto que en sus casinos hubo balazos o si paga sus impuestos. "Si le pides una entrevista, siempre va a acceder. Se porta amable, es muy hábil para responder, pero hay que tener cuidado", relata un periodista de Tijuana que pide quedar en el anonimato.
Y no es casual. Nadie se olvida del asesinato de Héctor El Gato Félix, del semanario Zeta, en 1988, el único de Tijuana que se atrevió a investigar las actividades de Hank Rhon. Y por el que fueron detenidos y condenados por el crimen dos de los guardias de seguridad del político. Uno de ellos, de hecho, salió libre en 2015 y volvió a ser su guardaespaldas.
Excéntrico, tiene un zoológico particular y ha sido señalado de tráfico de especies exóticas, pero nunca lo encontraron culpable. Hank Rhon se define como amante de las pieles y los animales. Aunque su "animal favorito", como dijo alguna vez, son las mujeres. Actualmente, va por su tercera esposa, ya que de la primera se divorció y enviudó de la segunda. Y cuenta que tiene unos 20 hijos, sumando los propios con los de sus parejas. ¿Un dato más? Uno se llama Tigre.
En Tijuana hay rumores de que le gustan los excesos. Y aseguran que son habituales las fiestas que organiza en su mansión y en las que abundarían drogas, alcohol, hermosas mujeres y en las que el intercambios de esposas sería una práctica habitual.
Además de sus contactos con gente de todo tipo, aseguran que El Ingeniero heredó su viveza para los negocios de Jorge Hank González, su padre, quien fue gobernador del estado de México y tenía el apoyo necesario para ser presidente, pero no lo pudo concretar ya que la Constitución exigía que fuera hijo de padre y madre mexicanos, una condición que él no reunía ya que su padre era un inmigrante alemán.