La "osa de los Orsini", motivos de polémica

El lunes pasado, 11 de abril, se cumplieron cien años del nacimiento del compositor argentino Alberto Ginastera. Además, dentro de pocos días se cumplirán los 44 del estreno en Argentina de su obra más famosa: “Bomarzo”. Un repaso por el escándalo provocó

La "osa de los Orsini", motivos de polémica

Manuel Mujica Lainez estaba en Río de Janeiro cuando recibió un enigmático telegrama. Era otoño de 1967, y el documento venía a desencantarlo justo en uno de los acontecimientos más felices de su vida. Sucintamente, decía: “Bomarzo prohibida por relaciones con una osa. Alberto”. Nada más.

Alberto era Ginastera, el compositor argentino más importante de la época, y “Bomarzo” era su segunda ópera, basada en la novela histórica homónima del propio Manucho (que también había adaptado el libreto) y cuyo estreno había sido un suceso cultural en Washington el 19 de mayo de ese año.

El embajador argentino en ese país, Álvaro Alsogaray, había tirado la casa por la ventana en el festejo posterior a la premiere: era obvio que no imaginaba que en nuestro país la historia del estreno habría de ser muy distinta.

“Se les había hecho una gran confusión con eso de la osa de los Orsini”, parece que fue el comentario estupefacto de Mujica Lainez, al saber que, por un decreto municipal, se había prohibido la representación de la ópera, que estaba programada en la temporada del Teatro Colón. ¿Las razones? Decía el decreto que el argumento de la pieza y su puesta en escena estaban “reñidos con elementales principios morales en materia de pudor sexual”.

Así es que “la tutela de los intereses de la moral pública”, por parte del gobierno de facto, provocó un verdadero escándalo en la época, al que no pudieron permanecer indiferentes personajes de la cultura y de la misma política.

No es difícil imaginar por qué el gobierno había saltado a prohibir la ópera: se trataba de la historia de Pier Francesco Orsini, duque de Bomarzo, sodomizado por sus hermanos cuando niño, desdichado a causa de su joroba, impotente, visitante de prostitutas famosas del Renacimiento y, al menos, bisexual. Y en cuanto a la supuesta zoofilia, que por supuesto no existía, la confusión probablemente provino del nombre de la familia Orsini, en referencia a la osa (“orsa” en italiano) ancestral y protectora de esa estirpe.

El punto es que este noble del Renacimiento ya había sido protagonista en la célebre novela de 1962, y nunca había generado ninguna crispación en los círculos de la pacata aristocracia porteña, incluso había sido reconocida con el Gran Premio Nacional de Literatura al año siguiente de su publicación.

Finalmente, la partitura de Ginastera pudo estrenarse el 29 de abril de 1972 en la misma sala, pero luego de haber triunfado en Europa y Norteamérica. Ginastera y Mujica Lainez se desquitaron ante un teatro desbordado de entusiasmo y gratuitud.

Para una crónica detallada de lo que pasó, se recomienda el libro de Esteban Buch “The Bomarzo Affair” (Adriana Hidalgo, 2003). El musicólogo analiza los pormenores del caso que volvió famosa a esta obra, a la que define como “no la ópera que algunos vieron, sino la que muchos no pudieron ver”.

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