Hace seis años, el precio del petróleo pasó por un asombroso trayecto de montaña rusa. En enero de 2008 el crudo rondaba cerca de 90 dólares por barril. Para julio había llegado a 147 dólares por barril. Para el final del año había caído a menos de 35 dólares.
Arabia Saudita y los otros miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo aborrecen ese tipo de volatilidad. Cuando los precios son demasiado altos, los clientes de la OPEP, los países importadores de petróleo, sufren económicamente, lo cual significa que reducen el uso de energía y buscan alternativas al petróleo.
Pero, si los precios bajan demasiado, muchos países exportadores enfrentan enormes problemas de tipo financiero porque sus economías dependen de que éste se mantenga en un rango de U$S 100 a U$S 130, con base en proyecciones de 2015.
Solemos creer que la OPEP es un cártel cuyo objetivo es fijar el precio del petróleo. Y fijarlo muy alto. Sin embargo, la estabilidad también es un importante objetivo. Sin un cártel que controle el suministro, el petróleo puede ser el producto más volátil de todos.
Lo cual, por supuesto, estamos aprendiendo de nuevo, conforme hemos visto caer el precio del petróleo de 115 dólares por barril a cerca de 60 en los últimos seis meses. En 2008, Arabia Saudita intervino tanto cuando el precio estaba subiendo rápidamente como cuando se desplomó. ¿Y qué creen que pasó? Nada.
La mayoría del resto de la OPEP no siguió a Arabia Saudita, y quedó al descubierto que los sauditas habían perdido su capacidad para controlar el precio por sí solos.
Esta vez, lo que ha sido más notable, conforme el precio del crudo ha caído, es que los sauditas parecen totalmente desinteresados en intentar apuntalarlo.
El ministro saudita del petróleo, Ali al-Naimi, concedió una entrevista a CNN en la que declaró que Arabia Saudita “nunca” reduciría la producción, a pesar del marcado descenso de este año. “Nosotros vamos a seguir produciendo lo que estamos produciendo”, dijo. “Vamos a seguir dándole la bienvenida a producción adicional si los clientes vienen y preguntan al respecto”.
Una parte de la razón para esta nueva actitud saudita es que los líderes del país están cansados de hacer todo el trabajo pesado para los otros miembros de la OPEP, quienes después mantienen abiertas totalmente sus llaves y se aprovechan de los altos precios que los sauditas están volviendo posible.
Una parte de esto es que los sauditas están reacios a perder participación en el mercado ante otros países, y cuentan con los medios para soportar precios más bajos durante un período mucho más largo que prácticamente cualquier otro exportador.
Sin embargo, parte de esto es también que Arabia Saudita no quiere una repetición de 2008. “Lo peor desde el punto de vista saudita sería anunciar un recorte a la producción y que los precios sigan cayendo”, dijo Jason Bordoff, el director fundador del Centro Global de Energía en la Universidad de Columbia. No quieren que los vean como el emperador desnudo.
Y después, por supuesto, está el efecto de la revolución del esquisto en Estados Unidos, donde la producción petrolera casi se ha duplicado, yendo de 5 a 9 millones de barriles al día en espacio de seis años.
La sabiduría popular asegura que los sauditas “temen” al influjo del petróleo de esquisto sobre el mercado -como lo expresó el Wall Street Journal el lunes pasado- y quieren ver que el precio baje, a fin de expulsar una parte de esa producción de esquisto.
Sin embargo, los sauditas no le temen realmente al petróleo de esquisto. “He oído a oficiales en Arabia Saudita diciendo que el esquisto es una bendición”, dijo Robert McNally, fundador y presidente del The Rapidan Group, quien también está afiliado al Centro de Estrategia Global de Energía. “El petróleo de esquisto es ligero”, agregó.
“El petróleo saudita es medio y pesado, y sus verdaderos competidores son los iraquíes y los iraníes”. Los sauditas se pueden ajustar al petróleo de esquisto con mayor facilidad que muchos otros países.
En efecto, el esquisto tiene el potencial de desempeñar el papel de “proveedor bisagra”, que es el papel que los sauditas solían interpretar. A cierto precio, no será económico perforar en busca de petróleo de esquisto, punto en el cual el precio se estabilizará.
Pero la revolución del esquisto aún es demasiado nueva para que alguien sepa cuál es su precio. En cierta forma, lo que ocurre actualmente es un esfuerzo por descubrir cómo el gas a bajo precio se tiene que ir antes de que la producción de esquisto baje y se encuentre el límite inferior para el precio del petróleo.
La OPEP, me recordó McNally el otro día, difícilmente es el primer grupo que intenta controlar el precio del petróleo. En los primeros años de la industria, la Standard Oil de John D. Rockefeller controlaba el precio.
Durante varias décadas antes de la formación de la OPEP, la Comisión de Trenes de Texas (actualmente la Comisión de Trenes Texas) solía llevar a cabo una reunión mensual para fijar cuotas de producción.
Más que cualquier otra cosa, los sucesos de estos últimos meses, conforme el petróleo ha bajado y bajado nuevamente, muestran que es el mercado, en vez de un cártel, lo que dictará el precio en el futuro inmediato.
Sosténganse bien de sus cinturones.