Las protestas sociales ya forman parte del paisaje en América Latina. Mientras que en Chile y Bolivia los estallidos llevan semanas y han dejado como saldo muertos, heridos y numerosos detenidos, en Colombia casi no se registraron incidentes en la primera huelga nacional contra el gobierno de Iván Duque.
Miles de colombianos se movilizaron en Bogotá y las principales ciudades del país con un abanico de reclamos y demandas que cuestionan de fondo la política socioeconómica del presidente Duque, mientras el gobierno se esforzó por mostrarse receptivo a los pedidos, en una jornada caracterizada por el temor a un estallido en las calles, choques entre manifestantes y policías y un fuerte protagonismo de los estudiantes.
"Yo quiero estudiar/para cambiar la sociedad" fue uno de los cantos de cabecera de los estudiantes de las universidades más grandes del país, que se mezclaron con trabajadores para erosionar todavía más la imagen del mandatario que, al igual que la de Sebastián Piñera en Chile, está en uno de sus puntos más bajos de popularidad en sus apenas 15 meses de gestión.
Bloqueos de rutas, comercios cerrados, tránsito muy restringido y el servicio de transporte prácticamente paralizado, fueron una constante a lo largo de un día que tuvo marchas multitudinarias en Cali, Medellín y Barranquilla, además de Bogotá.
La medida fue formalmente convocada por las tres centrales sindicales mayores: la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), y se sumaron luego unas 90 organizaciones.
Aunque la jornada había arrancado en paz -en medio de un impresionante operativo de seguridad- a medida que avanzó la tarde se registraron algunos choques entre manifestantes y la Policía, que reprimió el avance de las columnas con gases lacrimógenos y camiones hidrantes.
El presidente Duque estuvo inusualmente activo en su cuenta Twitter: primero, mostrando actos de gestión, en busca, tal vez, de exhibir cierta normalidad; después, con actitud receptiva a las demandas populares. "Éste es un gobierno que escucha, dialoga y respeta la protesta social en pro de la construcción de un mejor país para todos. Que hoy sea una jornada tranquila y sin violencia", escribió temprano, con la etiqueta #ConstruirMásColombia. Y después avisó que con la Policía, las Fuerzas Militares y la cartera de Defensa "hacemos seguimiento a la jornada de marchas en el país. Trabajamos por las garantías y protección de todos los colombianos".
Incidentes aislados
La jornada incluyó incidentes, como en Suba, un barrio del noroeste de Bogotá donde desde temprano hubo roces entre el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía y manifestantes que bloquearon la principal del sector, que da acceso a las estaciones del sistema de transporte público Transmilenio.
Al grito de "el pueblo unido jamás será vencido", una multitud increpó a policías en cada uno de los lugares en los que se produjeron choques.
"El Gobierno no invierte en la educación por temor a la emancipación" o "Más salarios, menos impuestos" rezaban algunas de las pancartas que encabezaban la manifestación de una multitud de estudiantes de la Universidad Pedagógica de Colombia que partió de la zona financiera de Bogotá en dirección a la céntrica Plaza de Bolívar.
El mismo grito de "Soy estudiante, soy" retumbó en Cali, donde el MIO, el sistema de autobuses públicos, apenas funcionó en las primeras horas y luego interrumpió sus operaciones por los obstáculos que los manifestantes pusieron en las calles.
Toque de queda
La situación en Cali se hizo más compleja, con saqueos a comercios, lo que derivó en que se decretara el toque de queda desde las 19, y dispuso que nadie esté en la calle. "No vamos a permitir que una minoría violenta doblegue nuestra ciudad. Policía, Ejército y Fuerza Aérea harán cumplir esta orden", dijo el secretario de Seguridad local, Andrés Villamizar.
Mientras, en Cartagena de Indias, la perla del turismo en Colombia, la mayor parte del comercio amaneció cerrado en la avenida Pedro de Heredia, por donde avanzó una multitud hacia el centro histórico.
Las protestas fueron las más grandes contra el gobierno y ocurrieron en un momento de agitación social en la región, lo que había acrecentado el temor de muchos a un brote de violencia, que el Ejecutivo intentó evitar con el cierre de fronteras, un fuerte despliegue de policías, vigilancia aérea y refuerzo de militares.
Las centrales obreras defendieron el paro con el argumento de que el Gobierno prepara un "paquetazo" de medidas que causarán fuerte impacto económico y social.
Las organizaciones sociales reclaman un mayor compromiso con la implementación del acuerdo de paz con las FARC, así como medidas de protección efectivas para indígenas y líderes sociales.