Se realizó esta semana el 41° Congreso y la 16° Asamblea General de la OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino) en Punta del Este (Uruguay). En este marco se eligió al español Paul Roca, como nuevo Director General de la OIV. El otro candidato fue John Barker, nominado por Nueva Zelanda.
Anteriormente se realizaron dos rondas de votaciones (previas a la de Uruguay). Sin embargo, los intentos no tuvieron un resultado concluyente, porque para ganar, los candidatos deben conseguir una cantidad específica de votos de países que lo apoyan: 2/3 de los votos (hay en total 138 votos) y mayoría simple en cantidad de países (en total hay 47 países). Cabe aclarar, que hay países que tienen más de un voto, como por ejemplo Argentina, cuya postura tiene un valor de 4,8 votos.
En la anterior ronda de votación (París) el candidato español logró 83,9 votos de parte de 25 países (uno más que los exigidos para ser nombrado) y el neozelandés logró 54,1 votos de 21 países. Es decir, que Roca estuvo siempre más cerca de ganar la elección, aunque antes no había alcanzado las exigencias mínimas. En Uruguay se confirmó finalmente a Roca como ganador.
El voto argentino
Si bien el sector vitivinícola argentino manifestó a funcionarios de la Secretaría de Agroindustria, de Cancillería y al propio presidente Mauricio Macri (el pasado mes de septiembre) la importancia de apoyar al candidato nominado por España, nuestro país votó en todas las oportunidades anteriores al candidato neozelandés, quien además de no tener prácticamente chances de ganar la elección, no habló sobre sus ejes de trabajo con sus pares vitivinícolas argentinos.
Por el contrario, Roca se reunió con entidades vitivinícolas nacionales, como así también con autoridades provinciales y nacionales. Pau Roca había informado sus propuestas, sus objetivos y su plataforma en el caso de ser elegido Director. El análisis de estas presentaciones han motivado al sector vitivinícola argentino a apoyarlo.
En síntesis, Argentina apoyó en las primeras oportunidades al candidato del que no se conocían sus propuestas y quien además tenía chances sumamente limitadas de acceder al cargo, desconociendo el pedido de los interesados, es decir, el propio sector vitivinícola.
Por otro lado, la vitivinicultura argentina tampoco conocía con certeza qué harían los representantes nacionales en la Asamblea que se desarrolló en Uruguay en relación al voto de nuestro país para el cargo de Director General.
¿Cómo continua?
En la previa se entendía que el voto de Argentina podía ser realmente definitorio, por el peso que tiene el país en la OIV y los pocos votos que le faltaban al candidato Pau Roca para acceder al cargo de Director General. Además, trascendidos indicaban que el voto de Argentina incidiría en lo que hicieran países como Brasil, que se mostraron remisos en las últimas rondas.
Así, se sabía que en el caso que Argentina inclinara la votación para uno u otro lado, iba a dejar a nuestro país en una muy buena situación en la situación de terciar para el candidato que finalmente resulte ganador, o una situación desfavorable en el caso de quedar en el "lado equivocado".
Todas estas eran suposiciones en función de los posibles resultados. Mientas tanto la situación real para la OIV es muy compleja, porque implica prácticamente una paralización e incertidumbre del organismo que se ocupa de los aspectos técnicos y científicos de la viticultura y la vinificación a nivel mundial.
