Aquella noche, la zurda en punta no tuvo el martilleo en el rostro de su rival como en sus concurridas veladas de Luna Park o como cuando en una clase magistral le abolló la cara al hawaiano-japonés, Paul Fuji, en Tokio 5 años antes y asombraba al mundo del boxeo con tanta genialidad.
Ni mucho menos lucieron esa noche su cintura haciendo fintas ni su cabeza viboreando entre los golpes que veía venir.
Toda aquella sutileza de boxeo que solía desplegar sobre un ring, no se había apagado, pero estaba en el umbral. Nicolino Locche perdía por primera y única vez por nocaut técnico en su carrera profesional.
Su verdugo: Antonio Cervantes, conocido como Kid Pambelé, el primer campeón mundial de Colombia y máxima figura de su país.
Nicolino, el Intocable, el ídolo de nuestro deporte, el 17 de marzo de 1973 fue más predecible y más tocable que nunca.
En Maracay, Colombia, Locche buscó recuperar el título mundial welter junior que había perdido el 10 de marzo de 1972, en Panamá frente a Alfonso “Peppermint” Frazer, corona que el panameño resignaría luego frente a Cervantes, el 28 de octubre de 1972 al perder por nocaut en el décimo round.
El Intocable, en su récord de 136 peleas profesionales (además de 6 defensas mundiales), sólo sufrió 4 derrotas. En sus inicios frente a Vicente Derado, pero la primera con gran repercusión fue con el medallista olímpico Abel Laudonio. El porteño le ganó por puntos en el Luna Park, en noviembre de 1964 y le quitó el título Argentino ligero.
La segunda gran derrota del histórico pupilo de Don Paco Bermúdez fue cuando resignó su corona mundial con Alfonso Frazer.
Locche se coronó campeón el 12 de diciembre de 1968 al derrotar a Paul Fuji, por abandono en el décimo round, en Tokio, Japón.
Aunque Locche ya había pasado por momentos complicados, en su primera defensa mundial, el venezolano Carlos “Morocho” Hernández lo conectó con una derecha tremenda en el segundo round y lo dejó colgado de las cuerdas del ring del Luna. Al mendocino lo salvó la campana.
Kid Pambelé y Locche pelearon en dos ocasiones. Claro que con los roles invertidos.
En el primero fue la quinta defensa del Intocable en el Luna Park, en diciembre de 1971 cuando retuvo la corona. En el último round (N° 15),
Nicolino sacó a pasear todo su repertorio y expuso su máximo show en el mítico estadio; tiró guiñadas al ring side, se peinó sus escasos pelos, emuló a Chaplin y rió como nunca frente a la impotencia de Pambelé que, tras la pelea, dijo: “Esto no es boxeo”.
La revancha con Antonio Cervantes (ya como campeón mundial) fue en Maracay. Como visitante y retador, El Intocable tuvo que arriesgar mucho más de lo que estaba acostumbrado a defenderse. Los guantes mexicanos amarillos de Pambelé, cuando llegaron hicieron daño en la rostro del mendocino. En el tercer round un directo cortó el arco superciliar a Locche.
El sangrado le impedía ver y el colombiano aprovechó su momento. El médico de la pelea intervino en dos ocasiones, 7° y 8° round. Locche estaba por salir en el décimo y el Flaco Cavillón arrojó la toalla. Nicolino estalló en llanto. Aquella noche Kid Pambelé hizo ver al ídolo mendocino que ya no era Intocable.