La importante nevada que se registró hace un par de semanas generó ciertas expectativas respecto de la mejor disponibilidad de agua el próximo verano. Tras cinco años de crisis hídrica en la provincia, los 170 cm que precipitaron entre el 9 y el 11 de julio, fueron calificados como la nevada más importante de los últimos años.
Sin embargo, parece que aún es pronto para ilusionarse. Diferentes personas idóneas en la materia se mostraron muy cautos y aseguraron que en las condiciones actuales no se puede hablar del fin de la crisis hídrica y ni siquiera de su mitigación.
Es que el último quinquenio ha sido el período más seco desde que se miden las nevadas; mientras que en noviembre de 2014 expertos señalaron que la cordillera sufre el ciclo de nieve más bajo en 60 años, tal cual publicó Los Andes por aquel entonces.
Si bien se trató de un hecho de magnitud, fue el primero de la temporada de nevadas que debería haber comenzado en abril y se extenderá hasta agosto. Así lo expresó el director de Gestión Hídrica del Departamento General de Irrigación, Juan Andrés Pina.
“Como evento aislado fue importante, pero hay que poner en contexto que en años normales nieva ya desde fines de abril y este año no habíamos tenido ninguna nevada, hasta entonces éste era uno de los años más críticos que tenía registro Irrigación. Por eso, no estamos en condiciones de decir que sólo por esto se revierta” la situación de crisis, argumentó.
La nevada del año superó lo registrado en 2014 (123 cm), en 2010 (124 cm) y fue el doble que en 2012 (65 cm).
Explicó que “estamos por debajo del 50% de lo que necesitaríamos en un año normal”, es decir que debería haber al menos dos nevadas como ésta.
El doctor Mariano Masiokas, investigador del Ianigla- CCT Conicet Mendoza detalló que las estaciones que Irrigación mantiene en la alta montaña mendocina indican que hasta el momento se ha acumulado entre un 45 y un 65% del promedio histórico.
Consideró que estos datos son prometedores si se tiene en cuenta que “todavía queda un buen trecho del invierno para seguir acumulando nieve en cordillera, y porque además muchos análisis indican que estamos ante la presencia de un fenómeno El Niño en el océano Pacífico tropical. Los años en los que se produce este tipo de fenómeno generalmente son muy nevadores en los Andes Centrales de Chile y Argentina”.
Pero por otra parte destacó que la nieve acumulada en cordillera todavía no llega ni siquiera a los valores promedio para cada estación. “Si los pronósticos se cumplen y realmente este invierno resulta ser muy nevador, entonces sí tendremos mayor disponibilidad de agua que durante 2010-2014 en los que los niveles de nieve acumulados fueron todos por debajo de la media”, detalló.
Por eso, dijo que si bien se trató de una buena nevada y que esto puede ser prometedor “todavía es muy pronto para decir si el año será bueno hidrológicamente hablando. Y menos aún para determinar si ha llegado a su fin esta sequía que venimos sufriendo desde 2010”.
Pronóstico reservado
Por otra parte, no se puede hacer futurología como para saber a ciencia cierta si un hecho de esta magnitud volverá a producirse. Por el momento, hay pronóstico de nevadas que serían moderadas para la semana próxima, entre el lunes y el miércoles. Si fueran de menor proporción serían igualmente de gran ayuda, ya que permitirían conservar lo que ya cayó. Es que “al día de la fecha casi todas las estaciones nos marcan menos nieve de la que teníamos la semana pasada”, detalló Pina.
Al ser consultado sobre la posibilidad de que este cambio abrupto respecto de lo que venía ocurriendo pudiera significar el final de un ciclo de sequía, dijo que investigadores locales y organismos internacionales tienen diferentes opiniones sobre el tema: algunos vaticinan el final de esta etapa y que éste podría ser un año bueno en cuanto a nevadas; otros, todo lo contrario.
Masiokas también fue moderado al respecto; señaló que es difícil determinar que sea el final de un ciclo. Dijo que que aunque éste fuera un año “muy nevador”, son necesarios varios años “buenos” para recuperarse de tantos secos consecutivos. Han sido muy perjudiciales para los glaciares y en este sentido, las nevadas ayudan a recuperar algo de hielo, pero para conservarlo es necesario que los veranos no presenten tan altas temperaturas.
Hay que considerar otras variables que intervienen para determinar si en la época estival habrá más agua. Así lo subrayó un ingeniero en Recursos Hídricos consultado quien se preguntó: ¿Y si tenemos una primavera fría? Claro, para que la nieve caída se transforme en agua disponible y repercuta en el caudal de los ríos es necesario que haya una cierta temperatura.
Como es imposible saber con qué características se presentará la próxima estación, dijo “como dice el refrán una golondrina no hace el verano, no hay que apresurarse. No me atrevería a decir que se va a revertir la crisis, aunque cayeran otras nevadas como esta”.
Para tener datos certeros de la disponibilidad habrá que esperar. El pronóstico de escurrimiento que elabora Irrigación se podrá analizar recién en octubre, ya que a fines de setiembre comienzan las mediciones.
De todas formas, Pina aclaró que no es tan sencillo de estimar: “No medimos la nieve en altura, sino la cantidad de agua que implica esa nieve y los valores van cambiando en cada cuenca”.
Por otra parte, consideró que después de 5 años de crisis las expectativas son altas; por eso, desde el departamento prefieren manejarse con pronósticos a corto plazo porque son los que les dan alguna certeza.