La necesidad de imitar más a la naturaleza

Navegando en Instagram, me encontré con una imagen que llamó mi atención.

La necesidad de imitar más a la naturaleza
La necesidad de imitar más a la naturaleza

En su parte superior, podía verse el nombre de tres tipos distintos de economía (lineal, reciclaje y circular). En su parte inferior, debajo de los tres nombres, tres tachos de basura. Solo uno no contenía residuos. Con palabras de acciones y flechas, se describía el proceso de cada una de ellas. En la economía lineal se fabrica un producto, que se usa y se tira. Así de simple, así de lineal. En la economía del reciclaje, se fabrica un producto, que se usa, luego se recicla y, dependiendo cada caso, se repite este proceso varias veces para tener el mismo destino: el cesto…

El tacho debajo de la economía circular es el único de los tres que no contiene residuos. Está vacío. ¿Por qué? En este tipo de modelo, un producto es fabricado ya pensando en cómo podrá ser reinsertado nuevamente al proceso, con la misma utilidad u otra. Mi descripción puede parecer tan simple como compleja. Si la economía lineal nos parece una regla directa de producir para tirar, la economía circular plantea lo que debiera ser obvio, o cómo siempre tendría que haber sido la economía.

No se trata solo de no generar residuos, sino también de usar eficientemente los recursos. De reparar y regenerar constantemente. De imitar más a la naturaleza. Cuando uno observa en detalle sus procesos, se encuentra con la revelación de que en la naturaleza nada se tira, todo se aprovecha, todo vuelve a encontrar un uso, un fin, un propósito. La economía circular aparece en escena como un primer acercamiento a ello y, por eso, a ella dedicamos el desarrollo central de esta edición de +Sustentabilidad.

La industria de la alimentación nos ofrece un ejemplo perfecto en esta materia. ¿Cómo es posible que estemos tirando el 30% de los alimentos que se producen alrededor del mundo mientras más de 800 millones sufren hambre?. Me cuesta dar respuesta a esta pregunta sin pensar en las palabras de la conservacionista británica Jane Goodall: “Si somos la especie más inteligente del planeta, ¿cómo es posible que lo estemos destruyendo?”. Pero, además de analizar causas, actores y distintas etapas de una industria que tiene mucho por cambiar; la respuesta encuentra una esperanza en la labor de los Bancos de Alimentos que hacen de esos alimentos que van a ser arrojados a un tacho, y que aún están aptos para consumo, la oportunidad de llevarle un plato de comida a quienes más lo necesitan.

Sustentabilidad es (re)pensar los modelos actuales en pos de un triple impacto positivo: en lo ambiental, pero también en lo social y lo económico. Ser sustentables puede y debe ser también un negocio desde el punto de vista de los beneficios que aporte a los distintos actores. La fórmula parece más sencilla de lo que se cree. Y puede empezar en observar un poco más a la naturaleza…

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