La noche es cerrada y aunque de lejos se escucha el paso de los automóviles por la ruta 40, el silencio cae pesado sobre las 15 personas que se encuentran en un descampado ubicado a unos 3 kilómetros hacia el norte de la rotonda de la guitarra camino a Tunuyán, donde empalma la ruta 96 que sube y se pierde en la montaña.
La NASA y la embajada de Estados Unidos invitaron a Los Andes para participar de uno de los campamentos de observación astronómica que armaron los científicos norteamericanos en diferentes terrenos mendocinos durante casi una semana con el objetivo de captar la zona donde se encuentra el asteroide MU69, descubierto en 2014.
Finalmente, en la madrugada de ayer los especialistas del espacio finalmente pudieron cumplir con el objetivo de su misión, vital para la llegada de la sonda New Horizons- ya que las condiciones de visualización resultaron óptimas para ello.
Silencio en la noche
En uno de los sitios donde se colocaron los telescopios hay cinco puestos de observación conformados por científicos de la Administración Nacional Aeronáutica y del Espacio, la NASA, los cuales se encuentran abocados enteramente a su labor. Una situación similar se da de manera sincronizada en dos puestos ubicados en los próximos 50 kilómetros rumbo sur.
En cada sitio trabajan dos personas que sólo se hablan, en inglés, con frases cortas. Son indicaciones respecto de cómo posicionar sus instrumentos. Ladran algunos perros. Se escucha el roce de las piernas que se refriegan contra coirones invisibles y alguna tos que seguramente es provocada por los 3 grados (eso dice el pronóstico del tiempo a esa hora) que hacen al aire libre.
Hay algunas balizas sobre una gran plataforma de cemento, es lo primero que instalaron los recién llegados, que indican la proximidad de una pileta ( de más de tres metros, señala el encargado del lugar que observa cómo se instala el campamento de la agencia espacial estadounidense en el patio de su casa) y una depresión de tierra de dos metros, hacia el este.
La NASA en Mendoza
Los científicos de la NASA realizaron durante la semana pasada y hasta ayer observaciones en nuestra provincia como parte de la misión espacial "New Horizons", sonda que se envió a Plutón en 2015-la única expedición que se ha hecho de este tipo- y que en el año 2019, hará una exploración del asteroide MU69.
Fueron 25 los científicos equipados con 12 telescopios traídos especialmente de EEUU quienes realizaron sus investigaciones. Sus resultados serán trascendentales para la misión que tienen por delante.
EL MU69, ubicado a una distancia que equivale a 60 veces la distancia entre el Sol y la Tierra, es muy importante ya que se encuentra en los límites del sistema solar, en el cinturón de Kuiper. La sonda New Horizons tardará en llegar unos 15 años, cinco más de los que le demandó para llegar a Plutón.
"Es allí donde se formaron todos los planetas del sistema solar, donde se encuentran las proteínas y aminoácidos que podrían haber sido los generadores de vida en el planeta Tierra", explicó Adriana Ocampo, geóloga y planetóloga colombiana que tiene reconocimiento a nivel mundial por sus estudios.
Esta fecha precisa fue elegida porque fue el momento en el que se produjo una ocultación estelar, esto quiere decir que el asteroide se posicionó delante de una estrella y les permitió a los científicos visualizar detalles con mayor precisión. La intención de la NASA fue ver a contraluz si el asteroide presentaba lunas, anillos u otros detalles que aportarán a la misión de la sonda, ya que hasta el momento tienen poca info-mación al respecto.
Mendoza, por su posición respecto a MU69 -que tiene 45 kilómetros de diámetro, lo que lo hace muy pequeño- fue una locación ideal para llevar adelante las investigaciones de la NASA. Es que aquí pasa una banda, que se extiende hasta La Pampa, perfecta para llevar adelante las observaciones.
Vale decir que en esta misma franja se encuentra Sudáfrica, donde también observaron simultáneamente el fenómeno.
Puesta a punto
Cinco parejas de científicos de la NASA, con linternas de luz roja en sus cabezas para preservarles la visión nocturna, desmontaron los telescopios y se abocaron a su tarea. No hay custodia policial pese a que en uno de los días de observación los investigadores debieron recibir asistencia de las fuerzas de seguridad mendocina por precaución.
Jorge Rabassa, licenciado en geología e investigador superior de Ciencias de la Tierra, del Agua y de la Atmósfera, estuvo presente en el descampado y explicó que para esta observación no se debe hablar del alcance de los telescopios sino de la intensidad de lo que se pretende ver.
Por su parte, John Fazio, de la embajada de Estados Unidos, también en el lugar, señaló que lo primero que hicieron los especialistas fue calibrar los telescopios desde diferentes estrellas. "Ellos fijan un lugar donde hacer las observaciones y luego chequean todos los datos que han obtenido para sacar conclusiones al respecto", remarcó con el mate en la mano (curiosamente es el único que trajo) agregando que: "todos los ensayos previos sirven para que el día clave no falte nada, ni un cable, nada".
Cuando los telescopios ya están montados y perfectamente equilibrados, una hora después de haber llegado al lugar, aparecen cuadernos y notebooks. Celulares y otros aparatos del mismo tamaño forman parte del equipo que los científicos llevan en la mano.
Comienzan los trabajos más delicados. Se escucha el sonido de las máquinas andando para ajustar el punto en el que enfocarán sus vistas. De vez en cuando se escucha la risa de Cathy Olkin, una de las encargadas del proyecto y la única mujer de este campamento.
También vibra en la noche el murmullo de alguno de los hombres que le indica a otro que apunte un dato. En las pantallas de las notebooks comienzan a verse puntos blancos, estrellas y planetas, sobre fondos negros. Uno de ellos nos invita a mirar a Saturno, que se ve tan pequeño como la uña del dedo meñique de la mano, aunque se alcanza a distinguir claramente el anillo que lo circunda.
La noche terminó, para ellos, como todos los días de su viaje al sur del mundo y mientras vuelven a embalar su equipo de trabajo comienzan a pensar en el 17 de julio, cuando viajen más al sur, a Comodoro Rivadavia, para realizar nuevas observaciones al asteroide.
Un fragmento que se desprendió cuando se formó el sistema solar
Según comentó el día posterior a las observaciones de MU69, la doctora Adriana Ocampo, directora ejecutiva del programa de la NASA, la madrugada del sábado 3 de junio fue la ideal. "Los cielos estuvieron muy despejados, fue fabuloso, no podríamos haber pedido nada más óptimo", comentó ya relajada en el hotel de cinco estrellas en el que se alojó junto al resto del equipo.
“Los 12 telescopios ubicados al norte y al sur de la provincia pudieron observar muy bien la porción de cielo que veníamos a ver”, señaló la geóloga planetaria. Respecto de la experiencia de esta y las anteriores noches en tierra mendocina dijo que fue una oportunidad única de ubicar sus telescopios rodeados de viñedos a lo largo de la ruta 40.
Así, con la información obtenida desde cada uno de los telescopios, Mark Buie -que encabeza el proyecto New Horizons- y su equipo de estudiosos, podrán comprender mejor a este asteroide, al que los científicos consideran uno de los fragmentos que se desprendieron cuando se formó el sistema solar.
“Pensamos que es uno de los vestigios más antiguos, mientras más cráteres encontremos, más viejo es. Esto nos permitirá conocer los orígenes posibles de la vida en la tierra”, remarcó Ocampo.
A la 1.40, recién iniciado el sábado, todo estuvo listo para enfocar durante 2 segundos el paso del asteroide por delante de la estrella pero el proceso para esta precisa acción fue articulado desde las 23, hora en que todos comenzaron a afinar detalles y lapso durante el cual divisaron varios satélites orbitando la tierra. "Ahora, con el doctor Buie estamos recopilando la información y en unas semanas sabremos los resultados", dijo Ocampo.
Los festejos por el objetivo alcanzado fueron especiales. "Tenemos muchas tradiciones, siempre llevamos unas galletas de chocolates y de animales. Además de gorros y remeras de la suerte para que los cielos estuviesen despejados. Estamos muy agradecidos con Mendoza", apuntó agregando que en Sudáfrica no resultó tan buena la experiencia ya que las nubes aparecieron en las alturas.
Como reflexión para cerrar su experiencia en Mendoza, la científica dijo que este trabajo que han hecho realza la fe que tiene en la especie ya que demuestra que trabajando en paz y en equipo se pueden hacer hazañas nunca antes pensadas.
“Esta misión no fue aceptada inmediatamente pero gracias a la perseverancia de un equipo de soñadores que no desistieron de ese objetivo hoy sabemos que el sistema solar tiene miles de planetas menores y es más complejo. La misión nos ha revelado que nuestro vecindario es mucho más grande de lo que conocíamos”, finalizó Ocampo.
Un cohete japonés en el patio de casa
Durante un tramo de la noche se alcanzó a observar una nube a corta distancia, parecida a lo que se entiende como nebulosa de estrellas, pero que emitía pequeños destellos de luz, similar a las chispas de una cañita voladora.
El cuidador del lugar, Jorge Ortiz, anuncia que "otra vez" se ve esa luz que se eleva en el cielo estrellado, pero no alcanza a explicar de qué se puede tratar. Más tarde, los científicos dan su explicación. Se trata del cohete H-2A lanzado por Japón que contiene un satélite de navegación geosincronizada.
"We saw the H-2A upper stage post-sep and under burn from Argentina during a field test of our #mu69occ gear tonight!" (¡Esta noche vimos la parte superior, luego de la separación, y la propulsión del H-2A desde Argentina durante una prueba de campo de nuestro armado del #mu69occ", señaló en su cuenta de Twitter el astrónomo Alex Parker.