El Gobierno nacional minimizó ayer el impacto en las economías regionales de la fuga de consumidores mendocinos y de otras provincias fronterizas a Chile y otros países limítrofes por las fuertes diferencias de precios en diversos productos.
“Eso va a seguir ocurriendo”, afirmó el canciller Jorge Faurie en una conferencia de prensa junto a su par chileno, Heraldo Muñoz, al anunciar la modernización de las regulaciones que administran el comercio bilateral desde 1991.
Para el Gobierno, las economías regionales que tienen conexión con Chile saldrán beneficiadas de este acuerdo porque las empresas locales podrán vender productos primarios (por ejemplo frutas) para que sean procesadas en Chile y así salir por el Pacífico.
Chile comercia con arancel cero a unos 65 países del mundo, lo que le daría una mayor competitividad a los productos argentinos que consigan socios industriales detrás de la cordillera.
Faurie entiende que esa sinergia incrementará la integración económica y promoverá la expansión de la producción y el trabajo. Por ello, el funcionario minimizó el impacto de la estampida de consumidores a Chile, quienes además desde fines de 2018 ya no tendrán que pagar roaming porque las llamadas correrán como locales.
La visión del jefe de la diplomacia argentina se sustenta en que estos fenómenos ocurren entre países que están “integrados”. Según entiende, al margen de los tours de compras, también hay turismo genuino de ida y vuelta que compensa la balanza.
Ciudades de las provincias que limitan con Chile al este y Paraguay y Brasil en el norte argentino vienen sufriendo una fuerte caída de ventas desde hace tres años producto de los competitivos precios en esos destinos.
Según el Servicio de Turismo Chileno (Sernatur), el 58% de los turistas extranjeros que pisan suelo trasandino son argentinos: este año serán 3.000.000 de viajeros provenientes de las 24 provincias argentinas, un récord histórico.
Un televisor de 55 pulgadas que en Mendoza puede tener un costo de unos 40.000 pesos en cualquier cadena de electrodomésticos, en un shopping de Santiago de Chile se consigue a 14.000 pesos.
“Esto es la vida entre países integrados que se sienten cómodos y amigos y esto no cambia la realidad productiva”, afirmó Faurie a pesar del reclamo de entidades como la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
El 6 de octubre pasado caducó el plan de promoción del consumo en 77 ciudades fronterizas de la Argentina, que preveía el financiamiento de hasta 12 cuotas sin interés. No fue renovado y los comerciantes están desesperados.
Faurie desdramatizó la situación al entender que el comercio bilateral es tal cual se está desarrollando ahora, dado que hay momentos en los que la situación cambiaria y el tratamiento que tienen determinados productos en el país vecino atraen a los argentinos.
El canciller dijo que los argentinos que van a Chile pagan los aranceles que corresponden cuando ingresan a la Argentina y declaran los productos en la Aduana, por lo que allí el Estado argentino recauda impuestos.
“Este es el comercio que tenemos en este momento. Podrá haber circunstancias en el futuro que inviertan la situación, como ya lo hemos vivido, y que los chilenos pasen a comprar masivamente en la Argentina”, sostuvo.
Muñoz compartió la visión de Faurie. Dijo que los argentinos que van a Chile no sólo viajan para comprar sino también para hacer turismo, al igual que los chilenos que visitan Mendoza, Buenos Aires y otras ciudades argentinas.
El acuerdo presentado ayer en la Cancillería no tiene que ver con el acrecentamiento de las inversiones sino sólo con la capacidad regulatoria de ambos Estados para simplificar el intercambio.
“No hemos cambiado las condiciones para el inversor en sí”, sentenció Faurie, aunque aclaró que por la facilitación de las condiciones regulatorias podría incrementarse el intercambio bilateral.
