Los dos hombres que estaban desaparecidos desde el miércoles 18 de este mes cuando fueron a buscar ayuda tras quedar varados en la nieve con el vehículo en el que se trasladaron, fueron encontrados muertos dos días después, el 20, en cercanías de Primeros Pinos, en Neuquén.
Se trata de Francisco Herrera, de 52 años, y Daniel Venegas, de 32, quienes habrían muerto por las bajas temperaturas reinantes en esa región, y al no haber encontrado resguardo durante la madrugada.
Todo comenzó cuando los dos hombres y una mujer regresaban en una camioneta Toyota Hilux a la localidad de Plottier, por la ruta provincial 13, procedentes de Aluminé después de asistir a un encuentro religioso.
En medio del camino, la camioneta gris en la que se trasladaban tuvo un desperfecto mecánico por la acumulación de nieve y los hombres partieron en busca de ayuda.
Mientras que la mujer que los acompañaba, Georgina Oñate de 32 años, se quedó dentro del vehículo.
El jueves 19, la mujer fue encontrada dentro de la camioneta, a la altura de Pampa de Lonco Luan, a 38 kilómetros de Villa Pehuenia, en perfecto estado de salud y contó que los hombres habían salido a pie a buscar ayuda para poder remolcar el vehículo y llegar a destino, pero nunca regresaron.
Ambos hombres fueron encontrados sin vida a un costado del camino entre la nieve a pocos kilómetros de Primeros Pinos.
Luego de la tragedia, la mujer sobrevivinente relató a La Mañana de Neuquén cómo fueron las horas de desesperación y angustia. "Muchos hablan y dicen que fuimos inconscientes, pero no había nada que nos avisara que no estaba transitable esa ruta, supuestamente estaba habilitada", comenzó.
“Íbamos bien, agarramos la ruta de Primeros Pinos, que estaba habilitada, nadie nos dijo que no se podía pasar”, recalcó. En medio de ese vieja, se les quedó la camioneta: ““El "Rulo” (Daniel) se acordó que cuando íbamos por la ruta pasamos por un lugar donde había una máquina y dijo: ‘voy hasta ahí, la sacamos, la usamos y la devolvemos’”. Eran las 14 del miércoles.
Francisco y Georgina se quedaron dentro de la camioneta. “Rulo” tardó unas dos horas y regresó con las manos vacías. En el vehículo no encontró las llaves, y no había nadie a su alrededor.
“Cuando lo vimos venir me puse a prepararle unos mates para que tome algo caliente. Comimos unos sanguchitos y Francisco dijo que iba a salir, que sabía que cerca estaba la Gendarmería”. El otro joven lo siguió, y salieron juntos. Esa fue la última vez que fueron visto con vida.
"Cuando empezó a oscurecer me empecé a preocupar. Francisco me había dicho que mantuviera las balizas prendidas. Y cuando estaba oscuro empecé a tocar bocina, a prender las luces, las balizas, para que ellos escucharan si se habían desorientado. Y lloraba, porque era lo único que podía hacer”, relató a ese medio.
Esa noche, la mujer, aterrada y preocupada por sus amigos, no durimió ni bebió ni comió, pese a que tenía alimentos. No quería que le dieran ganar de orinar y tener que salir de la camioneta al frío mortal.
“Tenía mucho frío, prendí la camioneta, y en esas prendidas y apagadas se me quedó en contacto y se agotó la batería, y me entré a desesperar. Dije: voy a morir”, recordó la mujer, quien relató que luego le pidió "a dios que no quería morir, que necesitaba una oportunidad”.
“En eso me quedo dormida, y cuando me despierto miro por el espejo y veo a tres personas caminando. Mi cabeza no sé en qué estaba, porque lo que pensé fue en que me podrían venir a robar. Me quedé quieta hasta que vi que tenían uniformes. Pensé que lo había logrado, que dios me había escuchado y me había salvado”, recordó emocionada.
Georgina esperaba que sus salvadores le dijeran que fueron sus compañeros los que les habían avisado. “Pero cuando me dijeron que no, se me vino el mundo abajo y les dije que habían salido ayer y que no habían vuelto, que por favor los buscaran”.
“Fue la peor noche de mis 32 años. Más que miedo, era desesperación de no saber dónde estaban los chicos. Salieron a esa hora para volver temprano. Pero no volvieron”, dijo.
A 40 kilómetros de donde se habían quedado y un día después, los encontraron sin vida. Estaban los dos juntos, con sus cuerpos casi cubiertos por la nieve.